LOS BENEFICIOS DE LA EDUCACIÓN por EKELEDUDU

Portada de OLTAR Y LOS TRES DRAGONES

En un mundo sin nombre, el reino de Alarion se enfrenta a la amenaza de Mórgoran, tiránico mago que avanza desde el norte conquistando las tierras que encuentra a su paso. Desatendiendo otros asuntos de gobierno como economía y educación, Brailor, el rey de Alarion, se concentra en la defensa, con un éxito cada vez menor. Mientras tanto, la vida sigue, porque el soberano se encarga de que no cunda el pánico, y además, los niños viven en su propio mundo. Para los hermanos Pridas, de onde años, Siolo, de nueve, y Oltar, de seis, ese mundo es en gran medida el de las alucinantes historias que narra el viejo Margus: historias de temibles criaturas que merodean por el bosque y de tesoros malditos. Y en busca de un tesoro, precisamente, se aventuran imprudentemente Pridas y Siolo, arrastrando al renuente y temeroso Oltar. Hallan el tesoro... y con él a Dangok, el dragón que lo custodia. Dangok no es un reptil codicioso como Smaug el Dorado o Crisófilax Dives: realmente sólo custodia un tesoro que es producto de un robo y al que cree, en consecuencia, que nadie tiene derecho. Suele devorar a quienes intentan robarlo, pero esos tres chicos le plantean todo un dilema para su sentido de justicia: ¿cómo puede deglutirse a esos tres críos que ni saben lo que hacen?... Finalmente, decide proponer un acertijo a cada uno de los niños: quien lo resuelva salvará su pellejo y hasta se llevará una mínima parte del tesoro; quien no, irá a su buche.

Opine lo que opine Dangok (quien, hay que reconocerlo, proponiendo acertijos resulta mucho menos alevoso y temible que Gollum), a mí me parece que Oltar salva su pellejo de puro suertudo (como Bilbo Bolsón acertando el acertijo del pez, o el del tiempo). Como sea, sale de la cueva, no sólo ileso, sino llevándose la ínfima parte del tesoro prometida, y una espada sin bautizar. No diremos aquí cómo les va a sus hermanos. Y poco después de este incidente, el viejo Margus desaparece misteriosamente tras hacer un comentario harto enigmático, que permite suponer que lo veremos de nuevo en algún momento, en este libro o en cualquiera de sus continuaciones aún no publicadas.

Ahora bien, Oltar decide emplear su parte del tesoro en instruirse debidamente, lo mismo en ciencias como Historia y Geografía que en el arte de la guerra. Así es como, unos años más tarde, su fama como estudiante llega hasta la mismísima corte de Brailor. Y no diremos más, pero es evidente que a partir de ese momento tanta instrucción demostrará no ser un desperdicio.

Maximiliano Vargas sostiene que tendría que mejorar sus descripciones de lugares, y si uno lo piensa, sí, tiene razón, pero su forma de llevar adelante el relato es lo bastante hermosa y amena para que uno no lo note. Creo que son otros los posibles puntos débiles de este relato. Por ejemplo: los buenos parecen todos demasiado perfectos. En EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, Pippin era bastante tonto, y Sam resultaba muy pesado con Gollum. En las leyendas artúricas, Kay era un fanfarrón insoportable. En los personajes buenos de OLTAR Y LOS TRES DRAGONES no hallamos tales fallas de carácter salvo, como mucho, ignorancia, tontería en algunos de ellos; tal vez alguno es menos valiente que otro. Ah, y tienen menos sentido del humor que yo, que soy bastante amargo. Eso es todo. Llama especialmente la atención que Oltar, a sus seis añitos, se interese tanto por la educación; aunque esto podría justificarse por la importancia que siempre se da a lo que más escasea, y en Alarion, según dijimos al principio, ese rubro estaba muy desatendido.

Los dragones de Vargas, cuando la juegan de buenos, resultan majestuosos, señoriales; pero a los del otro bando les encuentro algo de villanos de opereta (igualmente, si hay "tres" dragones, "dos" son malos y "uno" bueno, o al revés, y no queremos adelantar aquí la proporción correcta). Es que en mi humilde punto de vista, no necesariamente compartido por otros -y menos que nadie por el propio autor- la risa expresada por interjecciones funciona bien en las historietas, pero no en libros; y cuando esa risa es del malo, éste queda equiparado a vulgar villano de cómic festejando anticipadamente la muerte del superhéroe de turno, la cual, además, jamás se consumará. Es mejor, me parece, presentar al malvado bajo los rasgos más siniestros posibles, y luego limitarse a decir, llegado el momento, que rió. Igual, a partir de Glaurung, los dragones malos de la literatura corren en amplia desventaja, pero eso no es culpa de Vargas. También debemos agregar que no es él el único autor que se vale de la interjección de risa. Es más, quizás sea un poco injusto señalarlo a propósito de este libro, pero es que así es la cosa: cuanto más blanca es una superficie, más se notan los puntos negros que hay en ella, por más que no neguemos la gran superficie blanca. Y este libro es una gran superficie blanca, ¡pero esos puntos negros!...

No podemos dejar de mencionar que a lo largo de la trama aparecen diversas reflexiones, y tal vez uno no coincida con todas ellas, pero dejan pensando.. Ah, y vale la pena añadir que este libro obtuvo el primer premio en un concurso organizado por Editorial Imaginante. Merecidamente, creo yo. A pesar de todas las objeciones, sigue siendo una hermosa historia, y su autor, se nota, ama lo que hace.

Escrita hace 10 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 9 ·

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