OBRA DE TESIS por Guille

Portada de LA HIJA DEL ESTE

No tengo los conocimientos necesarios para evaluar si la autora ha tratado de forma adecuada la complejidad de un conflicto como el de los Balcanes, pero no puedo estar más de acuerdo con sus reflexiones acerca de lo que, en palabras de Sabina, es ese "mal que hacen las banderas", y ello seguro que ha influido en lo mucho que he disfrutado (quizás no sea la palabra más apropiada) con la lectura de esta novela. Una gran novela y una gran sorpresa para mí (aunque no debería haberlo sido tanto, el premio de la crítica tiene un largo historial de grandes fallos... o aciertos).

Estamos ante una obra de tesis en la que se mezclan varios planos y en la que está claro quienes son los malos, aunque no tanto quienes los buenos.

Por un lado tenemos, a modo de documental, el testimonio (dramatizado y supongo que ficticio) de uno de los amigos de la hija de Ratko Mladic, un serbio judio que, además de regalarnos unos fantásticos retratos de Miloševi?, Karadži? o el propio Mladi?, nos irá relatando la vida de su familia en la historia reciente de los Balcanes y, de paso, la historia de los serbios (mítica, como no podía ser menos) y la evolución nacionalista que sufrieron ellos y los demás "pueblos" balcánicos desde la muerte de Tito y que llevó a los conflictos de Eslovenia y Croacia, primero, y de Bosnia después.

Por otro lado está la narración que despliega ante nosotros un narrador (aunque no cualquier narrador) sobre el despertar de la conciencia de Ana Mladic a partir de un viaje de fin de curso que ésta realizó a Moscú y durante los meses posteriores al mismo, mientras continuos flashback nos muestran el pasado de la familia Mladic. Todo ello "amenizado" con las tremendas, truculentas, trágicas y tristes atrocidades que allí se produjeron mientras Europa miraba hacia otro lado.

"¡Soy ........! Puede que tenga un trabajo de mierda, que mi mujer me riña cuando vuelvo borracho y que mi jefe disfrute humillándome, pero ¡ah, compatriotas, hermanos, antiguos camaradas!, no soy un cualquiera, sino un elegido, pertenezco a una gran nación, a un pueblo milenario, ¡soy ........ ! "

En la novela, los puntos están ocupados con la palabra croata y con la palabra serbio, pero igual podían estar sustituyendo a la palabra catalán, vasco o español, todos son pueblos milenarios, con una personalidad propia y magnífica, objetos de derechos inalienables y sujetos de actos heroicos (si son nuestro pueblo) y de actos deleznables (si son los otros), pero exactamente el mismo pueblo que existe ahora, el mismo pueblo que sufrió y el mismo pueblo que nos infringió tal o cual cosa hace 500, 200, 100, 50 años y, por tanto, el mismo pueblo que arrastra la culpa del hecho y que merece su castigo o, al menos, el desprecio de este nuestro gran pueblo al que solo le hace falta eliminar el lastre que puede suponer la unión con esos otros para conseguir ese futuro esplendoroso por el que tanto tiempo llevamos padeciendo y que, sin duda, nos merecemos.

Es grotesco, y sin embargo funciona, lleva siglos funcionado y seguirá funcionando, y de esto va esta novela, de cómo se consigue que la misma gente que un día desconocían su origen o simplemente no le daban importancia, al día siguiente son capaces de, en favor de un pueblo, de una patria, quemar la casa de su vecino y solo lamentarse de que no hubiera nadie dentro; de que esto que nos parece tan lejano, tan extraño, tan poco factible, puede ocurrir en cualquier sitio, pudo ocurrir allí y puede ocurrir aquí en cuanto nos descuidemos (una de las tesis de la novela es precisamente esa: nadie, ni los propios dirigentes yugoslavos, podían pensar ni antes ni a la muerte de Tito que ocurriría lo que tuvieron que vivir pocos años después; es más, apenas nadie sabía que era nacionalista hasta que le dijeron lo importante que era serlo; es más y más, nadie era consciente de las cosas, de las muchas y terribles cosas, que era capaz de hacer por ese nuevo sentimiento desconocido ayer); en definitiva, de como una construcción metafísica, siempre interesada, como es "el pueblo" o "la tierra", puede convertirse en el centro de nuestra vida y, lo que es más terrible, de nuestra muerte y de cómo, a veces, la venda que consiguen poner ante nuestros ojos, que consentimos que nos pongan, cae demasiado tarde (cualquiera puede conocer el final de esta historia, la colectiva y la de la protagonista, ya que el personaje central, Ana Mladi?, hija de Ratko Mladi?, existió).

