“CASI, M.D., CASI… ROMPO UNA LANZA POR CARMEN” por Tharl

Portada de CINCO HORAS CON MARIO

El 24 de marzo de 1966 moría D. Mario Diez Collado (de mismas iniciales que su autor) para desconsuelo de su esposa, familia y amigos, y para alivio de poderosos y corruptos. Con su muerte comienza una de las obras más emblemáticas de la literatura española de post-guerra, una obra difícil de comentar pues contiene dos lecturas que no terminan de enlazarse como debieran.
Por un lado, es la crónica de un ahogado, un réquiem a un hombre de moral rígida, integra y justa, preocupado en hacer el bien según valores de lo que podría ser un socialismo cristiano postconciliar, un hombre que muere ahogado por la incomprensión de la sociedad que le rodea, la sociedad rural burguesa del franquismo; pobre Mario, su matrimonio no es más que otro reflejo de la incomprensión que recibe en una sociedad tradicional, ignorante, intolerante e irritante. Esta visión es una clara e inteligente crítica a la mentalidad tradicional franquista capaz de sortear su censura, gracias al filtro de los ojos de su heroína.
Por otro lado, es la historia de la incomunicación de dos mentalidades, la de Mario: una mentalidad compleja, liberal, ilustrada y cristiana y la de Carmen, una mentalidad tradicional. Las mentalidades características de las dos Españas. Esta historia busca la empatía con las dos mentalidades, busca la comprensión y casi la reconciliación; Delibes quiere que comprendamos a Menchu, luego que cada cual elija si la perdona o no. La comprensión es difícil, pero tal vez, nosotros, los hijos de las dos Españas, podamos sentarnos a hablar y perdonarnos, y tomar un café, que si bien no llevé a la persuasión –no veo porque debiera - sí a la comprensión y la tolerancia.
Yo prefiero la segunda, me parece menos caduca, más contemporánea y más humana. Por desgracia la intención principal del autor fue la primera: mostrar sus frustraciones como intelectual, inspirándose principalmente en la personalidad de un amigo íntimo al que dedica el libro; mostrar una despiadada crítica a la incomprensión y maniqueísmo franquista. La segunda lectura es un accidente inevitable teniendo en cuenta la empatía del escritor hacia la humanidad de sus personajes, lo que le llevará a decir que comprende a su heroína aunque ideológicamente le parezca detestable. Esta superposición del primer objetivo sobre el otro hace que la segunda lectura esté casi, sea casi redonda, pero algo le falta. Por ello me atrevo a decir que si bien la primera lectura (la crítica) es una obra maestra como tal, la segunda solo lo roce y con ello la obra en su conjunto, para mi, no llega a la Obra Maestra de la Literatura en mayúsculas que afirman otros, esta demasiado ligada a una situación concreta, a un tema.

