DETECTIVISMO Y MISTERIO EN LA IRLANDA DEL SIGLO VII por EKELEDUDU

Portada de CICUTA AL ANOCHECER

La Hermana Fidelma es un personaje que muchos lectores conocerán por las novelas de su creador, Peter Tremayne, pero que inició sus andanzas en el cuento. CICUTA AL NOCHECER es precisamente una primera antología de cuentos protagonizados por la religiosa, tanto de los que precedieron a las novelas como de otros posteriores a algunas de ellas. Para quienes nunca antes hayan oído hablar del personaje, la Hermana Fidelma es una dálaigh, una abogada de la Irlanda del siglo VII, que posee una notable capacidad para resolver crímenes y misterios. Por lo tanto, estamos ante una amalgama, una muy eficaz, por cierto, de lo detectivesco y lo histórico, un poco al estilo de EL NOMBRE DE LA ROSA, de Umberto Eco, pero, si cabe, más sorprendente todavía.

En efecto, quienes leímos DE CÓMO LOS IRLANDESES SALVARON LA CIVILIZACIÓN, de Thomas Cahill, tuvimos ya una primera aproximación directa a la Irlanda de los siglos inmediatamente posteriores a San Patricio; si bien conocíamos datos previos a través de obras como VICARIOS DE CRISTO, de Peter de Rosa, que de refilón hablaban un poco de temas relacionados como, en el caso expuesto, la Iglesia Celta y su amplia permisividad en ciertos aspectos, como el sexual. Pero es a través de estas ficciones de Peter Tremayne que nuestro asombro llega al tope, porque el autor presenta un sistema legal, el llamado sistema Brehon, asombrosamente similar al nuestro. Si se tomó licencias al presentarlo en estos libros, es algo que no sabemos, pero suponemos que habrán sido pocas, porque Tremayne es un experto en ese sistema, y si una de sus intenciones con sus libros es, como afirma en la introducción, presentarlo "a una audiencia amplia", lo lógico es pensar que no falseó ni inventó salvo, y como mucho, allí donde los conocimientos actuales sobre el tema pudieran contener lagunas.

Algo indiscutible es que estos quince cuentos resultan sumamente entretenidos. En cuanto se exponen los detalles del crimen o misterio de turno, el lector, por supuesto, no puede menos que tejer conjeturas por su cuenta conforme a las pistas que ofrece Tremayne. Si bien éste no siempre juega del todo limpio con sus lectores, porque a veces la Hermana Fidelma sabe algo que el lector no, la verdad es que la mayor parte del tiempo es uno mismo el que pasa por alto una pista que sí se indica.

Muchas de esas distracciones por parte del lector metido a detective tienen que ver, por supuesto, con el hecho de que es a la vez turista en un mundo para él desconocido e interesante, y a veces la trama pierde interés en beneficio del escenario donde transcurre la misma; y no precisamente porque la trama aburra, sino porque el entorno fascina y despierta una curiosidad prácticamente imposible de satisfacer. ¿Realmente se tenían en cuenta, en aquel lugar y en aquella época, sutilezas como el ángulo desde el cual debía haber sido disparada una flecha para dejar determinada herida en un cadáver? Seguramente, a lo largo de la Historia hubo siempre alguna mente sagaz, atenta a detalles así, como la Hermana Fidelma; pero el problema es que el ejemplo que dimos ni siquiera lo expone Fidelma, sino otro personaje, y hay otros ejemplos por el estilo. ¿Existía una medicina forense tan avanzada? ¿Y de veras los misioneros irlandeses conocían una especie de arte marcial sin armas que les permitía defenderse de eventuales atacantes, o es una licencia de Tremayne? Si no lo es, ¿por qué ningún ensayo literario o sitio de Internet nos habla del Troid-Sciathagid, como llama el autor a dicha forma de defensa?

Podríamos preguntarnos qué rayos importa todo esto, si los cuentos igual son entretenidos, y la pregunta sería válida. Tal vez por momentos la protagonista parezca demasiado racional para la época, pero sigue siendo creíble. ¿Acaso cada época no contó con sus adelantados a la misma? Y por otra parte, a veces la mismísima Hermana Fidelma amenaza sucumbir a la irracionalidad general, como en NUESTRA SEÑORA DE LA MUERTE. Y cuando no ella, de todos modos el entorno es convenientemente supersticioso, como en UN GRITO DESDE EL SEPULCRO, donde hasta un bravo guerrero queda amedrentado ante un hecho en apariencia sobrenatural (aunque eso de hombres excepcionalmente valientes poniéndose a temblar de ridiculeces, pensándolo bien, también es bien actual). En suma: si por lo demás está muy bien escrito (¡y vaya si lo está!), ¿qué importancia tiene hallar respuestas a las preguntas expuestas más arriba?

Bien; lástima que EL CÓDIGO DA VINCI también es una novela interesante, y ese hecho, cuando recién apareció, no impidió que miles de lectores alrededor del mundo nos preguntáramos qué había de cierto respecto al Sangreal, el matrimonio de Jesús y María Magdalena y demás. Sólo que con EL CÓDIGO DA VINCI tuvimos más suerte, porque al convertirse en semejante éxito de ventas, propició la aparición de muchos libros (una plaga, diría yo) explicando, cada uno con su propia cuota de credibilidad (porque no todos eran confiables), qué era cierto y qué no lo era en la trama de aquel famoso best-seller. Lamentablemente, Peter Tremayne tiene su fama, pero ni soñar con alcanzar los récords de aquella novela de Dan Brown; así que habrá que resignarse, porque, por ejemplo, del Troid-Sciathagid, en Internet no se nos habla si no es en el contexto de las novelas y cuentos de la Hermana Fidelma. Mala suerte... Por excelente que sea la lectura, como es el caso.

Escrita hace 10 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

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