En la parte final de la novela, alguien, enfurecido, grita: “No entiendes nada. El amor a la patria no se razona, es un sentimiento, algo que nace aquí, está por encima de los argumentos, es intemporal, sagrado.”

Sí, la patria, el pueblo, son de esos memes exitosos en los cerebros de estos primates que somos. Son eternos colíderes en esa elitista liga de grandes memes con ese otro gran concepto metafísico que es Dios. En ambos casos, el tener ese sentimiento, o esa fe, hace de su poseedor uno de los elegidos, ser parte de la trascendencia que dota de sentido a todo este mundo absurdo. El blindaje de todos ellos contra la razón es absoluto; es más, a esta se la desprecia por fría, por cobarde, por no ser capaz de motivar a la masa a hacer lo que hay que hacer para mayor gloria de la patria, del pueblo o de Dios.

Uf, qué a gusto me he quedado. Pero debo pedir perdón a la autora porque todo este peñazo que he escrito aquí (ha sido imposible contenerme) no hace honor a la novela e incluso puede desincentivar su lectura. La novela es apasionante, engancha desde los primeros compases; los temas que aborda son los que he mencionado pero lo hace, además de con una potente prosa, utilizando el arma más poderosa que existe contra los peligros que menciono: individualizar al enemigo, dotarle de cuerpo, de alma, de una vida, de penas y alegrías, de anhelos, de las familias, de esas novias que no nos hacen caso, de esos estudios que nos aburren o nos apasionan, de esas reuniones con amigos, de esos primeros o segundos escarceos amorosos, de las ganas de juerga y de los miedos ante el futuro incierto, de sus dones y miserias, también de sus envidias, de sus venganzas ancestrales o cotidianas y siempre miserables... en definitiva, haciéndonos visibles los árboles ocultos tras ese oscuro bosque que es ese pueblo justificador de lo injustificable.

Escrita hace 9 años · 5 puntos con 4 votos · @Guille le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@_567_ hace 9 años

(Transcurriendo por la pág.300, a punto de encarar la recta final de la novela en su último tercio, breves apuntes que no esperan respuesta por tu parte, Guille, pero vaya por adelantado: Gran reseña y Gracias por la recomendación…)

¿Existe una forma adecuada para tratar el conflicto de los Balcanes?, la respuesta es NO por la sencilla razón de que todo dependerá del lado del que posiciones tu tesis… y aquí, Clara Usón (creo, pero al igual que tú, tampoco estoy seguro de ello) hace un arriesgadísimo ejercicio literario con la figura de Ana Mladic, que es un personaje real a la que la autora reviste de ficción. Y Ana ha mamado el nacionalismo serbio por los cuatro costados…
¿Quiénes son los malos y quienes son los buenos?, es tan y tan complejo este conflicto (el libro me está ayudando muchísimo, a través de datos históricos y contrastados, que los contiene a montones, a saber mucho más de unos y de otros, y conste que es un tema que siempre me ha interesado y del que siempre me gusta recabar información aquí o allá, y ya tengo un saco bien lleno que este libro complementa…), desde el personaje de Ana queda claro, desde el punto de vista de quienes le rodean, recordarás que todo empieza a verse desde un prisma diferente según quien entre o salga de acción. Por cierto, muy arriesgada también tu opinión sobre la comparación con el conflicto entre Catalunya y España (que es el que vivo intensamente en la actualidad) y en ese sentido, aunque yo crea que son historias diferentes, sí que es cierto que tu reseña me hizo y me sigue haciendo reflexionar mucho al respecto de algún ‘posible paralelismo’, y es que todas las secesiones o fragmentaciones en el mapa geográfico de la historia tienen normalmente una guerra asociada de por medio (ninguna tan terrorífica como la de los Balcanes, hay que tener estómago para soportar lo que la autora nos cuenta en este libro…), y ya sabemos que sólo han pasado 25 años de esa siniestra historia, pero hay que confiar en que en el futuro se pueda llegar a ‘entendimientos geográficos o nacionalistas’ sin el uso de la violencia, allí desde luego era imposible, aquí y ahora debería imponerse la denostada Democracia, espero que así sea…
El tema de la religión, completamente de acuerdo contigo, ese crisol de fanáticas creencias en la mestiza y difunta República Socialista Federativa de Yugoslavia bien pudo ser el desencadenante histórico de toda esta historia que se repite una y otra vez a lo largo de la Historia (escribo demasiado rápido, Guille, perdón) en una lacra me temo que imposible de parar, una herida ídem de cicatrizar. Excelente la autora en su deseo de narrarlo desde todos los puntos de vista posibles, de ahí la ajustada extensión de su novela, y no sólo desde la perspectiva de la República Serbia (Ana, su personaje principal) sino también del resto: Croacia (con papel destacado y muy instructivo para el lector acerca de este país), Eslovenia, Macedonia, Bosnia-Herzegovina (¡el terror!, ¡el terror!) y Montenegro…
El personalísimo retrato literario que Clara Usón hace de su GALERÍA DE HÉROES me está encantando, aunque aquí tengo muchas dudas entre sí ha utilizado la fabulación para reforzar las cuitas en las vidas de alguno de sus personajes reales: El príncipe Lazar, Slobodan Milosevic, Radovan Karadzic, acabo de conocer a Ratko Mladic (el papá de Ana)… por cierto, gran acierto en tu estupenda reseña el de no revelar el nombre del narrador principal, aunque existan otras voces dentro de la novela, una auténtica sorpresa para mí que me ha llevado 100 páginas descubrir…

