LUZ DE GAS por Shorby

Portada de LUZ DE GAS. UN GUIÑOL VICTORIANO

“Hacer luz de gas”, expresión generada en las ficciones anteriores que describe un método de maltrato psicológico consistente en generar en otro la duda sobre sus propios sentidos, su razonamiento y hasta de sus actos.

Este libro llegó a mis manos hace un montón, cuando me dio por leer teatro como una loca, me lo pasó una compañera de trabajo en su día y me dijo que lo leyera, que seguro que me molaba.
Y así fue.

Tenemos al matrimonio protagonista, que viven en su pisazo en Londres tan pichis, aunque la señora de la casa es un poco maniática y su marido parece que se está hartando de determinados detalles de ella.
Un día, comienzan a ocurrir cosas en la casa, cuando la mujer se encuentra sola, lo que hace que intervengan los de Scotland Yard, pues parece haber alguien o algo en la casa que camina por el desván y desaparece… y que hace que las lámparas de gas bajen la luz de repente, dejando todo prácticamente a oscuras enfatizando los ruidos.

En realidad es una trama bastante sencilla, pero me mantuvo enganchadísima hasta el final, el autor mantiene muy bien la tensión en la historia, aún siendo una obra de teatro (que siempre parece que la ambientación se queda un poco de lado en este género).

Somos partícipes poco a poco de cómo nuestra protagonista se va agobiando cada vez más, hasta dudar de su salud mental, entrando en una especie de espiral de dudas y preguntas sin resolver mezcladas con un ambiente ligeramente opresivo.

La verdad es que me gustó mucho, me pareció muy conseguido, si tenéis oportunidad, leedlo, aunque no seáis de teatro merece la pena.
E incluso echad un ojo a las pelis, son clásicos.


Tenemos adaptaciones varias, aparte de las que se han llevado a teatro.
1940, dirigida por Thorold Dickinson.
1944, “Luz que agoniza”, remake dirigido por George Cukor y con una maravillosa Ingrid Bergman.

Escrita hace 5 años · 0 votos · @Shorby le ha puesto un 8 ·

Comentarios