Me gustaría que esta percepción fuera lo único que menciono del contenido, pues cualquier dato es un enorme spoiler –o sino no lo es ninguno-, pues lo más formidable de la obra es ver como con su estructura va abriendo gradualmente un universo limitado tan solo por el frío hueco en la cama entre los dos cuerpos protagonistas.
Inicialmente la estructura iba a ser lineal con los dos personajes vivos, pero tras muchas cuartillas el autor descubrió que los personajes se mostraban demasiado irreales y además sería incapaz de pasar la censura franquista. Decidió matar a su protagonista –curioso eso de un protagonista muerto en todo momento- y cambiar la estructura de la obra a lo que se ha denominado un “monodiálogo” con una estructura en ondas, como cuando tiras un cadáver al lago y el choque produce ondas cada vez más y más amplias. Esta es la forma en que crece la narración y se presenta el universo de este matrimonio, de esta España dividida. Este cambio, para muchos el principal acierto, es responsable del accidente que da lugar a la segunda lectura: al humanizar hasta tal punto a sus personajes Delibes permite empatizar y comprender a ambos, incluso a la insoportable Menchu. Pero va mucho más allá.
Yo esperaba –había oído que la obra estaba influenciada por MIENTRAS AGONIZO de Faulkner- un monólogo interior, una escritura enormemente condensada, como todo pensamiento, y como tal un texto complicado que requiriera un esfuerzo por el lector que sería enormemente recompensado; pues bien, en absoluto, lo que encontramos es un lenguaje enormemente sencillo, como la mentalidad de su heroína, un léxico magníficamente recreado y un estilo que pone de manifiesto la maestría de su autor; pero, de lectura enormemente ágil, no demasiado atenta y con mucho relleno: el diálogo de dos amantes está condensado y requiere muchas inferencias, pero jamás tantas como un pensamiento. A esto me refiero cuando hablo de un monodiálogo pues es un diálogo con un receptor concreto (y por ello supone unos conocimientos previos comunes), pero muerto y por tanto sin respuesta. No es un monólogo común precisamente por eso, porque en los monólogos clásicos el personaje se dirige al lector, al espectador, lo que hace una lectura más sencilla.
También esperaba una estructura en espiral, donde a cada vuelta se ampliara por un lado el universo y por otro se fuera profundizando mediante un cambio en el discurso según se penetra más en la psicología de los personajes, en las temáticas de la obra. ERROR! A la mitad de la novela, tras disfrutar enormemente, emocionado, de la forma en que se ampliaba el universo: con sumo cuidado, con delicadeza, fluidez y maestría, descubrí que la espiral era plana, era la estructura en ondas a la que se refiere el autor. ¡Y lo que es peor! Pasadas la mitad de las páginas el universo crece demasiado lentamente, las ondas están tan pegadas entre sí que poco distan de la repetición; es entonces cuando se desinfló mi entusiasmo por la obra. Por ello recomiendo a todo lector no enterarse de nada de este matrimonio, sus amigos y anécdotas, si lo hacen desperdiciaran lo mejor del libro, el efecto de la estructura en la primera mitad, tras un formidable prólogo. Esta es la primera causa de que prime la lectura crítica sobre la comprensiva, se centra en la absoluta incomprensión entre los personajes sin proporcionar evolución alguna, simple estancamiento. Delibes, cuando tú mismo afirmas “podría haber acabado la novela en cualquier momento” es que algo estás haciendo mal, estás introduciendo paja innecesaria, debiste acabarla en ese momento.
Todo esto hace que la obra sea enormemente amena, y sencilla, capaz de gustar a todos los públicos gracias, además, a su irónico humor capaz de sacar sonrisas y alguna leve carcajada, la enorme sencillez y agilidad de su estilo y la repetición. Todo ello, sin descuidar la calidad, claro. Entiendo porque lo recomiendan en muchos institutos.

Como estamos viendo, Delibes es un escritor de personajes. Aquí está el otro gran acierto y a la vez defecto de la novela. Delibes logra crear personajes “típicamente humanos” extraordinariamente coherentes, tal vez demasiado. Digo humanos, porque parecen realmente de carne y hueso, parecen existir más allá de las páginas, respiran a través de ellas. Pero digo también típicamente porque no son personajes reales, son arquetipos a los que Delibes a dado alma mostrando su genio creador. Por ello son tan coherentes, por ello son mentalidades tan independientes, a pesar de que en la realidad las creencias no sean categorías, sino formadas por continuos de valores y actitudes que pueden solaparse en ocasiones, abriendo la posibilidad a la comprensión mutua; ojalá fuera posible semejante coherencia de pensamiento, más quisiéramos muchos, aunque no le falte razón a Wilde cuando afirma: “La fidelidad es a la vida de las emociones lo que la coherencia a la vida del intelecto: simplemente una confesión de fracaso”. El arquetipo de Carmen es el más sencillo: buena persona, fiel a sus principios, de mentalidad tradicional y clasista, dogmática en sus creencias e incapaz de comprender a Mario a raíz de ellas. Mario, tres cuartos de lo mismo, pero de mentalidad contraria y de un arquetipo más complejo (¿maniqueísmo?): es más o menos un liberal cristiano postconciliar, tan dogmático en sus creencias que desprecia a Menchu, hasta ser incapaz de darla no ya sexo, sino cariño y amor, es tan rígido en su moral (mucho más que Carmen), tan intolerante, que condena a su pareja a la infelicidad, no tiene jamás en cuenta sus ideas, ni su forma de pensar y no le importa. Ambos sufrirán las consecuencias de su dogmatismo y comprensión, el uno con la depresión y la otra con la represión sexual. Esto da la posibilidad de empatizar y comprender a ambos, pero por desgracia, aun con alguna ridiculización a la rigidez moral de Mario, el autor lo ensalza tanto que acaba resultando un mártir cristiano a manos de la intolerancia farisea franquista. El resultado no son dos mentalidades tan coherentes que permitan comprender cada una desde su racionalidad, igual de válidas si nos abstraemos de la nuestra, sino que la comprensión es devorada en parte por el juicio. Menchu es una víctima de la educación recibida, ahí está toda la comprensión hacia este personaje; me pregunto si acaso Delibes cree que Mario no es víctima a su vez de la educación recibida por sus padres… Pues bien, jamás sabremos el porqué de la mentalidad de Mario, total, lo suyo es lo normal, no necesita explicación…
Ante esta situación surge la pregunta de cómo llegaron a casarse seres tan dispares, pues una vez más sabremos el porqué de Menchu, pero por desgracia jamás el de Mario, sea como sea, quiero pensar que fue el amor lo que les unió y la incomprensión e intolerancia de ambos lo que les separó en matrimonio.

