TEORÍA Y PRÁCTICA DEL GRUPO, LA ALIANZA Y LA TRAICIÓN por EKELEDUDU

Portada de EL OJO DE RAVEN

Violencia; sexo; personajes de ascendencia dudosa; otros que supuestamente están muertos, pero que luego demuestran gozar de bastante buena salud; traiciones a granel; alianzas frágiles como pompas de jabón; más traiciones a dichas alianzas; nuevas alianzas, de cuya durabilidad conviene desconfiar, porque alguna de las partes, o ambas, ha participado ya de alguna traición previa; nuevas traiciones, no necesariamente por parte de quienes ya habían traicionado antes; más alianzas (y premio a la ingenuidad a quien suponga que llegarán a buen puerto, en vista de las experiencias anteriores). Todo esto puede sonar, o a alguna telenovela al estilo DALLAS, DINASTÍA y afines (y que nombre semejantes ejemplos me temo que me delata como eventual pieza de museo), o a historias de conventillo, pero en realidad hablamos de un libro ambientado en la era vikinga, así que a los ingredientes mencionados habría que sumar acero, fuego, vísceras y sangre. Quien espere todo esto estará en su salsa leyendo EL OJO DE RAVEN, primera entrega de una trilogía que se completa con LOS HIJOS DEL TRUENO y un tercer libro que hasta donde sé no ha sido traducido aún al castellano, ODIN'S WOLVES ("Lobos de Odín"), todos ellos escritos por el inglés Giles Kristian. Dada la nacionalidad del autor, no sorprenderá que esta novela, igual que la saga SAJONES, VIKINGOS Y NORMANDOS, de Bernard Cornwell (de la que ya hemos comentado NORTHUMBRÍA, EL ÚLTIMO REINO, su primer volumen) se ambiente en las ya cristianizadas Islas Británicas. Y como Cornwell, Kristian no deja muy bien parado al bando cristiano. Quizás éste no sea mucho peor que el bando pagano, pero el tema es que se supone que debería ser mejor. Por supuesto, no lo es, porque tampoco lo fue en la realidad. Las Islas Británicas venían de un pasado bárbaro, y el cristianismo de la época, lejos de oler a santidad, apestaba también a barbarie, si bien de otro tipo. Lejos de predicar el amor al prójimo, la Iglesia de aquel entonces abogaba por la eterna condenación al fuego eterno de todos los no cristianos. Poniendo espadas en manos de semejante gente (o bien, insuflando fe cristiana en belicosos y fornidos guerreros hasta entonces paganos), ¿qué podía obtenerse, sino hordas que no sólo predicaban el fuego eterno para los no cristianos, sino que además les daban una ayudita, derramamiento de sangre mediante, para que se fueran allí lo más pronto posible?

En ese duro mundo, donde la violencia era la norma, porque ayudaba a sobrevivir (excusa de la que la Humanidad carece ahora), Kristian sitúa al protagonista de la novela. un adolescente cuyos recuerdos no llegan más allá de los dos años previos a aquel en que se inicia la trama, momento en que llegó Dios sabe cómo al poblado de Abbottsend y fue prácticamente adoptado por el mudo carpintero Eahlstan, quien lo protegió del fanático sacerdote cristiano local y de la mayoría de los lugareños, todos los cuales temían al joven, a quien se dio el nombre de Osric. Tal temor se explica por el hecho de que el muchacho tiene un ojo rojo. El lector lo atribuye, naturalmente, a una enfermedad o deformación, pero la gente de Abbottsend asocia ese ojo al propio Satanás.

Como dijimos, al momento de iniciar la novela han transcurrido dos años desde la llegada de Osric a Abbottsend, y pronto llegan otros visitantes más temibles: una hermandad vikinga, guiada por su líder Sigurd el Afortunado. El propio Osric es el primero en toparse con ellos, y descubre entonces que entiende y habla perfectamente la lengua de los recién llegados. No le dejan más opción que conducirlos a Abbottsend, exigiéndole que oficie de intérprete. Da la impresión de que los recién llegados vienen a derramar sangre, pero si es así, no tardan en atemperarse y a avenirse a comerciar antes que a matar. Pero sus buenas intenciones se van al traste cuando el cura local intenta envenenar a Sigurd, quien es más afortunado que nunca antes, dado que el propio Osric le advierte de la tentativa. La ladina tentativa desata una carnicería en Abbottsend, pero Sigurd decide quedarse con Osric, a quien pronto rebautizará como Raven, "cuervo", y con Eahlstan. Para desgracia de Osric-Raven, Sigurd viene con su propio sacerdote pagano, Asgot, no mucho más amable que su colega cristiano; además de que otros nórdicos le guardan poca simpatía al muchacho, aun cuando éste empieza a entrenarse para convertirse en un guerrero más de la hermandad.

No fui yo el único en comparar esta saga con la ya citada de Cornwell. Leí por ahí que en la comparación Kristian sale perdiendo, porque sus personajes son unidimensionales. En esto último no estoy de acuerdo. Los personajes de EL OJO DE RAVEN no son sólo buenos o malos, cobardes o valientes, cristianos o paganos. Son seres que se mueven en un mundo difícil, donde sobrevivir es cosa jodida -hablando sin rodeos- y donde pertenecer a un grupo, cualquiera sea éste, es esencial. No es que los guerreros cristianos sean tan fanáticamente religiosos: más que nada, se identifican como cristianos para marcar diferencias entre ellos y los vikingos y tener excusa para amasijar impunemente a éstos, que tampoco vienen exactamente en son de paz, pese a lo cual unos y ambos pueden entenderse cuando es necesario. Y Raven, ya convertido en un sanguinario vikingo más, siente remordimientos de conciencia después de violar a una chica, pero tenía que hacerlo porque es lo que se estila en la hermandad, a la que él pertenece ahora, y en la que no quiere ser bicho raro o paria. En todo caso, lo que sí puede parecer bastante unidimensional es el relato, que derrocha violencia a diestra y siniestra. Libro de ritmo lento, se detiene mucho en la descripción de los combates, que se alargan hasta lo interminable a medida que cada nueva traición les imprime un nuevo giro y genera nuevas alianzas. El origen misterioso de Osric-Raven, por otra parte, está un tanto desaprovechado, pero hay que reconocer que poco tiempo queda para reflexionar sobre temas profundos si se está combatiendo en defensa de la propia vida, y eso es lo que se la pasa haciendo el protagonista en buena parte de la trama. Si se quiere reprochar algo a esta novela, estos argumentos me parecen más validos que la supuesta unidimensionalidad de los personajes. Podríamos eventualmente agregar otra, el "Aguila de sangre", un supuesto método vikingo de tortura y ejecución cuya autenticidad ha sido puesta en duda por algunos entendidos, pero no por todos. Creo recordar que precisamente Cornwell, en una nota al final de NORTHUMBRÍA, EL ÚLTIMO REINO, se muestra muy escéptico respecto al "Aguila de sangre", y en esto también Kristian está en la vereda de enfrente respecto a él, ya que en EL OJO DE RAVEN depara ese destino final a dos personajes. El lector que también descrea de la realidad del "Aguila de sangre" tiene ahí otra objeción para hacer a Kristian, pero su valor será relativo.

Escrita hace 10 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 9 ·

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