ARQUITECTURA Y URBANISMO PENSANDO EN EL VERDADERO BIENESTAR DEL SER HUMANO por EKELEDUDU

Portada de LA CULTURA DE LAS CIUDADES

LA CULTURA EN LAS CIUDADES es un libro tan extraño como, a su manera, lo fue su autor, Lewis Mumford., que durante su vida emprendió diversos estudios (ciencia, sociología, filosofía, arte, cultura) sin jamás graduarse en ninguno. Ello no fue obstáculo para que desde LA HISTORIA DE LAS UTOPÍAS, de1922, la mayoría de sus obras fueran seguidas con atención, recibiendo comentarios sumamente elogiosos. La que ahora nos ocupa data de 1945 y la calificábamos de extraña porque decir que trata de arquitectura y urbanismo no es mentir, pero tampoco decir toda la verdad. Aquí no encontraremos un complejo vocabulario técnico, no hallaremos complicados planos con decenas de cálculos geométricos demostrando cómo levantar una iglesia o un edificio municipal, hecho que la haría recomendable exclusivamente para arquitectos o estudiantes de arquitectura (y debo añadir, que al principio me sentí asombrado cuando una señora que conoce mis gustos, me recomendó este libro). En realidad, LA CULTURA EN LAS CIUDADES es, por un lado, una singular historia de la formación de las ciudades desde fines de la Edad Media. Se examina tanto cómo las necesidades del momento influían en el diseño de la ciudad, como la manera en que ésta, a su vez, influía sobre el habitante de la misma. Por otro lado, es un estudio de la proyección del desarrollo urbano en los tiempos actuales. Y aquí algo muy interesante: podemos cuestionar la vigencia del término actuales teniendo en cuenta que este libro apareció en 1945 y que han pasado más de seis décadas desde entonces. Lo cierto es que este libro tuvo en cuenta la ecología en un tiempo en que ni de la boca para afuera era muy común esa palabra; y como ni siquiera empezamos a solucionar mínimamente los problemas ecológicos de las grandes urbes, en ese aspecto la obra está, creo yo, más vigente que nunca.

Mumford critica al estado y particularmente sus sistemas militares y militaristas. Señala que "Todos los grandes estados nacionales y los imperios formados alrededor de un núcleo nacional son, en el fondo, estados guerreros: su política es política guerrera, y las preocupaciones absorbentes de sus clases gobernantes implican la preparación colectiva para el asalto armado"; previamente había opinado que "Desde Washington a Tokio, desde Berlín a Roma, la arquitectura del imperialismo es un reflejo monótono de la mente burocrática-militar" (y de hecho, señala cómo muchas veces la arquitectura planifica, no siempre acertadamente, en función de intereses militares. Opina que la tierra debería ser de propiedad común (y a mi juicio, lo es, aunque los detentores del poder la privaticen sin verdadero derecho y sin consultarnos si estamos de acuerdo). Por muy norteamericano que sea, critica bastante al sistema capitalista, que permite a sólo unos pocos enriquecerse sin, necesariamente, mejorar su nivel de vida. Apasionado defensor de la Naturaleza, se alegra de la creación de parques nacionales. Considera que el hombre debe influir lo menos posible en las tierras aún vírgenes (¿quedarán algunas?): sí a construir algunas chozas y un sendero, pero nada de hoteles ni "caminos por donde pasen caravanas de automóviles ni se vean otras manifestaciones de la civilización" (algo me dice que debe pensar en las montañas de mugre que lamentablemente he visto, por ejemplo, en las sierras cordobesas, que no serán vírgenes, pero igual serían más hermosas sin toda esa basura). También lo indigna (como a un servidor) que lugares bellos e inaccesibles dejen de ser tan bellos e inaccesibles, merced a ferrocarriles funiculares, carreteras y caminos de cumbrera. "Esa profanación de la naturaleza quita todo valor al placer de los que buscan la soledad y un sentido renovado de lo primitivo", nos dice; y agrega que "El hombre debe tener el privilegio de elegir un tipo de ambiente en contraste con el de su vida diaria; pero, además, todo ambiente debe tener un tipo de control selectivo: elegir sus hombres". Elección que el ambiente logra oponiendo dificultades a los seres humanos, y que sólo los verdaderos amantes de la Naturaleza agreste tendrán el valor de sortear.

Mumford -a quien se ha llamado a veces "el último humanista del siglo XX"- considera que la ciudad debería preservar los valores humanos y fomentar el bienestar de las personas, atendiendo a que la urbanización debe respetar pautas ambientales y a los mismísimos seres humanos, atendiendo a las necesidades de éstos, ya sean físicas o espirituales. No sólo critica, hace propuestas, sugerencias, analiza opiniones de distintos autores... Todo en un estilo muy ameno, que la hace accesible a cualquier lector. En este mundo actual, en el que difícilmente pueda llamarse "vida" a cierta existencia cotidiana, donde el stress y los ataques de pánico son la regla, quizás nos convenga, como sociedad, reflexionar sobre sus sensatas advertencias y apoyarlas, a ver si quienes deben ponerlas en práctica (en algunos casos es una tarea de todos), se dignan hacerlo.

Escrita hace 10 años · 5 puntos con 1 voto · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

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