CONOCER BOSNIA por sedacala

Portada de UN PUENTE SOBRE EL DRINA

No me hace gracia la explicación que dan algunos lectores, cuando les pides que se mojen sobre cierto libro, del que te interesa conocer su opinión, y te sueltan aquello de: “pues no está mal, porque leyéndolo te enteras y aprendes cómo fue aquella época, o aquel país, o aquella materia”…, o lo que sea de lo que trate el libro de marras. Me sabe mal, porque veo que es una manera eufemística de decir que no, que no les gustó, pero sin decirlo del todo, quizá por algún pudor, no sé; y también me sabe mal, porque no siendo yo de los que leen novelas en plan instructivo, esas respuestas huidizas se me hacen fastidiosas; si quiero saber sobre la revolución francesa, por ejemplo, busco un libro que trate directamente el asunto y no una novela cuyo protagonista sea Robespierre.
Bien, pues dicho esto, ahora llego yo, e incurro en lo mismo que acabo de criticar en los demás, porque de las muchas cosas que se pueden decir de esta novela, una, y no la menos importante, es que con ella se aprende mucho sobre historia, geografía, costumbres, morfología de ciudades, etc., de Bosnia y Herzegovina, pero, sobre todo, que más que los simples datos, se aprende a asimilar la actitud de los seres humanos en su pelea cotidiana, cuando tienen que desenvolverse y sobrevivir como pueden, en el grupo social en el que les ha tocado vivir, unos mejor, otros peor, con suerte o infortunio, con éxito o con fracaso; decía que no soy de los que leen novelas para aprender cosas, pero no me importa nada hacerlo cuando de lo que se trata es de conocer e intentar entender las pautas del comportamiento de las personas. Para mí, esa es sin duda la parte más valiosa de toda la información que pueda contener este libro.
Cómo es obvio por su título, la novela gira en torno al puente sobre el río Drina en la ciudad de Visegrad; puente destacable por su antigüedad, por sus características y por las circunstancias en las que se construyó, y por ello, objeto del orgullo y la veneración de sus habitantes. Quien sienta curiosidad, no tiene más que escribir ese nombre en Internet, e informarse y ver cuantas fotos quiera sobre dicha obra de ingeniería. Los puentes sobre el Drina en Visegrad y sobre el Neretva en Mostar, son quizá los monumentos más conocidas de Bosnia y Herzegovina, y es paradójico que sea así en tanto que los puentes son construcciones erigidas para unir a las gentes y no para separarlas, mientras que aquí se han convertido en símbolos de un país patéticamente colapsado por la guerra y la desunión.
La novela, es la crónica histórica de la situación, a lo largo de cuatrocientos años, de hombres y mujeres, de personas, que se vieron en todo tipo de encrucijadas, políticas, personales, sociales, amorosas, o cualesquiera otras, relacionadas con el devenir histórico de su ciudad, y por tanto, vinculadas con su carismático puente. Por pertenecer a épocas distintas no existe un vínculo entre todas esas historias, lo que convierte la estructura del libro en algo parecido a una sucesión de relatos cortos, en la que cada relato tiene una extensión de unas treinta o cuarenta páginas, que una vez concluidas dan paso al siguiente episodio y luego a otro y a otro más, en una secuencia cronológica, y con un eslabón que lo une todo que es la presencia del puente sobre el río Drina, unas veces en segundo plano, y muchas otras como protagonista principal.
Conocer estas historias, conduce inevitablemente a formarse un criterio sobre las inquietudes de la gente de este valle próximo a la frontera con Serbia. Primero sometidos por el Imperio turco, después por el Imperio Austrohúngaro, y siempre presionados por la vecina nación de los serbios. Pero llegar a una comprensión global de cómo afecta todo eso a sus ciudadanos, es tarea realmente difícil; la lectura de este libro aproxima al lector a ese objetivo, pero hay que puntualizar que el principal mecanismo por el que se aprenden cosas de ese país no es el propio libro que, para profundizar en ello, se quedaría un poco corto, sino la ansiedad que por efecto de su lectura aprisiona al lector y le fuerza a interesarse por conocer bien lo que allí ocurrió; así es que, es uno mismo el que acaba buscando compulsivamente las entradas de Internet que ayuden a descifrar —aunque eso es casi imposible—, el laberinto impresionante que es esta parte de la península de los Balcanes.
