QUE ME ALEJO DE DIOS, QUE ME ACERCO A EL... por EKELEDUDU

Portada de ¿POR QUÉ A MI? EL MISTERIO DEL DOLOR
El autor de esta reseña ha idicado que contiene spoiler, mostrar contenido.

¿Cómo reacciona el cristiano ante un intenso e insoportable sufrimiento; ante una enfermedad progresiva, dolorosa y terminal, ante el nacimiento de un hijo discapacitadfo, el suicidio de otro o la homosexualidad de un tercero; ante catástrofes naturales que en segundos barren de la faz del planeta a miles de seres humanos como el tsunami de 2004, o ante hechos aún peores, perpetrados por el hombre mismo, como los atentados del 11 de septiembre de 2001? Tanto tratándose de desgracias a gran escala como de otras enormes también, pero ya más personales, la noción de un Dios bueno, justo y misericordioso se ve sometida a durísimas pruebas, estremecida hasta sus cimientos. En este libro, Anselm Grün, de quien ya hemos comentado otra obra, LUCHAR Y AMAR, se anima a explayarse sobre el tema, dirigiéndose tanto a quienes sufren, han sufrido y/o sufrirán, como a aquellos que habrán de consolarlos e incluso, por qué no, también a aquellos que no han padecido una sola auténtica desgracia en su vida, pero que aun así se lamentan de nimiedades. Es un libro para crecer en sabiduría aunque el propio autor admita carecer de respuestas al misterio de por qué Dios permita que las personas más buenas sean a menudo las que más sufren. Ya que no esas respuestas, Grün ofrece pautas, puntos de referencia para que cada uno de sus lectores las busque en su interior: no se nos hace sufrir como castigo; Dios no nos abandona ni aun cuando nos deje expuestos al dolor más atroz; desde las mismas Escrituras se nos autoriza e incluso se nos insta a increpar al Señor, a reprocharle nuestro sufrimiento, a exigirle las explicaciones que no hallamos para nuestro dolor. Esto último suena lógico: si creemos haber obedecido la ley de Dios y nos sacude una tremenda desgracia, nuestro sistema de creencias amenazará desmoronarse, no nos será ya posible continuar como si nada hubiera sucedido. Enojados con Dios, no seríamos sinceros si no expresáramos nuestro enojo, y entonces tampoco podríamos mantener una relación seria con El. Mejor una blasfemia salida del corazón, que Dios entenderá y perdonará, que una serenidad insincera y artificiosa.

Monje y psicólogo, Grün se dirige al lector con mucho respeto y cautela, comprendiendo que mucho de lo que dice sonará a palabrería hueca a quien sufre atrozmente. No ignora que, a la hora del verdadero dolor, poco y nada de lo que se diga será de consuelo. Admite que superar una auténtica tragedia exige tiempo y reflexión. Compara la visión cristiana con las de otras religiones. Cita a evangelistas, a filósofos, a salmistas, el libro de Job. Nos habla de la atroz agonía que Jesucristo padeció en la cruz, Aborda primero el tema del dolor en general, y luego pasa a tipos más específicos de dolor. Señala que hay personas que no se dejan ayudar, porque "se aferran a su concepción de la vida y no están dispuestas a cambiarla, ni tampoco su estrategia de vida cuestionada ante los desafíos de las circunstancias adversas"; en cuyo caso, advierte, mejor dejar que se arreglen solas, porque cualquier cosa que digamos para consolarlas caerá de todos modos en saco roto. Nos recuerda que la vida es un implacable campo de batalla en el que podemos abstenernos de luchar, pero al precio de sólo ver pasar la vida por nuestro lado (personalmente no creo que eso sea malo, aunque sólo para hacerlo de tanto en tanto o en determinados casos). De a poco, Grün nos convence de que es nuestra capacidad para aceptar el sufrimiento y sobreponernos a él lo que nos ennoblece; que sin sufrimiento viviríamos más tranquilos y felices, pero no seríamos muy diferentes ni más valiosos que un alga o una holoturia. Una maza aporrea implacablemente un bloque de mármol, sin ofrecerle misericordia alguna; y es que sólo de esa manera llegará a transformarse en una bella escultura.

Y llegados a ese punto, cambiamos radicalmente nuestra pregunta. Es verdad, no merecíamos eso que nos está pasando; es verdad, la gente mala vive próspera y tranquila; sí, de acuerdo. Y sin embargo, después de todo, ¿POR QUÉ NO a mí?, ya que es en el dolor cuando tenemos la mejor ocasión, como Job, de conocer a Aquel a quien antes conocíamos sólo de oídas, y distorsionado por preconceptos humanos; un Dios que de los misterios de la Creación sabe mucho más que nosotros, puesto que es, justamente, el Creador. Y cuando lo hayamos hecho, estaremos de nuevo de pie, listos para afrontar cualesquiera otras calamidades, seguros y reconfortados de que, ocurra lo que ocurra, nada podrá separarnos de nuestro Dios y Señor.

Escrita hace 11 años · 5 puntos con 1 voto · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

Comentarios

@lucero hace 11 años

Linda reseña EKELEDUDU, este monje alemán brinda palabras que son soporte espiritual valioso para las personas creyentes (y a otras que no lo son...). Lúcido, oportuno y carente del ánimo evangelizador de otros escritores cristianos, sus libros son esclarecedores. Este en particular no lo he leído, pero su producción es pareja y muy amplia.
Bueno que reseñes libros de no ficción. Saludos amigo

@EKELEDUDU hace 11 años

Sí, últimamente reseño más libros de no ficción que de ficción. Y lo que me gusta de este autor es eso, que sus libros pueden leerse aunque no se sea cristiano. Saludos también para vos, y gracias.