LA COMPLEJIDAD Y SU PRECIO por EKELEDUDU

Portada de AQUELARRE, LA ISLA DEL FUEGO

Algunos libros no tienen más propósito que el de entretener, y merecen ser evaluados en base a esa mínima pretensión. otras obras, sin embargo, aspiran a mucho más, y ése es el caso de AQUELARRE, LA ISLA DEL FUEGO; primero, porque sus mismas autoras lo admiten, y segundo, porque se le nota en su misma complejidad. Esta se explica en gran medida por el hecho de que este volumen inicia una saga doble, o una saga continuada por otra (como se prefiera), producto de la fusión de dos sagas que en un principio eran absolutamente independientes una de otra: AQUELARRE, de María Fernanda Bertonatti, cuyo argumento se iniciaba en 1996, y BANSHEES, de Vanesa Lourdes O'Toole, cuya trama se iniciaba en el año 2037. La complejidad, por supuesto, no necesariamente es sinónimo de calidad, ni buena ni mala, pero hay lectores que prefieren lo simple, de modo que para ellos no es este libro ni, presumimos, los siete que vendrán después (tres continuaciones corresponden a AQUELARRE, los otros cuatro volúmenes a BANSHEES). A esa misma complejidad, por otra parte, habría que atribuir por igual los aciertos y desaciertos de esta obra. El balance termina siéndole favorable, pero de todos modos, me parece que no deben dejar de señalarse los errores, o al menos lo que uno toma por errores. Se sabe: en una misma obra, lo que a uno puede parecerle un desliz o una metida de pata, para otro puede ser toda una genialidad, no se puede quedar bien con Dios y con el Diablo, pero lo que sí puede hacer un autor es evaluar opiniones, meditar sobre ellas y decidir qué hace de ahí en más.

Fruto evidente de la fusión de las dos sagas originales es el doble argumento de LA ISLA DEL FUEGO. La trama principal se desarrolla en 1996, y la otra, obviamente, en 2037. Esto podría inducirnos a pensar que esta última es un anticipo de BANSHEES, lo que, como enseguida veremos, no necesariamente es cierto. Los escenarios de ambas tramas son los mismos, se repiten en una y otra algunos apellidos y en el hilo argumental de 2037 volvemos a encontrar algunos personajes de la trama ambientada en 1996. Los sucesos que se narran en esta última podrían ser, entonces, la realidad "actual", y los de 2037, el futuro, o sólo uno entre muchos futuros probables. O la realidad "actual" podría ser la de 2037, y los hechos de 1996, su pasado, o su posible pasado. O podrían ser dos realidades de una misma línea espaciotemporal. O podrían ser dos realidades de distintos mundos paralelos. Esas son las posibilidades que se barajan en principio; luego, una de todas ellas se va perfilando como la más factible. Como sea, esa enigmática doble línea argumental y se imprecisa y desconcertante relación son los primeros aciertos del libro.

Protagonizando el hilo argumental de 1996 encontramos a la joven Candra Nemias Ourionsys, australiana de sólo doce años, a quien su familia envía a un misterioso lugar situado en medio del Océano Pacífico y conocido como La Capital. Ella cree al principio que se trata de un colegio para superdotados, o algo así; no tardará en enterarse de que allí se aprende magia. Si añadimos a eso que en La Capital algunos de los estudiantes serán víctimas de misteriosos, inexplicables ataques que los dejan inconscientes en la enfermería, sonará a que estamos en presencia de una vil copia de HARRY POTTER Y LA CÁMARA SECRETA. Si bien volveremos más adelante sobre este punto, vale la pena aclarar aquí que más allá de los defectos que puedan achacársele a LA ISLA DEL FUEGO, esa semejanza es superficial.

