LA INSOPORTABLE NIMIEDAD DEL VIVIR por FAUSTO

Portada de NADA

Es extraño como tropecé con este libro: un apasionado alegato de una famosa y veinteañera youtuber (un fenómeno que me sobrepasa…). Mi curiosidad me hizo buscar más información sobre esta novelita “juvenil” (más adelante matizaré el entrecomillado), leer diversas opiniones y, para mi sorpresa, descubrí que trataba con un título de una extraordinaria repercusión que había impactado en el actual mundo literario. Los diferentes juicios que tuve a bien de ojear eran prácticamente una dicotomía: los más numerosos, como el que me llamó la atención, ensalzaban y vitoreaban las cualidades del relato; y algunos minoritarios que atenuaban su transcendencia o renegaban atribuir al texto cualquier mérito. Mi particular parecer participa de esta divergencia, aunque no llega a ser salomónico, me inclino más por la virtud y el interés que suscita o, por lo menos, las carencias no echan por tierra el provecho de su lectura.
Pero lo que definitivamente tuvo la “culpa” de embarcarme en esta original historia, además de por su brevedad, fue la intrahistoria de la publicación. Una editorial danesa se dirigió a la escritora sugiriéndole una obra juvenil, que, siendo novata en estas lides y tras unas vacilaciones, finalmente acepto el reto. Sin embargo, una vez terminado el texto, el desafío residió en la edición: primero con una fuerte oposición del propio editor y después de la publicación con numerosas prohibiciones en escuelas, comunidades y países tan “liberales” como Dinamarca, Noruega, Francia o Alemania. Esta inconcebible, rancia y necia inquisición literaria en pleno siglo XXI (Einstein ya lo anunció: no hay límite para la estupidez humana) fue el resorte de mi atípica elección.

Debo reconocer que no me atrapó el argumento hasta pasado aproximadamente el primer tercio de la trama. Hasta ese momento me pareció una amable e ingenua fábula moral, en la cual una escritura sencilla (a veces se puede tomar por simple), directa, sin estridencias, con escenas repetitivas y construcciones de personajes planos no ayudaban a enriquecer el motivo del relato. No obstante, conforme la historia va ganando en truculencia y dureza, mi perspectiva va cambiando hacia una mayor complejidad temática, un renovado interés en diálogos y circunstancias, donde la “fábula” se va desfigurando en una desgarradora narración crítica, alegórica, existencialista y metafísica; con un ligero “tufillo” al relato volteriano, lógicamente sin entrar en consideraciones estilísticas y el uso del sarcasmo.

El inicio de la novela es un claro guiño a “El barón rampante” de Calvino: un niño se sube a un árbol que promete no volver a pisar el suelo. En este caso, Pierre Anthon de 14 años se encarama al árbol proclamando una revelación íntima: “Nada importa. No merece la pena hacer nada.” Ante tal desalentadora manifestación sus compañeros y amigos de clase intentaran demostrar su error buscando el sentido de la vida. Unos adolescentes que, como los juveniles personajes de Hesse, se cuestionan su propio interior y el mundo adulto que les ha tocado vivir. Una odisea introspectiva y vital que les hará revelar la importancia de símbolos transcendentales (lo material, la apariencia, la ilusión, la religión, amistad, amor, familia, inocencia, integridad, crueldad, intransigencia, muerte, etc.) en que se compone la vida. La identidad a estas edades, tan maleable, sensible y espontánea como cruel, hará aflorar la vena irracional y brutal del ser humano llegando hasta límites insospechados, un concepto anteriormente ya expuesto con acierto en “El señor de las moscas”. No sólo conocerán el valor (objetivo o subjetivo) de todo significado que se atribuye a la vida, sino el “precio” que les otorgamos, el hallazgo de nuestra genuina y fea personalidad desnuda o el siniestro conocimiento de una humanidad en la que todos estamos incluidos. En definitiva, un desconcertante retrato psicológico individual y social.

Por todo lo expuesto me resisto a denominar novela juvenil a “Nada”, si bien las preguntas existenciales (atemporales y universales) se despiertan a estas edades, éstas nos acompañan ya durante todo nuestro efímero tiempo y sólo algunos podrán responderlas satisfactoriamente (¡menuda quimera!) tras un gran esfuerzo intelectual, espiritual, de creencia, de candidez…, vete tú a saber. La tesis de fondo va más allá de la esfera juvenil, no obstante, y es otra de sus virtudes, puede adaptarse a diferentes niveles de lectura.
Una corta, inquietante y polémica novela que, además de entretener, espolea conciencias e incita a la reflexión. ¡Qué puñetera y traicionera llega a ser la vida!

Escrita hace 10 años · 5 puntos con 3 votos · @FAUSTO le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@Guille hace 10 años

En general, coincidimos bastante en lo que deices sobre la novela, en algunas incluso literalmente :) .

Ahora pondré lo que yo escribí es su momento sobre la obra.

