SCOUT ÁGUILA por Volsung

Portada de INTRUSO EN EL POLVO

Niño blanco de casa bien rescatado del río por un viejo negro (con UN abuelo blanco que liberó a su amante blanca y le dio una parcela en su hacienda y por eso es libre). Niño blanco empieza a desarrollar complejos por haber sido rescatado por un negro. Viejo negro acusado de asesinato. Joven blanco ante la oportunidad de reconstruir su confianza en sí mismo y, ya puestos, redimir su propia estupidez y la de su pueblo: el Sur. Casi nada.

Novela polémica, no por el planteamiento que hace sospechar muy mucho que Harper Lee la leyó (o eso o que continuamente estaban acusando negros y blancos menores de edad tenían que rescatarlos…), sino por la tesis.

Ochenta años después de la guerra de secesión, la guerra que ha quedado para la historia como una guerra de liberación y fin de la esclavitud en occidente, Faulkner nos dice que aquello fue una mierda, que aquello solo sirvió para cambiar cadenas evidentes por cadenas invisibles, pero igual de reales. La mayoría de negros siguen viviendo en el sur, siguen siendo unos parias. Los sueldos que ganan no les permiten vivir mejor que cuando eran esclavos y se les suministraba a partir del inventario de las haciendas. Las leyes que periódicamente tiene que sacar el gobierno de Washington, en el Norte, para que parezca que se sigue avanzando, progresando, no salvan a los negros del sur de que todos los blancos sienten poder abusar de ellos con prácticamente la misma impunidad. A todo ello añadir el rencor, el rencor de los blancos por haber caído contra el Norte y ver en los negros una fuente no como antes, neutra o incluso de orgullo, si no de rabia, de humillación, por ser ellos, los negros, los supuestos vencedores después del 65. Pues eso, Faulkner nos dice ojalá no se hubiesen metido en el polvo los del norte, ojalá no hubiesen dejado su hierba tierna para imponerse, dictar unas leyes como representación de sus buenas intenciones y luego volverse sin mirar atrás.

No es raro que le llamaran alguna que otra vez sudista, racista y cosas por el estilo.

Sin embargo, Faulkner no es idiota, ni un fanático de la supremacía blanca, solo intenta decir que si llegas a una comunidad, barres con plomo sus costumbres, humillas a los que ostentaron el poder, dejas dadas cuatro órdenes y te vas, no es que nada cambie, si no es que será peor, porque ya no habrá voluntad interna de cambiar y mejorar. De ahí la importancia de que los sureños se rediman una y otra vez, en la literatura, en las pelis, donde sea y demuestren que ellos también están en contra de la injusticia, que tengan la oportunidad de no quedar como pueblo vencido para siempre, que puedan decir: sí, aquí hacemos las cosas bien, pero no porque nos lo manden los yankees, sino porque queremos vivir en un mundo justo y aunque nuestros antepasados se equivocaran nosotros no somos ellos. Yo me posiciono con Faulkner porque creo que no hay que hacer pagar a los hijos los pecados de los padres. Esa es la mejor forma de que decidan repetirlos.

Novela con bastante ritmo (excepto al terminar la primera parte) y con un gran final que, para mí, la hace mejor que Luz de agosto o Santuario y le vale el 8.

Escrita hace 8 años · 5 puntos con 3 votos · @Volsung le ha puesto un 8 ·

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