Para terminar, decir que existe una adaptación teatral en cartel ahora mismo en Madrid que por lo visto es muy recomendable; tal vez sea una gran opción para quien se quiera acercar a la obra sin pasar por su lectura. Yo, espero ir de aquí a no mucho.

Tal vez Carmen sea insoportable pero también es penosa y cómica, mucho, gracias a la simultanea impiedad y compasión con que Delibes carga las tintas en ella. Yo por mi parte rompo una lanza por Menchu, y si pudiera la regalaría un 600; por algo los llaman ombligos, los tiene todo el mundo. Joder, Mario, ¿tanto te costaba leerle tus versos?

Nota: 7.5

Escrita hace 11 años · 5 puntos con 5 votos · @Tharl le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 11 años

Chapeau, Tharl, de verdad de la buena. Nada que añadir, después de semejante despliegue.

@Tharl hace 11 años

=)
Vaya, pues muchas gracias :) :)

@sedacala hace 11 años

Me ha llamado mucho la atención tu reseña Tharl, por que no era esa la imagen que guardaba en la memoria de este libro, que puede que haga ya más de tres años que leí. Mi recuerdo es, que efectivamente ambos conyugues tenían una actitud distinta ante la vida; que ella, aprovechando que él está callado, se desahoga llenándole de reproches; y que en definitiva su convivencia había estado llena de incomprensión y muy falta de verdadero amor. Hasta ahí casi coincide mi recuerdo con lo que cuentas. La diferencia que yo aprecio, es la identificación de la actitud de él con las ideas de izquierdas, o simplemente liberales, y la de ella con la derecha franquista. He leído algo en Internet, y efectivamente esa parece la lectura más habitual. Sin embargo, en mi recuerdo está la actitud de él como más fresca, moderna, liberal, avanzada y también despreocupada, y la de ella como rancia, caduca, retrograda, y desfasada pero eso si, muy formal. Todos estos adjetivos, se pueden, si se quiere, identificar con izquierda y derecha o con las dos Españas, pero por alguna razón yo no lo hice. Y lo que se me quedó fue, resumiendo: que él era un tipo simpático y ella una señorona con ínfulas de grandeza y que ni uno ni otro habían podido en su matrimonio dar rienda suelta a sus aspiraciones. Es decir, un par de estereotipos de la sociedad burguesa que por esa época empezaba a vivir acomodadamente y una crítica acerba a esos comportamientos, pero algo más cercano a la crítica costumbrista que a la política. Y ninguna relación con el enfoque político que, en cambio, veo que es predominante en tu reseña. La verdad es que aquello no me sorprendió viniendo de quién venía. Que yo sepa, Miguel Delibes no fue, a pesar de sus problemas con la censura, un personaje incómodo para el Régimen; se acomodó a el y lo sobrellevó, como tantos otros. Es posible que por aquel entonces, yo estuviese despistado y no supiera ver todas estas cosas que has visto tú; y lo cierto es que la memoria no me da, como para recordar la propia lectura. Por eso quería comentártelo, para saber si mí despiste fue así de gordo, o es que tal vez quepa hacer también esa interpretación que yo he querido exponer.

He leído mucho más recientemente MI IDOLATRADO HIJO SISÍ, y creo que ese enfoque costumbrista que yo indico, es común a ambas novelas.

