NECESITABA UNA PODA por arspr

Portada de CINCO HORAS CON MARIO

Vaya, vaya con Dª Carmen...

Lo primero una anécdota: el sorpresón que ha sido el libro. Este era uno de mis pendientes y (afortunada/desgraciadamente, escoja usted) no sabía nada más sobre él, salvo la frase inicial de la sinopsis, "Carmen vela a Mario", y que Lola Herrera la representó en teatro ni se sabe cuanto tiempo.

Bueno pues con esta mínima información, y sin querer leer nada más aposta, para no perder la virginidad antes de tiempo, ¿qué creéis que me podía esperar?, pues lógicamente una novela intimista entre los dos personajes, probablemente aderezada con las agudas descripciones de Delibes de su entorno social.

Y claro te encuentras con esto y cuando menos es una "novedad". Y es que si esta novela estuviera escrita hoy en día, me apuesto que incluso el más medido la tacharía probablemente de demagógica, panfletaria y "sociata". ¿Cómo va a ser posible pensar que ni siquiera Rouco Varela piense como Carmen?, ¡por favor!, ya están los rojos judeo-masónicos tramando contra la patria.

Pero hay un gran pero, valga la redundancia. Y es que este tal Miguel Delibes no se dedica a quemar contenedores y reventar escaparates, ¿no?. Es más, creo que tampoco está escrita hoy sino con dos c#|#¬€s en 1966, donde, hombre, la bicha mordía menos y el veneno se le estaba agotando, pero todavía le quedaba una década...

Con lo cual no deja de ser sorprendente asomarse a la mentalidad canónica de los "buenos". Sobre todo, y es lo que resulta increíble, en el regocijarse en el que como tú vives peor (y tus padres, y tus abuelos, y tus...), es porque eres peor, y además si no hubiera pobres ¿a quién voy yo a dar limosna? Joder, ¿y los libros de terror son aquellos en los que salen zombies? (Ahora que lo pienso Carmen es igual de zombi con su encefalograma plano y adoración de la ignorancia).

Y todo ello sin dejar de dar un poco de cera también al otro lado. A este revolucionarismo de salón que todos en menor o en mayor medida practicamos. ¡Qué fácil es hablar y qué difícil, (imposible), actuar de forma totalmente honesta y coherente! Mario, si tanto querías cambiar el mundo, ¿por qué no empezabas con un poco más de empatía, cariño y compresión a tu esposa? Que digo yo que en veintipico años de matrimonio, bien podías haber intentado comenzar la revolución en tu casa. Que si tanto empeño que tenías en instruir a los desfavorecidos, también podrías haber empleado un poco en instruir a tu esposa cuando aún podría ser permeable, (es decir a los veinte años), antes de convertirse, palabras textuales, en una pared de frontón. O, al menos, si aquello no era posible, haberte guardado un poco de afecto para ella, de todo ese que hay que dar al mundo en general.

No obstante lo anterior, (que si no parecería que el libro me ha encantado), he de decir que considero que no funciona demasiado bien por dos motivos. Primero porque, considerado en su vertiente realista, la pareja Carmen-Mario es incomprensible. No es creíble ni que Carmen se case solo por compasión con él, (cuando con todos sus prejuicios ya adquiridos, de hecho ya le aborrecía en su fuero interno e igualmente a su familia), y, en ningún momento, se llega ni siquiera a vislumbrar qué diablos pudo ver Mario en Carmen (dado que, como queda claro en el libro, ni siquiera fue un flechazo o una ceguera sexual/hormonal que le hubiera fundido los plomos al menos temporalmente).

Y segundo, (y mucho más grave), que, aun olvidándonos de lo anterior y si consideramos este absurdo matrimonio como una mera excusa para poder efectuar la contraposición entre sus dos opuestas visiones de la vida, entonces lo que sobra es paja. Vale que una descripción hiperrealista del monólogo de duelo de una persona pueda contener vueltas y más vueltas a temas que puedan ser espinas clavadas en su corazón. Cada uno, (o por lo menos yo), tiene los suyos y es verdad que muchas veces nuestras reflexiones personales son meras vueltas al mismo árbol una y otra vez, mareo incluido. Pero repetirlo una y otra vez, y otra, y otra, y otra... zzzz ... no aporta nada narrativamente hablando, y aburre hasta al más optimista. Todos los capítulos son del mismo percal: mil frases iguales a lo ya contado una y otra vez y uno o dos fogonazos nuevos iluminadores sobre algún aspecto de la vida de la pareja. Y, dado que la narración es fundamentalmente no lineal, bien está plantear las repeticiones necesarias para reencauzar al lector y evitar que se pierda, pero ¿mil millones de veces? Ya puestos, Delibes podía haber contado las veces que le latía el corazón a Carmen durante las cinco horas del velatorio y aún así a lo mejor eran menos que las apariciones de la palabra Seiscientos...

Escrita hace 11 años · 5 puntos con 1 voto · @arspr le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@Tharl hace 11 años

Buena reseña arspr, me alegra ver que compartimos opiniones, al menos por esta vez.