El hilo argumental ambientado en 2037, por su parte, resulta un tanto caótico, lo que quizás sea premeditado porque, para empezar, transcurre en un mundo igualmente caótico, en el que el sol ha dejado de brillar a consecuencia de un evento cósmico de índole mágica, en el que aparecen involucrados dioses egipcios, y que habría tenido lugar en 1999, es decir -supuestamente- durante el cuarto y último año de estudio de Candra. En la Capital ha tomado el poder el gobierno tiránico de la Trinidad, contra el que luchan al menos dos grupos de resistencia, que amenazan ser velozmente suprimidos.

La mayor dificultad que entraña la lectura del doble argumento estriba en la gran cantidad de personajes, dificultad potenciada en cada una de las tramas por el hecho de que, por diferentes causas, se dificulta a veces diferenciar a uno de otro. En el caso de la trama de 1996 sorprende que, viniendo los estudiantes de distintas partes del mundo, sean tan similares, que no convenza demasiado la posible excusa de la globalización. En este caso específico sí puede ser válida, a título de ejemplo, la comparación con la saga de Harry Potter: no cabían dudas de que, por su nombre y apellido, Parvati Patil venía de la India: y el hecho de que Dean Thomas fuera aficionado al fútbol nos recordaba su origen "muggle"; y que Molly Weasley no lograra recordar que a Ron no le gustaban los sandwiches de carne, evidenciaba una familia numerosa, donde no era fácil tener siempre presentes los gustos particulares de cada uno de sus integrantes; y la rata Scabbers, mascota sucesiva de cada uno de los hijos, era síntoma de pobreza. Estas sutilezas permitían que al término del primer libro tuviéramos bastantes datos de cada personaje, salvo quizás el enigmático Snape, y en este caso la ambigüedad era intencional.

En el caso de LA ISLA DEL FUEGO, y más precisamente de la trama ambientada en 1996, esas sutilezas escasean. Lo que señalábamos a propósito de Parvati Patil, en los personajes de esta línea argumental no siempre se cumple. La nacionalidad de Cindy Lodge (canadiense) no resulta tan evidente. ¿Y quién, sólo por su nombre y apellido, pensaría que la buena de Emma Krugger es argentina? ¿Por qué rayos no extraña el mate, o el asado, o lo que sea? Gwen Yorke, que es rusa, ¿no escucha Gorky Park ni ninguna otra banda de rock de su país? Anahit, ¿nunca consumió baklavá en su Armenia natal? ¿No estamos rompiendo demasiado las bolas con estas preguntas que parecen hechas con la intención de buscarle tres pies al gato? En realidad, nos preguntamos todo esto porque si en el texto leemos, por ejemplo, que Candra dio X cosa a "la argentina", recordar cuál de esas chicas es "la argentina" se complica, visto y considerando que aparece, como dijimos, una respetable cantidad de personajes, y que no hay forma de identificar a "la argentina" ni por un apellido estratégicamente latino, ni por alguna posible peculiaridad como la hipotética afición al mate.

Si bien en la trama de 2037 la confusión aumenta, ésta puede esgrimir, en su defensa, varias excusas. El hecho de que los capítulos dedicados a este hilo argumental sean pocos; la dificultad para elegir, dentro del mismo, a un único personaje central; lo precipitado de la acción, sugieren que se trata más bien de un futuro probable del que se nos muestra apenas lo justo y necesario, y no de una futura realidad ineludible. Y si es sólo "probable", tal vez los hechos que se suceden en él, y los propios personajes aparezcan confusos adrede. Pero como sea, durante buena parte del libro esta indefinición del carácter de cada personaje no ayuda a simpatizar particularmente con uno ni con otro.

Así las cosas, los personajes más interesantes, por enigmáticos, son Gwen Yorke, Antares Taneev y Alexandros Kardaras Giannakopoulos. Gwen, otra alumna, protagoniza además uno de los momentos más hermosos del libro, durante la iniciación de los estudiantes. Antares Taneev es profesor, y algunos personajes con el mismo apellido aparecen en la trama de 2037, entre ellos un niño llamado Tobías que aparece como el personaje más relevante de la misma. En cuanto a Alexandros, director de la escuela y gobernante de La Capital, parece ser que el caos político imperante en 2037 principió con su derrocamiento.

