...Y ÉL ERA UN GRANDE por EKELEDUDU

Portada de YO SOY YO

Para bien o para mal, y hasta su expulsión por parte del ganso de Carlos III, los jesuitas llegaron a arraigarse mucho en la América colonial. Y en gran debido a ello, y ateniéndonos a la asombrosa cantidad de iglesias católicas que allí pueden verse, la provincia argentina de Córdoba es en general católica hasta la médula... también para bien y para mal. Fue en dicha provincia que nació, en marzo de 1840, José Gabriel Brochero, quien, y en este caso definitiva y solamente para bien, llegaría a ser cura veintiséis años más tarde. Brochero era un hombre enérgico, valiente, sin pelos en la lengua, con una fe inmensa y un enorme amor por el prójimo, particularmente por los más pobres. Si todo lo recién dicho nos recuerda a DON CAMILO, el personaje de Giovanni Guareschi, no andaremos muy lejos. De hecho, Brochero da la impresión de haber sido una especie de versión gaucha de dicho personaje, salvo que, que sepamos, siendo cura nunca molió a palos a nadie ni revoleó mesas (pero no debe haber andado muy lejos). Este libro, mayormente a través de fragmentos de cartas escritas por él mismo, nos describe la extraordinaria personalidad de este sacerdote que luchó hasta lo imposible por mejorar la situación del pobrerío de Traslasierra, Córdoba. Se dedicó también a evangelizar, por supuesto, o no habría sido cura; pero su obra es lo que hace que cualquier prédica suya tenga un aval muy serio y sea mucho más que palabras huecas.

Quizás lo que más impresione en él sea su lucha por lograr que se extendiera un ramal de ferrocarril que habría comunicado a las poblaciones del oeste cordobés y habría contribuido a que sus habitantes salieran de la pobreza, que Brochero describía como "franciscana". Esa lucha, en la que terminaría vencido por los eternos burócratas y corruptos, la prosiguió hasta sus últimos años, cuando ya estaba enfermo de lepra -contraída, al parecer, por contagio a través de uno de los tantos leprosos que había en las sierras y con los que despreocupadamente se sentaba a tomar mate-. "Yo bien comprendo que la carrera eclesiástica se toma, para trabajar en bien del prójimo hasta lo último de la vida, batallando con los enemigos del alma como los leones, que pelean echados, cuando parados ya no pueden hacer la defensa", había escrito alguna vez. Y él, a pesar de la lepra, a pesar incluso de la ingratitud de aquéllos mismos por los que se jugaba y que ahora que estaba leproso no se le acercaban ni por casualidad, luchaba ahora echado como un león. Por lo mismo, poco importa que terminara derrotado. Como en el caso de Espartaco o Boudicca, su nombre prevalece, mientras que los nombres de quienes lo vencieron permanecerán en el más negro de los olvidos, salvo para unos pocos.

Así era el famoso Cura Brochero, en cuyo honor hoy lleva su nombre una localidad cordobesa y que está, supuestamente, en pleno proceso de beatificación, canonización o cosa por el estilo. La verdad es que importa poco, porque el santoral católico está tan vergonzosamente lleno de tránsfugas, que el hecho de estar incluido en él dice poco. Además, lo que decide la canonización de una persona es la facultad de hacer milagros, y yo no sé si Brochero los hace, pero, a no dudarlo, personas como él SON un milagro. Seguramente habrá quien disienta sin argumentos demasiado atendibles, y nada más por hablar. A esa persona podemos recomendarle, como alguna vez hizo Brochero con alguien, "que se vaya al cielo..., por no decir a la mierda".

No podemos menor que resaltar la labor de Gabriel Rivero, que seleccionó los textos incluidos y escribió las necesarias notas para que cada cita esté en el correspondiente contexto y se pueda entender de qué habla. De hecho, y aunque humildemente haya preferido no figurar, él es el verdadero autor del libro. Es entendible su humildad, porque seguramente, si se es sólo un simple biógrafo, da "cosa" escribir el propio nombre en relación a alguien como Brochero, que tantas obras útiles realizó en vida. Pero el caso es que gracias a Rivero yo llegué a enterarme de las obras de Brochero, y por eso quiero destacar su trabajo. Las cartas incluidas a modo de apéndice a veces son un tanto redundantes (de ellas se tomaron muchas de las citas que aparecen en el resto del libro), pero a los libros a veces, o quizás siempre, hay que evaluarlos por lo que dejan en sus lectores, y guiándonos por esta premisa, y en mi caso, YO SOY YO merece sin titubeos el máximo puntaje.

Escrita hace 11 años · 5 puntos con 1 voto · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

Comentarios

@lucero hace 11 años

Grandioso personaje este cura a quien tanto Córdoba le debe. Me encantan las historias de estos luchadores, en nuestra tierra, donde se le ve aún la huella. Notables libros los de Patria Grande, y por lo que veo de reciente edición. He leido cuentos de Mamerto Menapace y otros libros que tenía en la biblioteca católica en la que trabajaba.
Saludos EKELEDUDU. Me gustan tus reseñas. Me llevan a lecturas más heterogéneas, como es mi verdadero historial, no reflejado en SdL.

@EKELEDUDU hace 11 años

Sí, personajes como el cura Brochero de alg´ñun modo lo reconcilian a uno con la Humanidad cuando ya lo está viendo todo negro. Hace unos años, solía ser injustamente prejuicioso con Menapace. En realidad, los cuentos que aparecen en sus libros están escritos en un estilo sencillo, pero ameno y edificante. Me alegro que te gusten mis reseñas, y trataremos de seguir haciendo honor a tus elogios.

@lucero hace 11 años

Con los años se van abandonando los prejuicios, si es que lo que se ha vivido, sirvió de algo.. Menapace no es un escritor literario, es un comunicador espiritual. Con gran acogida entre los jóvenes y gente sencilla. Lo que dice, lo dice claro y con humor y ternura.

@EKELEDUDU hace 11 años

Es cierto que es un comunicador espiritual. Pero muchos otros lo son o intentan serlo también, y sólo logran aburrir. Pos suerte no es su caso hasta donde pude constatar.