UNA FAMILIA ALCÁNTARA RUSA por Guille

Portada de UNA SAGA MOSCOVITA

He disfrutado mucho de esta novela traducida por Marta Rebón, la misma traductora de Vida y destino, de Grossman. Y digo disfrutar a pesar de las barbaridades que en él se relatan, aunque muchas de ellas sean narradas con una fina ironía o con eso que el propio autor califica como de humor del ahorcado (una nota en la nevera: “cariño si vienen a por ti mientras estoy fuera no olvides asegurarte que dejas cerrado el gas y la luz”).

El homenaje a Tolstói es clarísimo (Guerra y prisión se llama el segundo libro de esta trilogía que es Una saga moscovita, y Prisión y Paz el tercero), con multitud de citas que le hacen referencia. No estoy capacitado para comparar las calidades literarias de ambas obras; solo puedo decir que esta me ha gustado más; una buena parte de Guerra y paz me parecieron un verdadero tostón. En esta no he tenido ocasión de aburrirme.

Las vicisitudes de esta familia Grádov que está metida en todos los "fregaos" de la historia rusa del siglo XX, se suceden llenas de traiciones, pasiones, asesinatos, torturas, amor, luchas de poder, miedo a todo y a todos, amistad, sexo... vamos, todo un culebrón pero de los buenos. Pero ello no le resta un gramo de verosimilitud a lo que nos cuenta. Lo importante no son las peripecias de cada uno de los miembros de esta familia, sino el retrato de lo que fue todo aquello. Hay que dar gracias una y mil veces por haber tenido la inmensa suerte de no nacer en una de estas épocas y llegar a vislumbrar lo que el ser humano puede llegar a perpetrar y, lo que es mucho más desasosegante, en lo que nosotros mismos nos podríamos llegar a convertir.

Desde el principio, el autor nos presenta como, tras la euforia ideológica de los primeros años de la revolución rusa, la victoria de la rama ortodoxa liderada por Stalin dio pie a un estado del terror donde nadie, fuera cual fuese su pasado político, estaba a salvo. Es un retrato de como las utopías pueden enajenar a todo un pueblo en la pérdida de su dignidad; como la fuerza de esa utopía concentrada en un líder puede tapar los ojos ante tanta barbaridad cometida, bien poniendo inopinadamente al líder por encima de las atrocidades llevadas a cabo por sus secuaces sin conocimiento de aquel, bien justificándolas como daños colaterales e irremediables en ese camino sin final que es la búsqueda de ese paraíso en la tierra, o bien sirviéndose de ellas para sus propios intereses, en los que desaparecen familia y amigos y solo queda el ansia de poder o el puro instinto de supervivencia.

En la obra conviven los dirigentes y los represaliados, tanto los encarcelados, torturados, asesinados, como los otros, los que, con suerte, malvivían marginados, apestados por sus ideas políticas o, a veces, ni siquiera por eso, y lo increíblemente permeables que era estos dos grupos entre sí. Nadie queda exento de culpa en esta trágica farsa que fue el comunismo ruso. Los que inocentemente se ponían una venda delante de los ojos, los paralizados por el miedo, el lumpen apolítico que se acomoda, los que se escudan en una mal entendida responsabilidad, todos quedan retratados maravillosamente en esta novela que, como he leído en algún sitio, nació clásica e imprescindible.

Escrita hace 9 años · 4.5 puntos con 2 votos · @Guille le ha puesto un 9 ·

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