* Ah! Si tienes el libro a mano, échale un vistazo a la pág.175 donde nos encontramos, nada más y nada menos, que con el mismísimo Eduard Limonov en un particular ‘encuentro poético’ con Radovan Karadzic, he flipado cuando me ha aparecido aquí… cuando veníamos de hablar de él allí. En fin, los libros y los misteriosos secretos que contienen en su interior, ya sabes.-

@Guille hace 9 años

Intuyo que te gusta, entonces. Pues me alegro un montón. Cuando un libro me llega me entran unas enormes ganas de recomendárselo a todo el mundo… y después llega el canguelo de que solo sea una apreciación mía.

No se puede estar seguro del retrato que la autora hace de la protagonista ni de aquello que insinúa o más que insinúa, pero creo que es lo de menos. Como titulo mi reseña, es una obra de tesis y la tesis de la autora está muy clara.

En cuanto al paralelismo con Cataluña, no es exactamente lo que quería expresar. Quería expresar lo que suponen los nacionalismos y como se llega a ellos casi siempre.

En cuanto al tema de Cataluña, voy a arriesgarme a dar aquí mi opinión. No niego que hay situaciones colonizadoras que requieran una rebelión. Pero no creo que sea el caso en Cataluña. No veo opresión por ningún lado en Cataluña (al menos en la convivencia resto de España-Cataluña. La opresión existe pero no entre territorios aunque hayan sabido llevar el tema por ese lado); el tema de la lengua se ha utilizado por ambos polos como arma arrojadiza y el tema léxico de país-nación-autonomía-imperio me parece muy apropiado a lo que cuenta la novela. Lo siento, pero yo solo veo una cuestión de pasta con la que han sabido canalizar un descontento general con la situación social y económica que atraviesa Cataluña y España entera y una cuestió digamos que religiosa en cuanto a la pertenencia o no a una comunidad y me produce una enorme tristeza que esa cuestión de pelas y de "religiosidad" la lideren organizaciones que se llaman de izquierdas (en CiU es algo programático y entra dentro de su idiosincrasia como partido).

Claro que todas las fragmentaciones se resuelven con una guerra o con la derrota previa por una de las partes. Es que no hay más posibilidades. Al fin y al cabo se enfrentan dos posiciones idénticas que están referidas a territorios diferentes. Si el nacionalismo español niega la posibilidad de independencia a Cataluña, el nacionalismo catalán niega de igual forma la posibilidad de independencia a los araneses o a cualquiera de sus provincias si alguna al final se decantara por seguir perteneciendo a España. Para los independentistas catalanes el sujeto es el pueblo catalán y la nación la catalana (nada por debajo de ello); para los nacionalistas españoles el sujeto es el pueblo español y la nación la española (y no ninguna de sus divisiones). Ante este planteamiento solo cabe la fuerza o que uno de los dos ceda ante el otro y no existen argumentos que puedan servirnos para solucionar el problema.

A mí también me gustaron muchísimo esa Galería de Héroes, esos retratos que nos regala. Sean o no fieles a la verdad es otro cantar. Yo le otorgo a la autora, al menos, el beneficio de la duda.

* Ostras, lo haré. Eso se me pasó por alto. Posiblemente no conocía al personaje en aquel momento.

@Guille hace 9 años

Por cierto, se me olvidó añadir al comentario otra recomendación de un libro sobre el mismo conflicto, escrito por un alguien que lo vivió y en el que unas de las tesis es similar a la de nuestra autora catalana: Esquirlas, de Ismet Prcic.