EL PATRONO DE LA VERDE ERÍN por EKELEDUDU

Portada de LA LEYENDA DE SAN PATRICIO, PATRONO DE IRLANDA

Máximo Damián Morales no necesita presentación. Ya hemos comentado varios libros de él, entre ellos MITOS Y LEYENDAS DE DRAGONES y CUENTOS DE OGROS, publicados por Continente, y LA LEYENDA DEL DRAGÓN GALÉS, editado por Tir Nan Og, la misma editorial que ahora nos trae LA LEYENDA DE SAN PATRICIO, PATRONO DE IRLANDA. Este último, nos referimos ahora al santo, es desde luego muy popular. La fiesta de San Patricio es el 17 de marzo, y en Buenos Aires (y suponemos que en todo el mundo, en realidad) la colectividad irlandesa, más algunos colados bien criollos, la celebran con abundante cerveza. Luego está la famosa cruz de San Patricio, que en representación de Irlanda figura en la bandera británica junto con la de San Jorge (símbolo de Inglaterra) y la de San Andrés (emblema de Escocia). Y más de uno conocemos la famosa anécdota según la cual San Patricio recurrió a un trébol para explicar a los celtas el misterio de la Santísima Trinidad; entre otros, lo comenta John Sharkey en su obra MISTERIOS CELTAS. También nos habla brevemente de él Peter de Rosa en VICARIOS DE CRISTO, que ya hemos comentado, explicándonos, al tratar el tema del celibato sacerdotal, que era hijo de un diácono y nieto de un sacerdote; y que al llegar a obispo, procuró que los clérigos irlandeses tuvieran sólo una mujer. Tiempos más liberales...

Sin embargo, el lector común, es decir, un servidor, tiene derecho a preguntarse cuánto hay de realidad y cuánto de leyenda en lo concerniente a este personaje, que a estas alturas parece tan parte integrante de la mitología celta como Lugh, Cernunnos o CúChulainn. Después de todo, hoy se reconoce ampliamente (lo hace, por ejemplo, Sharkley en la obra antes citada, y creo recordar que también Philippe Walter en MITOLOGÍA CRISTIANA que Santa Brígida de irlanda no es más que la cristianización de una divinidad pagana, Brigid. Morales nos aclara el punto en la Introducción de este libro, explicando que San Patricio legó a la posteridad dos documentos de su autoría, pero que los mismos no nos revelan gran cosa de sus hechos. También explica que Patricio no era su verdadero nombre; ése lo recibió al ser nombrado obispo, pero originalmente se llamaba Maewyn Succat. Morales no aporta muchos más datos biográficos, y está en todo su derecho, dado que desde el mismo título del libro anuncia que se ocupará de la leyenda del santo, no de su biografía.

Y hay que decir que, en líneas generales, se trata de una hermosa leyenda. Siempre me resultaron bastante dudosas las santidades de ciertos individuos canonizados por la Iglesia; por ejemplo, los de aquellos que tenían la simpática costumbre de evangelizar a punta de espada, o arrasando con cuanto templo pagano encontraba a su paso. El santo que aquí nos presenta el autor es diferente: un hombre que amaba la Naturaleza y veía la obra de Dios en ella, y que, por consiguiente, prefería santificar los sitios de veneración pagana antes que destruirlos. Si la leyenda es sólo leyenda (y no quiere esto decir que necesariamente lo sea), hay que decir que al menos resulta muy verosímil: en la mitología celta, los bosques, los lagos, los arroyos, etc., eran sitios sagrados, por lo que el comportamiento de Patricio, un celta escocés, encaja perfectamente con la mentalidad de ese pueblo.

Morales nos cuenta los principales episodios legendarios relacionados con el santo, entre ellos, cómo no, el del trébol y la Santísima Trinidad al que hacíamos referencia. Luego resume la misión de San Patricio y concluye con una oración al santo, La loriga de San Patricio, de marcado tono guerrero que también entronca con la idiosincracia celta. Rezo seguido, pero francamente, prefiero dirigirme a Dios con mis propias palabras, lo que no quiere decir que la citada oración no sea bonita.

Todo esto en un libro breve, como todos los que el autor publicó a través de Tir Nan Og, y casi me atrevería a decir que igual que cualquier otro libro aparecido por esa editorial, sea de Morales o no. Sin embargo, es más extenso que LA LEYENDA DEL DRAGÓN GALÉS, y creo no equivocarme al decir que está impreso en letra un poco más chica. Igual, ¿qué importa? Infames mamotretos de seiscientas o setecientas páginas cuestan ciento y pico de pesos y no valen nada. Este tiene poco más de ciento veinte páginas, costó sólo treinta pesos y los vale ampliamente. Es lo que interesa.

Escrita hace 11 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

Comentarios