GRACIAS LITTLE BROTHER por arspr

Portada de THE LIZARD CAGE

Tengo una profunda dificultad en valorar este tipo de libros en los que se narra una "tierna" historia dentro de una crítica social de un determinado régimen político y social demencial, a la vez que se da un brochazo de dicha sociedad civil. Además tampoco es que haya leído demasiados libros del estilo (me viene a la cabeza "Cometas en el cielo"), por lo que me supone una dificultad añadida la evaluación del "género" en sí.

Digo que me resulta difícil valorar el libro por cuanto que mi parte más racional me indica que estoy leyendo un simple barniz para paladares educados, es decir, que para qué contar y/o ser más crudo y amargarle la digestión a nuestras cómodas vidas occidentales que además constituyen el potencial comprador, mientras que mi vena sentimental y empática está "disfrutando" (o "sufriendo") la experiencia con gran intensidad. Y también mientras que la cara B de mi parte racional reinsiste igualmente en que, esta forma "introductoria" al fondo del asunto quizá es la única que en general tiene el autor que sea para exponer la temática. Si se pasa de "duro", "detallista", "hiperrealista", posiblemente no vendiera ni dos libros, de manera que posiblemente el grado de enfoque está cuidadosamente medido incluso con su mejor intención "humanitaria" de dar altavoz al asunto en cuestión.

No obstante todo lo anterior, he de decir que en concreto en este libro, TODA esta parte sobre las barbaridades de la dictadura birmana (en particular en las cárceles) es lo que menos me ha interesado. Es más el libro está dividido en dos partes. La primera cuenta solo con Teza, y en la segunda se introduce a Little Brother. Bien, pues claramente he de decir que la verdadera joya del libro me ha parecido claramente esta segunda parte, porque independientemente del trasfondo social, la conversión que sufre Teza y la emoción que transmite la infancia rota (y sin grandes dramones artificiales además) de Little Brother, me han atravesado la médula espinal de parte a parte. Preciosa narración de la ignorante inocencia que lo único que sabe es que tiene hambre y que, proféticamente, comprende que si ahora sufre, cuando crezca y comprenda lo que ve a su alrededor aún va a ser peor.

Ya sé que utilizar a la infancia como catalizador de empatías es un recurso muy trillado y nada novedoso (que se lo digan a Victor Hugo y sus "Miserables" de reciente lectura personal). Pero es que cuando se consigue dar con el punto justo, hay que reconocer que toca la fibra sensible del más rancio de nosotros, como es el caso.

Por tanto un libro que afortunadamente va ganando enteros según avanza su lectura y que desde luego recomiendo, incluso por encima del mencionado anteriormente "Cometas en el cielo", (por dar un ejemplo de lectura similar que os pueda servir de baremo).

Escrita hace 10 años · 4.5 puntos con 2 votos · @arspr le ha puesto un 8 ·

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