Aquí, conceptos como nación, lengua, territorio, religión, etnia, o historia, forman una amalgama inextricable que yo creo que no tiene parangón con ninguna otra zona de Europa y cuando un no iniciado empieza a hacerse preguntas en un intento por entender, enseguida comprende que las respuestas son múltiples y complejas: ¿Los habitantes de Visegrad, en el siglo XVI, eran étnicamente bosnios, o turcos? ¿Se habían convertido a esa religión en tiempo reciente? ¿Los habitantes de cultura serbia, eran étnicamente diferentes de los otros? ¿Había bosnios de esta raza y religión?... No. Es un lío, renuncio a exponer ni siquiera un esbozo del asunto, es demasiado complicado y convertiría esta reseña en algo árido e incomprensible. Pongo un ejemplo de la dificultad del asunto, referido sólo a los idiomas. La simple contemplación de un mapa de Bosnia y Herzegovina en Internet, en el que con siete u ocho colores se representan las distintas lenguas y variedades dialectales, hace pensar en un cuadro puntillista, tal es la distribución anárquica y dispersa de cada color (o idioma). Algo como para volverse loco.
Pero el texto de Ivo Andri? no comparte esa complejidad latente en el país; muy al contrario, ayuda claramente a avanzar en su comprensión. Su actitud es hipersensible con los sentimientos de las personas vulnerables, e inflexible con los manejos de los canallas de turno, sean del origen étnico, o religión que sean. Su actitud contra los poderosos es de clara militancia, derrochando imparcialidad ante las posturas de todos y poniendo toda la parcialidad de que dispone ante los estados que avasallan al individuo. Su texto no es frio ni aséptico, bien al contrario, es cálido y tiene la potencialidad de saber insuflar en su mensaje un aliento épico que subraye la trascendencia del texto y que permita captar el ánimo, o por decirlo mejor, el escepticismo, con el que los protagonistas de estas historias, se enfrentan a unas circunstancias adversas a las que nunca, a la larga, pudieron derrotar.
Leyendo este libro, con sus pequeñas historias articuladas formalmente alrededor de una construcción carismática, se comprende que el tema del puente no es sino una excusa, de la que el autor se apropia para poder tratar lo que realmente le interesa, que es el análisis de las múltiples caras del fenómeno que se dio en llamar “balcanización”, palabra que significa según el diccionario de la RAE, “desmembración de un país en territorios o comunidades enfrentados” significado éste que, en mi opinión, se queda muy corto para definir el sentido de lo que allí ocurre. Pero, independientemente de lo preciso de su definición, es de eso, de lo que Ivo Andri? quiso hablar cuando escribió este libro.
La crónica que se refleja en la novela termina en el año 1914, año en el que, en Sarajevo, a setenta kilómetros de allí, un nacionalista serbio asesinó al heredero de la corona austrohúngara, poniéndose así en marcha, los mecanismos geopolíticos que dieron lugar al comienzo a la Gran Guerra. Ni que decir tiene, que la historia, convulsa aunque a veces entrañable, de la ciudad y su puente, tal como se cuenta en el libro, empieza en el año 1516, y termina en el 1914, pero no se detiene en ésta fecha, ni mucho menos, y lo que Ivo Andri? narra, con ser duro y difícil para esa comunidad, se supera con creces en los acontecimientos acaecidos en los cien años transcurridos desde entonces hasta ahora. Se podría pensar que Andri?, hubiese decidido escribir la novela, con la esperanza de que su publicación actuase como catarsis purificadora con la misión de frenar su diabólica dinámica y poner así el punto final definitivo a la secular vorágine de conflictos.
Si ese hubiera sido su bienintencionado objetivo, se habría equivocado completamente, pero, hablo en condicional, y debo reconocer que no creo que tuviese esa idea; más me inclino a pensar, que se sospechaba lo que aún estaba por venir. Efectivamente, la limpieza étnica siguió funcionando y hoy, cien años después, ya no hay mezquitas en la ciudad, aunque sí el puente erigido por Mehmed Paša, que cumple ahora quinientos años.

