DESPERTANDO A MR. HYDE por EKELEDUDU

Portada de JUSTINE O LOS INFORTUNIOS DE LA VIRTUD
El autor de esta reseña ha idicado que contiene spoiler, mostrar contenido.

A Donatien Alphonse François de Sade (1740-1814), mejor conocido como Marqués de Sade, se lo ha satanizado o elevado a lo alto de pedestales dependiendo de la época y/o la persona que lo evaluara. En mi opinión, ambas posturas son extremas e inmerecidas. En lo que hace a su vida privada, lo malo fue que la misma no existió, ya que la hizo pública, pero de lo que debería haber quedado en privado, no hizo nada, que yo sepa, que no hicieran también muchos otros nobles franceses de su época que, sin embargo, mantenían en reserva y disfrazaban bajo máscaras de santurronería cuando fingían escandalizarse con las extravagantes andanzas sexuales del Marqués. Por otra parte, parece que mucho de lo que hacía éste era a título experimental; si bien, ¡vaya experimentos!...Como sea, fingir escandalizarse, vaya y pase en tiempos de la Revolución Francesa; pero hacerlo ahora ya es anacrónico y ridículo. Pero todo esto no quiere decir necesariamente que el Marqués fuera bueno escribiendo, y los resultados en este sentido se prestan a amplio debate. La obra suya que ahora nos ocupa, LOS INFORTUNIOS DE LA VIRTUD, es la primera que escribió, y la más moderada. Posteriormente, su editor lo instaría a escribir obras "convenientemente sazonadas" (sic; léase: "muy amorales"), y él satisfaría ampliamente esa demanda. Vale la pena recalcar, de paso, que si el editor lo apremiaba de esta manera, no era precisamente porque quisiera quedarse él con toda una edición de un libro invendible: lo perverso tiene éxito. Y LOS INFORTUNIOS DE LA VIRTUD, aunque sea el primero y más moderado de Sade, como dijimos, es de todos modos un asombroso compilado de depravaciones y maldades; no hablemos ya de las otras.

Trata acerca de dos hermanas, Justine y Juliette, que separadas siendo aún muy jovencitas, permanecen sin reencontrarse durante años. A lo largo de los mismos, Juliette se inclina hacia la vida licenciosa. Un día se encuentra con una muchacha llamada Sophie que resultará en realidad ser Justine, pero a la que no reconoce de inmediato. Justine-Sophie está a punto de sufrir la pena máxima por un crimen que no cometió, lo que viene a ser la cereza coronando la torta. La torta serían unos cuantos años de virtud recompensada con ingratitud, castigo y dolor. La mayor parte del libro es el relato que Justine-Sophie hace a Juliette de sus desventuras; concluido el mismo, ambas hermanas se reconocen, y Juliette logra que su amante se haga fiador de la inocencia de la condenada, consiguiendo que sea liberada. Pero Justine no se beneficia de ello, porque enseguida la mata un rayo, y la hasta entonces licenciosa Juliette decide, a partir de ese momento, vivir en la virtud.

Fin de una historia floja por demás, y con un final todavía más flojo que el resto. Porque hasta entonces Juliette la había pasado en grande viviendo en el vicio, en tanto que la virtuosa Justine, tras una vida de penurias a causa de su naturaleza virtuosa, termina muerta por un rayo, como si el mismísimo Todopoderoso repudiase una conducta tan recta y aprobase, en cambio, el libertinaje de su hermana; así que no tiene pies ni cabeza que ésta tome la piadosa decisión de vivir conforme a los mandatos del Señor. Mucho más creíble es la encendida loa al pecado que Juliette concluye haciendo en HISTORIA DE JULIETTE, O LAS PROSPERIDADES DEL VICIO, que en 1801 publicó Sade en una nueva versión de este personaje.

LOS INFORTUNIOS DE LA VIRTUD es apenas poco más que pornografía interesante, opinión que sin embargo tiene su valor si viene de alguien que, como yo, es asexual y suele aburrirse con casi cualquier otro material de esta índole. El punto fuerte está en la descripción de las penurias -exageradas e improbables- que atraviesa Justine-Sophie, y que demuestran la frondosa imaginación de su autor para lo amoral y perverso, como también su acierto para despertar el morbo de sus lectores. Es muy probable que quienes tanto ensalzan la supuesta genialidad del Marqués se basen precisamente en ese talento suyo para recordarnos que la perversidad es inherente al ser humano, y que nadie está del todo exento de ella. No en vano uno de los pasajes más sádicos (¡precisamente!) y, quizás, más releídos, transcurre en un convento. Sade nos saca a pasear al Mr. Hyde que todos llevamos dentro, lo que no está mal, siempre y cuando el Dr. Jeckyll siga al mando. Pero el problema es que no debería descartarse totalmente la posibilidad de que uno o más desquiciados pudieran encontrar en Los infortunios de la virtud inspiración y material didáctico, y decidieran recrear en la realidad algunas de las fantasías de este libro. Con lo que Mr. Hyde quedaría sin freno, dando la razón a los detractores del Marqués. Salvando ese detalle, ciertamente importante, este libro no está tan mal para descubrir y explorar el lado oscuro de la propia personalidad; ahora, citarlo entre las grandes obras de la literatura universal, ya me parece cosa de manicomio.

Escrita hace 10 años · 5 puntos con 1 voto · @EKELEDUDU le ha puesto un 8 ·

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