Ahora bien, más allá de estos inconvenientes y de que el interés que despierte el libro sea muy desparejo, un par de giros argumentales muy astutos reviven ese interés hasta niveles extraordinarios... Lamentablemente, cuando la novela está a punto de concluir. El primero de ellos es la muerte, "fuera de escena" (todavía no ha ocurrido en 1996, hacen ya muchos años de ella en 2037) de uno de los personajes centrales. Poco importa en ese momento si lo conocimos a fondo, o sólo superficialmente: en el mundo real, la tristeza de los deudos suele ser contagioso, sobre todo si el difunto es alguien joven, y la muerte de este personaje al que, después de todo, hemos seguido a lo largo de todas las páginas anteriores, toma por sorpresa, shockea, no se puede creer. De repente, este personaje aún no fallecido en 1996 cobra súbita importancia: no sabemos cuál o cuáles de sus acciones lo llevará a la muerte, pero desesperamos por lograr que omita unas cuantas, las necesarias para preservarlo con vida y en una única pieza. El segundo tiene que ver con una confluencia entre ambas tramas, no diremos de qué modo, pero podría repercutir en la saga de manera sensacional. Porque, precisamente a raíz de esa confluencia, algunos personajes del hilo argumental de 1996 se enteran, de modo vago, del sombrío panorama que les espera en 2037, y algo harán para tratar de evitar que se concrete. No llegamos a enterarnos de si lo logran o no. Admitiendo que hayan cambiado algo, ¿qué fue? ¿Qué sigue igual?

Decíamos que el parecido entre este libro y HARRY POTTER Y LA CÁMARA SECRETA es sólo superficial. En toda la saga de Harry Potter, el tema predominante era la lucha entre el bien y el mal. En AQUELARRE, o al menos en esta primera entrega, ese tema está presente, pero en segundo plano, razón por la cual los ya mencionados ataques tan similares a los de LA CÁMARA SECRETA -y de hecho, algún personaje sugiere como probable causa de los mismos un basilisco, quizás en homenaje a la saga del niño mago, ya que también hay homenajes a Mika Waltari y Oscar Wilde- resulten menos siniestros que los de aquél. Puede haber un villano o varios detrás de ellos, no lo revelaremos, pero nada ni remotamente comparable a Lord Voldemort y sus secuaces. De hecho, se tiene la impresión de que al menos buena parte del probable caos de 2037 derivaría más de acciones estúpidas e irreflexivas, que de auténticos deseos de hacer el mal. En realidad, el gran tema tras AQUELARRE es el destino: ¿está escrito, o lo hacemos nosotros? ¿Somos verdaderos dueños de nuestras vidas, o meros títeres de voluntades inescrutables?

Y resumiendo: ¿cuál es el balance final de LA ISLA DEL FUEGO? EL SILMARILLION, que, como éste, no resulta fácil de leer, ahora es mi favorito, pero durante años ni a la página 10 pude llegar; y cuando, superando bostezos, logré avanzar más, recién alrededor de la página 80 me atrapó de verdad. Con la lectura de LA ISLA DEL FUEGO tuve avances y retrocesos durante todo un año antes de terminarlo, y se trata del primer volumen de una saga de cuatro libros, no contemos aquí a BANSHEES. Comparativamente, las páginas finales de LA ISLA DEL FUEGO equivale a la ochenta y pico de EL SILMARILLION: ahí es donde el interés llega a su clímax. Habrá que esperar cuando menos al siguiente volumen de la saga, LA ISLA DE LA TIERRA (creo que está anunciado para el año que viene) para pronunciarse con mayor precisión sobre la saga.

Escrita hace 10 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 8 ·

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