@FAUSTO hace 10 años

Hola Guille, pues tienes razón, coincidimos bastante, por no decir completamente, en las líneas fundamentales del relato, incluso en aspectos negativos como es la mediocre redacción. Pero el atractivo contenido “perdona” el modo literario, ya que una vez habituado al estilo no merma la esencia de la historia.
A saber si la escritora estuvo influida por el cliché del género juvenil que tiende a empobrecer la narración para hacerla más accesible. En fin, son cuestiones que escapan de mi experiencia, puesto que en mis adolescentes lecturas, salvo en contadas ocasiones, no he manejado estos “artículos” juveniles. Para mí, lo único que se puede considerar juvenil es la cuestión literaria, y es una lástima, lo que hubiera mejorado (o quizá no, ¡quién sabe!) con una escritura más “adulta”.

@Guille hace 10 años

En lugar de empobrecer la narración para hacerla "literariamente" más accesible, yo diría más bien que el objetivo de la autora es dramatizar pensamienos filosóficos o, más bien, preguntas filosóficas y que así sean de más fácil asimilación. Es una obra que persigue provocar el debate, hacer pensar. Quizás hacerlo más "literario" podría entorpecer el mensaje más que facilitarlo.

@FAUSTO hace 10 años

No me refería al tratamiento de las preguntas filosóficas, ese punto me parece correcto y adecuado para la parábola que quiere transmitir la autora. Mi “queja” viene estrictamente de la forma de narrar un tanto cíclica y repetitiva, junto con su análisis de los personajes. Son figuras demasiado insulsas, esquemáticas y un tanto simples, incluso para una edad como la adolescencia. Ya que antes le he mencionado, no esperaba un estudio exhaustivo a lo Hesse, pero si un poco más de profundidad; y no creo que, a priori, esto hubiera desvirtuado las ideas filosóficas.
Dicho esto, vuelvo a repetir que es una mera conjetura, un brindis al sol, es imposible saber si esos retoques hubieran sido positivos a la historia. Lo esencial es que el texto funciona a pesar de (o gracias a) esos detalles, por lo menos para la mayoría de los lectores y, hasta ahora, para los únicos soperos que hemos leído la novelita.

@Guille hace 10 años

Muy de acuerdo contigo en ese carácter esquemático de los personajes, sin profundidad alguna. Esa es la razón por la que titulé mi reseña "Novela de ideas": son las ideas los personajes y los personajes únicamente vehículos para que estas se muevan y nos lleguen. Por eso pienso que no es un fallo de la obra, que la obra está así pensada y desarrollada y creo, al igual que tú, que el texto funciona.

@Tharl hace 10 años

Cada vez me gustan menos las novelas-tesis o las novelas de ideas. Para leer ideas sin un valor "literario", prefiero leer ensayo... No creo que lea a esta "youtuber"; pero me ha picado la curiosidad ¿a qué se ha debido el escándolo y la censura de la novela?

Muy interesantes reseñas (las dos) y comentarios.

@Guille hace 10 años

Pues la verdad es que no sé a qué ese escándalo. Me imagino que hay muchos que todavía creen que los jóvenes son inocentes personitas a las que no hay que inquietar. Pero no hay en el libro nada que no hayamos leido en El señor de las moscas, por ejemplo, aunque peor contado.

@FAUSTO hace 10 años

Gracias, Tharl. La youtuber fue quien me descubrió la obra al ver un video suyo, y su recomendación tan entusiasta del libro y defensa de la autora (más tarde entrevistó a Janne Teller) hizo que me interesase.
La censura se debió principalmente por la espiral de violencia y el fanatismo de los protagonistas, alguna que otra aberración y varias “blasfemias”. Según algunas instituciones educativas y religiosas era una lectura perturbadora y perjudicial para los jóvenes. Reconozco que hay escenas duras que me sorprendieron, pero de ahí a que sea prohibida y desacreditada media un abismo, eso sí que es una aberración y una blasfemia, y más en estos tiempos actuales. Como apunta Guille y se menciona en ambas reseñas, la crueldad de la juventud ya había sido descrita en “El señor de las moscas”, aunque no recuerdo si pueden ser comparadas en ese sentido. Posiblemente la calificación como lectura “juvenil” (insisto: para mí no lo es) fue el desencadenante para condenarla como tabú.
Si no recuerdo mal la información que leí en su día, en España fue publicada en el 2010 cuando ya habían pasado 10 años de la edición original.

Hombre, alguna cualidad “literaria” tiene, y las cuestiones filosóficas (además con connotaciones en otras características: sociológicas, psicológicas, éticas, religiosas, artísticas…) son las que en alguna ocasión nos hemos preguntado, y en especial en la adolescencia. Todos, o casi, hemos sido alguna vez nihilistas como Pierre Anthon, y asimismo hemos tenido momentos que hemos encauzado nuestra vida a unos determinados valores. En un sentido real, vital, más personal y de una forma más “inmediata” puede resultar más útil y directo que cualquier ensayo. Con esto no quiero desprestigiar la filosofía o el ensayo, pues me encantan y soy un lector asiduo, simplemente que este librito puede ayudar a la reflexión sin intrincados sistemas filosóficos o sesudos pensamientos. Si buscas una novela con este propósito merece realmente la pena.
En fin, una historia entretenida (aunque algo tardé en coger el pulso), con mensaje y, sobre todo, que se lee en un santiamén.