EL IRRESISTIBLE ATRACTIVO DEL FRACASO por Guille

Portada de LOS ENAMORADOS

Otra gran sorpresa de este año. Alfred Hayes colaboró con directores de cine tan destacados como Roberto Rossellini o Vittorio de Sica (nada menos que en El ladrón de bicicletas) y disfrutó de cierta fama y reconocimiento en los años 50 en su país. Y por esas cosas que pasan, aquí no tiene editorial que lo publique. En EEUU lo recuperó recientemente del olvido The New York Review of Books y yo la he leído en la edición argentina “La bestia equilátera”. La traducción tiene algunos, no demasiados, modismos argentinos que para un español puede chocar un poco en la voz de unos neoyorquinos. Pero ni eso ni el machismo, y hasta la misoginia, que se percibe en algunos momentos (estamos en el New York de Mad men) han impedido que disfrute mucho de esta historia sobre (¡ojo al dato!) una ruptura sentimental.

Argumentalmente, la novela no es nada del otro mundo, algo banal en esencia: en un bar, un escritor en horas bajas le cuenta a una desconocida su historia de amor y desamor con una bella bailarina sin talento. Sin embargo, el resultado no puede ser más brillante.

Toda la novela, todo su valor, todo su interés descansa en la voz que narra y en lo que esta voz comunica. El relato está escrito desde una muy hábil tercera persona que generosamente cede todo el protagonismo al personaje masculino en un monólogo todo desolación y tristeza. Algo como esto (perdonad las numerosas citas pero no me puedo resistir a la tentación de compartirlas con vosotros; “Los enamorados” es de esos libros en los que se subraya casi cada frase. Sirvan todas ellas, además de para facilitarme la labor y satisfacer mi capricho, como ejemplo del estilo):

“Sí, dijo el hombre, con frecuencia me pregunto por qué doy la impresión de ser una persona muy triste aunque me empeño en que no estoy triste, en que se equivocan; pero cuando me miro en el espejo resulta que es cierto, mi cara está triste, mi cara está realmente triste, y me doy cuenta (y le sonrió a la chica, porque eran las cuatro y el día menguaba y ella era muy bonita, de a poco se había vuelto cada vez más bonita, lo cual era muy sorprendente) de que después de todo tienen razón, estoy triste, más triste de lo que yo mismo sé.

Empezó a contarle su historia.”

Él, un hombre “no desilusionado sino solo lo contrario de ilusionado” que simplemente buscaba “un poco de placer sin siquiera un poco de culpa”, “un idilio muy conveniente, fijo e invariable, una simple secuencia de placeres que no alteraría seriamente mi vida ni se interpondría con mi trabajo, que llenaría las horas de mis largas tardes y me liberaría de la presión de la soledad para darme lo que, creo, consideraba la diversión más agradable de todo el parque de diversiones: el placer del amor.”

Ella, o la visión que él nos ofrece de ella, siendo bienpensantes, precisaba de un hombre “que la necesitara, alguien capaz de colgarse si lo dejaba”, pero que pensando algo menos bien, era una mujer que, por ser hermosa “esperaba las recompensas que trae la belleza, por lo menos algunas; no se era hermosa en vano en un mundo que insistía en que lo más importante para una chica era ser hermosa”. Tampoco pedía mucho, “un cocker spaniel, la habitación infantil con el empapelado de botecitos y peces voladores, el jardín con regadores automáticos y alguien que le lavara los platos”.

Una relación equivocada entre personas equivocadas en la que irrumpe una proposición indecente (tal cual, como en la olvidable película).

Todo el análisis pormenorizados de los porqués, de los cómos, todo el tejemaneje mental con el que se castiga nuestro enamorado, con el que intenta defenderse, con el que justifica su humillación, su crueldad, su derrota, todos los resquicios de sí mismo que acaba descubriendo y transitando, todo ello es lo que hace especial este libro... todo eso y el irresistible atractivo del fracaso:

“Lo único que puede salvarnos es una gran caída. Eso de quedarse ahí arriba en la cuerda floja, haciendo equilibrio con una sombrilla insignificante y contentándonos con darle miedo a la audiencia, es lo que nos consume. ¿No estás de acuerdo? Una gran caída, eso es lo que necesitamos.”

Escrita hace 7 años · 4.8 puntos con 4 votos · @Guille le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@Volsung hace 7 años

Entusiasta reseña, me gusta como consigues trasmitir cómo es el libro (para tí claro) y así yo puedo intentar imaginarme cómo sería para mí. En este caso una agonía indecible! Jaja. Un saludo!

@arspr hace 7 años

Pues yo comienzo a leerlo.

Por supuestísimo gracias a la reseña de @verocallid41, no por la mierda de parrafada que te has soltado para hacerte el importante... ¡Qué ganas de figurar tienes, Guille! Aprende a ser conciso y absurdo como los grandes genios de la web.

(Por cierto que he leído tu reseña muy tangencialmente. Prefiero esperarme a leer el libro para que me resulte más fresco. NPI de este libro y autor... ¡Ay, mi absoluta ignorancia e ignominia...!).

@Guille hace 7 años

No te lamentes, yo tampoco sabía de su existencia. De hecho, ni me acuerdo de cómo llegué al libro. Espero que te guste, y si no es el caso, ya sabes, lo importante es tener salud.

@arspr hace 7 años

Bueno, pues no me ha gustado tanto como esperaba de lo bien escrito que está...

Y esta aparente contradicción es porque esta quintaesencia del perro del hortelano a la postre me ha resultado obsesivamente previsible. Todo es tan agobiante, todo es tan verídico, todo es tan para pegarle un guantazo al imbécil protagonista que bien podía ser yo mismo en mis momentos grises (que espero más o menos ya haber madurado y superado).

Pero precisamente por toda esa veracidad, por todos esos estúpidos vericuetos mentales, que son tan comunes, al final la novela me ha resultado un poco aburrida. Porque ya me la sabía..., párrafo a párrafo sin haberla leído... Prácticamente en cada página era capaz de prever exactamente qué iba a pasar. Desde la desidia inicial del protagonista pero qué cómodo se está, al inmovilismo frente al "adversario", pasando por el cambio de macho alfa por motivos tristemente más pragmáticos que amatorios, a la reconciliación que ya sabemos que va a acabar como acaba, a la autodenigración final del protagonista que sigue regocijándose en lamerse las heridas...

Contradictoria novela al menos para mí.

@Guille hace 7 años

Bueno, si te ha parecido bien escrito ya me conformo. No creo que este tipo de libros puedan sorprendernos mucho en cuanto a la temática. Somos todos bastante predecibles.

Y me temo, arspr, que si en cuestiones de amor esperas haber ya madurado es que todavía te queda mucho por superar ;) . Los estúpidos vericuetos mentales, si hablamos de amor, son solo vericuetos metales o necesarios vericuentos para superar según qué cosas.