LA FAMILIA SAMSA por Tharl

Portada de LA METAMORFOSIS

En mi edición de los relatos de Kafka publicados en vida, La metamorfosis (La transformación) ocupa un lugar central. Después de un paseo gris por Contemplación, La condena y El fogonero, tenía muchas ganas de rencontrarme con aquella novela corta que tanto me sorprendió a los 16.

Ahora que lo he (re)leído mi imagen sobre Franz Kafka comienza a transformarse. Creo que la lectura de Kafka requiere de una sensibilidad y/o una inteligencia de la que carezco. Favorece a un tipo de lector racionalista, apasionado por las alegorías, las adivinanzas y el juego de encontrar símbolos y significados ocultos. Un modo de hermenéutica del que me encuentro algo distanciado. Sin esto, es difícil que los monótonos grises de Kafka mantengan la atención. La sencillez y concisión léxica en largas oraciones de sintaxis alemana, ese distanciamiento alienado, con pensamientos desapasionados y obsesivos de personajes grises… Es una escritura de quirófano, aséptica y gris que me a menudo me supera. Con todo, La metamorfosis es, de cuanto he leído del autor, el único relato que pude leer sin que divagara o se adormeciera mi atención al menor descuido.


El relato comienza con una fuerza poderosa. “Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de unos sueños intranquilos, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso bicho”. Unos sueños intranquilos. Se encontró. Se… El bisturí de Kafka comienza afilado y conciso y juega a insinuar un trastorno psicótico más que una transformación física. El diagnóstico, como pretende Gregor, pende de la confirmación y reacción de los demás. Sí, parece ser un bicho. Y solo tiene pensamientos para su trabajo y su familia. La sensación de extrañeza domina todo el relato, pero en esta primera parte realmente se justifica el concepto kafkiano. No pude separar la mirada ni un instante en esta primera parte, necesitaba conocer la reacción de los personajes.

Los siguientes capítulos repiten el mismo esquema: intento de adaptación de Gregor a su nueva situación, sublevación contra ella, salida del cuarto en busca de contacto con su familia, rechazo y castigo. Cada vez Gregor desciende más bajo, pero la historia va perdiendo fuelle. La sensación de extrañeza va cediendo paso al juego interpretativo de buscar significados ocultos. La importancia decisiva de un escritorio, lugar de trabajo de Gregor (y de un escritor); los significados sexuales y fetichistas de la defensa a ultranza de la fotografía de una señora envuelta en pieles y el enfurecimiento de su hermana -única vez que se dirige a él desde la transformación-; los posibles significados de la manzana antes de ser el bicho arrojado a su cuarto, condenado y herido; la fusión de la música con el personaje de la hermana y el deseo de raptarla a su guarida; los juegos de tamaños entre Gregor y su padre; o ese levantamiento erecto de la hermana en busca de esposo con el que termina el relato. Habrá quien disfrute hilvanando los distintos significados e interpretaciones, cada una más abstractas que la otra, o referidas a la biografía del escritor, y habrá quién pueda pasarse horas preguntándose ¿por qué se transforma en un escarabajo?, ¿de veras es una transformación real o es un trastorno psicótico de Gregor del que no podemos separarnos por la técnica de focalización interna?, ¿puede ser que simplemente los demás estén reaccionando a su trastornada conducta?, ¿qué significa el escarabajo?, ¿un parásito?, ¿símbolo de la (auto)marginación?, ¿como Kafka, como un escritor, como un judío, como un burgués, como un hijo?, ¿una parábola masoquista sobre el precio a pagar por decidir dejar de ser un miembro activo y productivo para la familia y la sociedad y dedicarse a escribir, a lo que a uno le gusta?. Yo soy muy simple y me quedo con las sugestiones que me provoca la sumisa (auto)marginación de Gregor y, sobre todo, el relato de la familia Samsa.


Hay algo demasiado fantasmagórico en la familia Samsa para tomármela en serio en una dimensión real. Un padre autoritario, una madre débil, una hermana manipuladora y un hijo escarabajo. La metamorfosis podría ser un cuento de terror: la historia de una familia que vampiriza a su hijo, y su reacción cuando éste se convierte en una carga. Pobre del futuro marido de Grete.

El personaje de Gregor me parece demasiado autocomplaciente, demasiado víctima. Resulta irritante la descripción de su inocente autoengaño continuo y contrastado con la realidad de los hechos. Por su parte, la madre es una criatura endeble y superficial que sigue los vientos de su familia, luego son el padre y la hermana los que realmente me interesan.

El padre es presentado como el antagonista del relato. A medida que Gregor -cabeza de familia en funciones antes de la desgracia- se deteriora y encoge, su padre se crece -en un momento dado parece hasta capaz de pisar al bicho-, toma aparentemente las riendas de la casa y asciende en dignidad. El punto álgido es tras el fin del bicho, cuando el padre cobra la suficiente dignidad como para expulsar a los molestos inquilinos de su casa. ¿O tal vez sea en conmiseración por su hijo? En cada parte, el padre es el ejecutor de los castigos hacia Gregor. Pero bajo la presencia autoritaria del padre hay un poder más sutil y fascinante: el que ejerce la hermana.

En la relación de Gregor con su hermana hay algo viciado e incestuoso mediado por la música y la promesa del conservatorio. Se muestra sutilmente en el conflicto del cuadro de la mujer de las pieles y más abiertamente en la escena del violín, donde Gregor se arrastra con el deseo de raptar a su hermana a su cuarto para siempre, como si de un dragón se tratase. Aparentemente Grete es la única que, inicialmente, trata a su hermano-bicho, con atención y piedad tras la desgracia. Pero también le toma desde el principio como un bicho, como ‘eso’, sin ningún intento de comunicación (salvo cuando su hermano “se pegó sobre el cristal [de la fotografía de la mujer], que le sujetó y alivió el ardor de su vientre”). Haciendo del cuarto del hermano su dominio, de su cuidado sus tareas, la hermana va cobrando poder sobre él y a través de él,en la familia. En realidad es ella la responsable de cada castigo infligido a Gregor, aunque sea el padre la mano ejecutora. Ella traiciona a su hermano cuando dice “Gregor se ha escapado” ¿está malinterpretando su intento de ayudarla?, ¿está castigando la sublevación de Gregor a sus caprichos de vaciar su habitación de muebles?, o ¿está castigando el numerito de la fotografía? Será ella, después, quien dirá a sus padres que hay que deshacerse del bicho, persuadirá al padre y despejará toda duda posible sobre si puede o no comunicarse. Y, finalmente, ella será la primera en levantarse y estirar su cuerpo joven al salir del tranvía.

Sin poder interesarme demasiado en sesudas preguntas y abstractas divagaciones, me quedo con este relato e interpretación. Y con la desagradable sensación de que no estoy leyendo más que el desproporcionado y tendencioso ajuste de cuentas de un hombre resentido con su familia.

Escrita hace 10 años · 0 votos · @Tharl le ha puesto un 7 ·

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