Escrita hace 9 años · 5 puntos con 3 votos · @sedacala le ha puesto un 8 ·

Comentarios

@Kodama hace 9 años

Me alegro de ver un tercer voto (con otra muy buena reseña de @sedacala ) en la considerada obra maestra de uno de los premios Nobel menos conocidos, Ivo Andric.
Por mi parte recomendar la lectura del libro, pero no porque así "te enteras de cómo fue aquella época" :)
Acertada la reseña al dejar claro que si alguien quiere información sobra la historia bosnia, acuda a un manual de historia, no a esta novela, éste título es mucho más, es la historia que no se cuenta, las historias (conflictos, amoríos, luchas, costumbres...)de los pobladores, constructores, agricultores, comerciantes, militares, jóvenes, mayores, nativos, visitantes, conquistadores... de Visegrad. A las historias que se encuentran hemos de añadir una calidad narrativa muy alta, al menos en la traducción que leí (supongo que en el original ésta todavía sería mayor)
Eso sí, recuerdo que disfruté más los primeros capítulos del libro, quizá la lejanía en el tiempo de la historia llama más mi atención.

@Faulkneriano hace 9 años

Buena reseña, sedacala. Completamente de acuerdo con la inoperancia de ese latiguillo que recuerdas: la literatura interesa siempre per se.

Biografías de Robespierre hay un puñao, pero un buen libro sobre la historia de esa zona del mundo... es más dificil. Cuando fui a Croacia me hice el firme propósito de enterarme de la historia croata, pero a la segunda o tercera semana tuve que desistir. Me lo apunto: parece la clase de novela histórica que no pretende serlo, justo la que me gusta.

@Faulkneriano hace 9 años

Pues la vía a través de la cual me llegó a mi esta recomendación, fue aquel libraco llamado “1001 Libros que hay que leer antes de morir” y que tan mala fama goza entre algunos usuarios de SdL. Y la verdad es que últimamente he tenido algunos ejemplos de la falta de documentación de dicho libro, uno de ellos, éste de “Un puente sobre el Drina” porque en la reseña que se hace del libro, se explica que se refiere al puente situado en la ciudad de Mostar, cosa que es absolutamente errónea. Pero bueno, en otros casos he seguido recomendaciones suyas que me han resultado provechosas.
Como dices bien Kodama, es una lectura de calidad y sobre todo cargada de hondos significados para cualquier lector, imagínate pues como será para los habitantes de la ciudad. Lo que indicas sobre el hecho de que los episodios más antiguos te calaran más, se explica en que la lejanía les añade un aura mítica que algunas personas valoran más. No es mi caso, yo no sentí disminución de la tensión narrativa por el paso del tiempo, incluso diría que la segunda mitad del XIX y el cambio al siglo XX, es un momento histórico que me resulta especialmente interesante. Al hilo de eso, no me resisto a dejar de contar un detalle llamativo del libro, no lo puse en la reseña pero ahora sí lo cuento. En uno de los primeros relatos, de esos más antiguos que te gustaron más, hay una descripción detallada hasta unos extremos, que a mí me obligaron a soltar el libro inmediatamente, del proceso de empalamiento de uno de los personajes, explicando con unos detalles bastante precisos, cómo tenían que introducir el palo bien afilado en el esfínter del individuo, poniendo sumo cuidado en que en su trayectoria por el interior del cuerpo, no interesase órganos vitales que le hiciesen morir, ya que le querían vivo durante horas en lo alto del palo, y además haciendo hincapié en que el verdugo había de esmerarse en hacerlo así, porque si no, corría el riesgo de que se lo hiciesen a él. Yo creo que nunca las páginas de un libro me habían producido un horror equivalente, hasta el punto de sentir el estómago revuelto durante un buen rato. Y eso que cerré el libro en cuanto vi cómo iba el asunto. Pero con esto no quiero desanimar a nadie, porque es una circunstancia puntual, no es que sea todo así.
Faulkneriano, la mejor información sobre cualquier tema hoy en día, y sobre todo la más inmediata, pasa por Internet. Yo no es que quisiese comprender bien de golpe todo el damero yugoslavo, pero el caso concreto de Bosnia sí que me interesa y después de intentarlo y ver lo difícil que es, llegas a la conclusión de que siempre te va a faltar alguna clave. Pero bueno, algo sí que se avanza.

@sedacala hace 9 años

Era yo.

@Tharl hace 9 años

Suena interesante! Leí mucha novela histórica en su momento, por eso, por "aprender". La lei hasta hartarme para el resto de mis días. Pero como decís, este libro parece hacer que el género merezca la pena.
Leyendo la reseña me he acordado de otra ciudad y otro libro, ensayo esta vez, parecido y que también quisiera leer algur dia: Salónica www.sopadelibros.com/book/ciudad-dee-espritus-salonica-desde-suleimn-magnfico-hasta-nazi
Buena reseña sedacala, no conocía al autor y anotado queda.