BUEN LIBRO, PERO... AY... ESE FINAL... por EKELEDUDU

Portada de LA SEGUNDA MUJER

Paul Klein, un hombre relativamente joven -no recuerdo si se dice su edad, pero andará por los treinta y varios o los cuarenta y pocos- es tembién un relativamente reciente viudo, padre de dos hijos, la adolescente Hillary y el niño Bobby. A Paul le duele su viudez y a Bobby la pérdida de su madre; Hillary es la que mejor sobrelleva el penoso trance, se comporta como cualquier adolescente normal, tonteando con chicos varios, siendo Peter el que por ahora está de turno en su agenda. La difunta esposa y madre se llamaba Jane y viene a significar en este libro una especie de versión mucho más bondadosa de otra difunta, Rebeca, en el libro homónimo de Daphne du Maurier. La diferencia es que mientras que a Rebeca la había matado de un tiro su propio esposo porque la odiaba, jane se había hecho amar entrañablemente por su marido y sus hijos. Por lo demás, la ausencia de Jane, paradójicamente, llena la casa de la misma manera que la de Rebeca llenaba Manderley. No en vano la casa de los Klein sigue siendo LA CASA DE JANE, según reza el título original en inglés.

Pero Max de Winter encontró una sucesora para Rebeca; y Klein, impensadamente, encontrará otra para Jane. Su elegida será Ruth, y la razón de su elección no se debe a que se parezca a Jane, sino precisamente todo lo contrario: mientras ésta era un ama de casa ejemplar, Ruth es una mujer liberada y dedicada a su profesión -es publicitaria-; y profesionalmente es que Paul se topará con ella por primera vez. Sintiéndose obligado a optar por otra agencia publicitaria, Klein buscará un pretexto para seguir viendo a Ruth, y en vista del que encuentra, creo que mejor papel haría presentándose por casa de la susodicha so pretexto de estar buscando un camello extraviado. Pero Ruth dará por bueno el pretexto de marras, y de a poco va concretándose una relación. Sin embargo, la misma tendrá que sortear varios escollos. Bobby será el primero: cuantos intentos haga Ruth por congraciarse con él, terminarán en fracaso. Lo único que a Bobby le gusta de ella es su gato, Marmaduke. El segundo obstáculo será Sylvia, la madre de Jane. Hasta entonces suegra afable y abuela afectuosa, Sylvia de repente se revelará una especie de Mrs. Danvers agria y venenosa, aunque con mucho menos poder que la temible y recordada ama de llaves de REBECA. El tercer escollo, increíblemente, pasará a ser en algún momento el propio Klein, quien eligió a Ruth porque no se parecía a Jane y, de repente, empezará a exigirle que actúe como esta última.

LA SEGUNDA MUJER podrá no ser muy original, y quizás oler a best-seller barato, pero ya se sabe que no es tanto qué se hace, sino cómo se hace. Se debe reconocer que el final es flojísimo y poco creíble, pero al resto del libro no es posible criticarlo demasiado. Por supuesto, el tema central, los esfuerzos de la familia Klein para sobrellevar la pérdida de Jane, es trágico, pero Robert Kimmel Smith se permite pinceladas de humor negro e irónico, que alcanzan niveles desopilantes cuando Paul, feroz perro del hortelano que descubre a Hillary y Peter enredados bajo su mismo techo, viene a corroborar la perfecta validez de la Ley de Murphy en un incidente trivial que redundará en una excursión, en saco y corbata (no precisamente el mejor atuendo para tal aventura), por el tejado. LA SEGUNDA MUJER, entonces, no le cambiará la vida a nadie, pero entretendrá sobradamente, y sólo es de lamentar (muy de veras) el final, al que yo, psicológicamente, no le encuentro pies ni cabeza. Me suena a conejo sacado de la galera de un mago. Por supuesto, puedo equivocarme; tengo amplísima experiencia en ello.

Escrita hace 10 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 7 ·

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