DE LA VANIDAD A LA SENCILLEZ por Tharl

Portada de EL PADRE SERGIO

Última novela corta de ese tríptico formado por “La muerte de Ivan Ilich”, “El diablo” y “El padre Sergio”. Las tres novelitas (por su tamaño) fueron escritas por Tolstoi tras sufrir la gran crisis religiosa que le enfrentaría con la Iglesia Ortodoxa y con su familia, le hizo abandonar toda pretenciosa ambición, rechazar sus obras maestras anteriores y entregarse a una religiosidad basada en la renuncia y la sencillez más allá de los dogmas. Esta preocupación por el pecado -sobre todo la lujuria y la vanidad-, la entrega a Dios y la renuncia de lo mundano, y el “Verdadero” sentido de la vida terrenal es una constante que enlaza los tres relatos largos y les pone en diálogo entre sí, sobretodo “La muerte de Ivan Ilich” y éste.

Si en “La muerte de Ivan Ilich”, entre otros muchos temas puestos a relucir ante la presencia de la muerte (de ahí que sea la novela corta más lograda de esta época del autor), Tolstoi se interesaba por la liberación de las cadenas sociales-burocráticas que asfixian al espíritu mediante la ambición, la vanidad y la aprobación, y en “El Diablo” hacia algo similar en lo que respecta a las convenciones que impiden al protagonista ser él mismo; en “El padre Sergio” hace lo mismo pero aplicado a la carrera eclesiástica y sus instituciones: solo la renuncia a toda carrera eclesiástica y a toda ambición libera el espíritu y lo acerca a Dios; el único método para ello es vivir con humildad y total renuncia al margen de las instituciones. No es de extrañar que la Iglesia Ortodoxa le excomulgara.

El estilo de Tolstoi es idéntico al de los otros dos relatos: un estilo depurado, sencillo que va directo a la narración en detrimento de las descripciones (pero con algunas soberbias como la mutilación del padre Sergio), interesado ante todo por la psicología del protagonista de una forma penétrate pero excesivamente analítica y algo fría. Sin embargo, mientras que en “La muerte de Ivan Ilich” contaba con pequeños detalles de lo más enriquecedores, con una crítica más amplia y actual, un tono más logrado y una mayor variedad de temas tratados, y en “El diablo” había cierto toque perverso y autodestructivo de lo más inquietante, en este híbrido cristiano entre “Nazarín” y “Simón del desierto” no encontramos otra cosa que la destrucción de un yo con sus ambiciones y orgullo en pos de la más sumisa sencillez.

Escrita hace 10 años · 4.7 puntos con 3 votos · @Tharl le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@lucero hace 10 años

No te gustó mucho Tharl, si nos atenemos a la calificación que le diste. Para mí es un relato muy humano pero algo predecible.
En algún momento Sergio molesta por su soberbia moral y en otras por su sumisión sacrificada.
Pero es un hombre, como todos los maravillosos personales de Tolstoi.