¿QUIÉN ENGAÑÓ A GEORGE F. BABBITT? por _567_

Portada de BABBITT

Pequeño ramillete de datos que considero importantes para ilustrar esta reseña: Sinclair Lewis ganó el Premio Nobel de Literatura en 1930, fue el primer norteamericano en conseguirlo. Hasta esa fecha, en que la academia de suecos lumbreras decidió distinguirlo, había publicado entre otras obras, lo que puede considerarse como el grueso de su legado literario: ‘Calle Mayor’ (1920), ‘Babbitt’ (1922) y ‘Arrowsmith’ (1925)… esta última también ganó el Premio Pullitzer pero Lewis, en una polémica y orgullosa decisión, decidió rechazar el galardón muy enfadado con el jurado al considerar que ya deberían habérselo entregado con anterioridad por su ‘Calle Mayor’, cabe mencionar que aquel año, 1921, la galardonada fue Edith Wharton por ‘La edad de la inocencia’, curiosidades para la historia de las letras universales; un año después, ego del autor vilipendiado mediante, Lewis empezó a escribir este ‘Babbitt’ (para el público la obra cumbre de su carrera, mientras la crítica parece estar mucho más dividida) y cuál fue mi sorpresa, conociendo estas referencias de un breve estudio previo del autor, cuando al iniciar la lectura descubro la incendiaria dedicatoria que Lewis incluye en la primera página: “Para Edith Wharton”.

Babbitt ama profundamente la prosperidad que otorgan los negocios (es una especie de exitoso agente de la propiedad inmobiliaria), ama a su familia (compuesta por su mujer Myra –con la que comparte algunos de los pasajes más memorables de la novela, especialmente en su parte final-, y sus tres hijos: Verona, Ted y la pequeña Tinka), ama el lujo de su posición social ascendente (atentos a sus cambios de chaqueta política, arrimándose siempre al sol que más calienta…), ama a sus amigos (Paul, ese gran personaje secundario, tampoco quiero olvidar a Tanis, aunque son muchos más los que aparecen…), ama a su ‘revolucionaria’ ciudad (Zenith, la única concesión imaginaria a una novela que supura realidad por los cuatro costados…), ama las evasiones de la rutinaria realidad que proporciona todo lo prohibido (el alcohol, las drogas, el sexo adúltero, todo ello narrado por Lewis con un inusitado atrevimiento narrativo capaz de esquivar cualquier censura… incluida la de la época) y, por encima de todo, ama la vida que le ha tocado vivir: aquí localizada entre los años 1920-1922, segmento comprendido de los cuarenta y seis a los cuarenta y ocho años de Babbitt, aquellos alocados años inmediatamente anteriores al derrumbe del sueño americano de finales de los años 20. Pero alguien engañó a Babbitt, algo no salió conforme lo previsto en su metódica hoja de ruta existencial…

Narrada en una 3ª persona de mucha proximidad hacia el lector, el autor consigue una soberbia composición del personaje central, o lo que viene a ser lo mismo, acabamos conociendo al dedillo toda la arrolladora personalidad de Babbitt, dios nuclear sobre el que gira todo el resto de un reparto que ya sea mediante los impresionantes diálogos que sostienen entre ellos (las conversaciones del Club Privado para caballeros o la reivindicación de los derechos de la mujer, mismamente) o a través de las acertadísimas descripciones que utiliza Lewis para situarnos en contexto (vestimentas, automóviles, mobiliario, guateques sociales, reuniones de negocios, congregaciones religiosas, etc…), la novela consigue mantener en todo momento un ritmo prodigioso, especialmente en su parte central –que es donde se cuecen todos sus secretos- para acabar con un final de campanillas, a la altura de lo que un servidor –tan cargado de emoción lectora- se esperaba. ¡Bravo! Primer acercamiento a este autor, el próximo en línea de salida, que mucho me temo que acabará convirtiéndose, ojalá me equivoque, en mi gran descubrimiento de este año entre los clásicos de la literatura. Muy recomendable para todos aquellos rastreadores de autores injustamente olvidados por el implacable rodillo del tiempo.

Tras el reconocimiento del Nobel “… por su vigorosa y plástica técnica puesta al servicio de la descripción, y por su habilidad en la construcción amena e inteligente de nuevos tipos y caracteres, bla, bla, bla”, dijo alguien durante el discurso de entrega, la pluma punzante de Sinclair Lewis -agitadora de conciencias burguesas y burdeles religiosos- siguió creando otras obras, muchas de ellas todavía siguen sin traducción a otros idiomas más allá del inglés original, y acabó muriendo en Roma a los 65 años agarrado a una botella de alta graduación alcohólica y al orgullo de haber sido capaz de escribir, quiero suponer que entre otras, esta estupenda novela.-

Escrita hace 9 años · 5 puntos con 4 votos · @_567_ no lo ha votado ·

Comentarios

@Guille hace 9 años

Disfruté mucho con este autor en su día y el recuerdo es muy bueno, mejor con Calle mayor que con este, creo, pero fíate de los recuerdos.

Buena reseña Krust.

@_567_ hace 9 años

Me está encantando “Ann Vickers” (“Cárceles de mujeres” lo titularon desafortunadamente aquí), sólo llevo 70 páginas pero ya intuyo que me puede llegar a gustar mucho… aunque de momento prefiero cerrar el pico y no adelantar acontecimientos. Esta “Babbitt” siempre la voy a recordar como la novela que me acercó a Sinclair Lewis, todo un descubrimiento para mí. “Calle Mayor” me va a costar conseguirlo (aunque hay una edición relativamente reciente de Espasa del año 2003) pero espero hacerme con él, y en cuanto a “Doctor Arrowsmith” lo tengo localizado y disponible en mi biblioteca habitual, espero que caiga este mismo año… después ya veremos. Un autor a reivindicar desde ya, que merecería que alguna editorial reeditara toda su obra en cuidadas ediciones para gourmets de los clásicos de la literatura.-

@Guille hace 9 años

Doctor Arrowsmith lo publicó no hace mucho Nórdica. Me gustó bastante, y me hubiera gustado algo más si la tercera parte de la novela no hubiera estado tan centrada en el tema médico.

@_567_ hace 9 años

Entiendo lo que quieres decir acerca de ‘Arrowsmith’, me ha pasado algo similar con ‘Cárceles de mujeres’ y es que el tercio final se me ha hecho algo pesado una vez que Ann Vickers (estupenda composición de personaje femenino en su globalidad, a la altura de George F. Babbitt aquí…) acaba su periplo como asistenta social en las dos cárceles más duras del país - Copperhead Gap y Stuyvesant-; yo lo hubiera finiquitado ahí con algo importante que acontece a esa altura... ¿Le sobran las 100 últimas páginas? Para mi gusto sí, pero respeto la decisión del autor de querer redondear la novela a su antojo, faltaría más. Bueno, que dejaremos al doctor Arrowsmith para el próximo invierno o así, necesito un respiro Lewis pero la valoración global de estas dos novelas ha sido muy positivo para mí.-

@Guille hace 9 años

Esperemos que Nórdica siga reeditando sus novelas. No me importaría releer Calle Mayor y leer Cárceles de mujeres. A esperar.