@Tharl hace 11 años

De lo que comentas, la única gran diferencia es esa abstracción hacia las dos Españas; el resto, salvo por algunos adjetivos -me parece infinitamente más despreocupada Menchu que Mario, por ejemplo- estamos más o menos de acuerdo: cada uno refleja una mentalidad concreta y contraria a la otra; dos mentalidades que convivían en la época.
Pero también creo firmemente que la lectura política, está bastante calculada por el autor; pero no tiene porqué quitar la dimensión costumbrista.
Por ejemplo, en el epílogo hay un momento en que los amigos de Mario -intelectuales liberales contrarios al régimen- están apunto de llegar a las manos con los representantes de la mentalidad más franquista. Todo a raíz del comentario “Era un hombre bueno” y la respuesta hiriente y cínica del funcionario franquista. Esto me parece un claro indicio por parte de Delibes de que estos problemas de incompatibilidad e incomprensión ni se limitan al matrimonio de Mario ni han sido superados.

Por lo demás, no puedo hablar del resto de la obra del autor pues esta es la primera que leo de Delibes -sino contamos EL PRINCIPE DESTRONADO que fue lectura obligatoria en educación primaria- pero creo que es común en él la crítica al señorito y la burguesía rural franquista. Lo digo a raíz de la idea que me puedo formar desde mi recuerdo difuso de la película LOS SANTOS INOCENTES (que por cierto, la vi también obligado en el instituto: ahí la conocíamos como "esa del viejo meándose las manos"). Al margen de esto, ignoro su relación con el régimen.

@Tharl hace 11 años

Holaaaa!
Fui a ver la representación teatral. Es bastante recomendable pero en el recorte inevitable del material original exaspera todas las características que trato en la reseña. Algunos pensaran que para bien, otros que para mal. Lo más destacable es la completa fagocitación de la historia de la incomprensión de los protagonistas por la crítica –y burla- social.
El protagonismo pasa de Mario a Menchu, los personajes se vuelven más arquetípicos, la amenidad, ligereza y comedia se intensifica pasando las casi 2h volando. La lectura satírica se representa con claridad volviendo la crítica una burla de la sociedad de la época, la mentalidad franquista provinciana, y en general el personaje de Menchu, es todo una burla. Aunque esta crítica se vuelve menos profunda es aun más amena, pero la lectura de las dos Españas y la incomprensión desaparece junto a algunas de las mejores confesiones.
La interpretación de Millán por su parte es un desafió con un magnífico resultado, si bien los cambios de humor en un inicio son algo injustificados y bruscos, aun así, cumple perfectamente. Mis quejas se refieren más a la interpretación del texto que su representación.
Por otro lado, la puesta en escena es sobria pero funciona, destacando únicamente el uso de las luces como recurso expresivo no del todo explotado para reflejar la emoción y evolución, ¿evolución?, del personaje.
Otra cosa que yo me preguntaba antes de ir es como resolverían el prólogo y el epílogo. El epílogo queda eliminado (y con ello se da el golpe de gracia a la lectura desaprovechada que defiendo en mi reseña) y el prólogo se resuelve con maestría pero queda demasiado mutilado, casi como si fuera una molestia con lo que hay que cumplir -y se hace con ingenio- pero que no se llega a explotar.
Por fortuna la estructura no se vuelve en absoluto repetitiva en ningún momento, algo que si pasaba en la novela; y cada minuto está porque tiene algo que contar. Aun así, el efecto de un mundo social e íntimo que se va desplegando paulatinamente me ha resultado menor. Tal vez sea por ir con el libro leído.
Por último añadir que por lo que se, Delibes colaboró con la adaptación de la novela al teatro.

@arspr hace 11 años

Acabo de escribir mi reseña, me pongo a leer la tuya y sorpresa, sorpresa: hemos clavado las opiniones.

Es demasiado obvio que un adelgazamiento a la mitad de la extensión le habría sentado de maravilla.

@Faulkneriano hace un año

Anoche vi la versión televisiva, con la Menchu titular, Lola Herrera, y me impresionó bastante.

Sigo, eso sí, suscribiendo casi cada palabra de tu reseña,Tharl, tan perspicaz. Hace nueve años te tomabas tu tiempo exponiendo tus opiniones, para nuestro beneficio.

@Tharl hace un año

Gracias, Faulkneriano. Ojalá poder volver a esas tardes de análisis y esparcimiento.

No había leído estos últimos comentarios hasta ahora. Nueve años después yo apenas recuerdo nada de la novela, sí de los personajes y sí del placer de analizarla. Es un libro muy pedagógico en ese sentido, con rasgos de estilo de la vanguardia muy bien presentables, ordenaditos, claros, para que cualquiera lo pueda leer y destripar y aprender. Eso es guay.