INTRIGAS HISTÓRICAS por Tharl

Portada de LA CORTE DE CARLOS IV

LA CORTE DE CARLOS IV es la segunda entrega de LOS EPISODIOS NACIONALES, de la serie de Gabriel Araceli, y como tal mantiene la ambición social que caracteriza este magno proyecto del autor realista de TRAFALGAR. Ambientación histórica, espíritu didáctico (para conocimientos y valores), una actitud comprometida con la sociedad y unas ansías ilustradas de inculcar un buen sentimiento y hacer nacional, de crear españoles críticos, son algunas de las constantes que se mantienen en esta entrega.

Podría decirse que, mientras que TRAFALGAR es una novela predominantemente histórica, su continuación acentúa más el carácter sociológico, relegando la Historia y sus aconteceres al fondo, un fondo muy, muy presente. Gabriel está en Madrid y se codea con gente de todas las clases: el pueblo llano de Madrid, los intelectuales del momento, y hasta la alta aristocracia. Solo se echa en falta, tal vez, una mayor presencia de la burguesía para tener la sociedad de la época al completo. Para lograr esta accesibilidad Galdós coloca sabiamente a su protagonista como criado de una reconocida actriz de teatro, compañera del actor y director del momento, el vanidoso Isidoro. ¿Qué mejor puesto para codearse con gente de las clases más diversas, que ese mundo de actores, pensadores y espectadores de todas las clases?
Desde esta posición el autor desarrolla a la perfección un estudio sociológico de la situación convulsa de la España pre-napoleónica, antes del Pepé (Botella). Por un lado, el autor se extiende en las nuevas modas y en el panorama cultural, donde la llegada del neoclasicismo al teatro provoca auténticas batallas campales que nada tienen que envidiar a HERNANI: Galdós especial admirador del SÍ DE LAS NIÑAS, apoyará a Moratín en la contienda, lo que no quita que critique su persona y sus versos. Por otro lado, el pueblo en su ignorancia detesta al valido Godoy y pierde el respeto por sus reyes, soñando con un “Deseado” Fernando VII, sueño bastante poco fiel a la realidad del futuro monarca que con sus buenos dieciséis reales años escribía a su madre “Señora: Mama mía. Llegué bueno, con ganas de cenar. Heres mi pichona como dises y te quiero mucho y he llorado porque no beniste conmigo, que estoy guerfanito de Padre y Madre…” (sic). Y no solo el pueblo, sino que toda la sociedad española anda desorientada, perdida, en el pensamiento mágico que ha caracterizado siempre nuestras tierras, incapaces de leer las intenciones de Napoleón, pero especulando de lo lindo al respecto, y esto se aplica a todas las clases por igual.
Para este estudio sociológico y didáctico Galdós sigue valiéndose de la estructura antipicaresca en su protagonista, que si en la entrega anterior conocía lo que era el patriotismo y la exaltación de la nación, en esta se vuelve más crítico y a través de madurar su sentido de la moral a golpes con la realidad, descubre el significado del honor, algo más valioso que cualquier lujo, pompa y escalada social. Mientras, los secundarios que se despliegan en la novela, más abundantes y trabajados que en TRAFALGAR, serán empleados como encarnaciones de sentimientos, estereotipos o sectores de la sociedad del momento, lo que no quita que estén formidablemente trabajados.
El resultado de este estudio sociológico es una crítica a los vicios, vanidad e ignorancia del pueblo español, mezclada con el ensalzamiento a las propiedades a conservar y evolucionar: su sencillez, honradez, bondad y sabiduría popular (eso que llaman sentido común :s); la corte por su parte, tiene los mismos vicios del pueblo, elevada a la potencia de su poder y con un extra de corrupción, decadencia y carácter intrigante carente de gloria.

En este hilo, podría decirse que la obra consta de tres pilares: Uno las intrigas cortesanas, que dan lugar al fondo histórico constante de la novela; otro las intrigas amorosas, donde dos triángulos amorosos confluyen para dar lugar a la tragedia; y por último, el estudio sociológico de la época y el pueblo del que hemos hecho mención.
En las intrigas amorosas confluyen dos triángulos. Uno con la aristócrata Lesbia como vértice central al que aspiran los dos hombres, el cortesano Maraña (vencedor) y el intelectual miembro del pueblo Isidoro. Otro, con Isidoro en medio y la actriz Pepa y la mencionada Lesbia rondándole. Este choque de triángulos produce el mejor de todos los momentos del libro: el final. Ahí el amor de los amantes burlados: Isidoro por un lado y Pepa por otro se nos muestran a la par, el uno ama y sufre por vanidad, la otra en secreto; las ansías de venganza de uno se deben al despecho, en la otra a la extraña confluencia de al oportunidad y el odio que solo puede ocasionar el amor.
En este clímax con ecos de tragedia griega que comentamos, confluyen dichos triángulos representados en escena mediante el drama de Otelo, con las intrigas políticas, todo de manera magistral. Se mezclan en el teatro aristócratas y plebeyos y todos los personajes alcanzan la catarsis. Es aquí, cuando Galdós muestra todo su genio y consigue dar a su escritura la intensidad que niega al resto del libro. Realidad y teatro se unen facilitando la conciencia del artificio puesto en escena, el drama representado por los personajes con el autor como director se abraza perfectamente con el que fingen representar… Una maravilla. Y mientras intelectuales y aristócratas juegan a sus intrigas donde apuestan el futuro del país, el pueblo muere de hambre.

Donde me falla Galdós es en su narración invasiva, algo que en otros autores como Tolstoi o Hugo no me molesta en absoluto, y en su estilo. Me resulta soso, falto de intensidad, sensibilidad o belleza. Es predecible, en especial en el fatal inicio, donde la mitad del libro es presentación de personajes según el mismo esquema. Además en las escenas donde más luce su genio, como la conversación en casa de la González de los principales personajes, no me entusiasman como deberían, a pesar de su merito. Excepción, por supuesto, para la última.

Nota: 6.5.
Seguiré probando con EL 19 DE MARZO Y EL 2 DE MAYO.

Escrita hace 12 años · 5 puntos con 4 votos · @Tharl le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 12 años

Muy buena reseña, Tharl. Curioso lo de las habilidades idiomáticas del Deseado. Hay más de un personaje real en la novela, por cierto: el actor Isidoro Máiquez, por ejemplo. Me interesa mucho esta novela porque representa un punto crucial en la formación de Gabriel: el conocimiento del disimulo, de la hipocresía, de la falsedad y la elección de la sinceridad y de la honradez. Esto, en la literatura, es más difícil de plasmar de lo que parece. Me gusta mucho esta novelita en tanto que eslabón en ese proceso más amplio que forma la primera serie de episodios. Es una obra de oposiciones múltiples, con una estructura muy bien pensada, donde emergen ya los grandes secundarios de la serie, con Amaranta a la cabeza. La ambientación histórica es sumamente elegante y la escritura, muy atildada. Las referencias al mundo teatral abundan en la duplicidad esencial de los personajes, que mezclan hábilmente la verdad y la mentira, la realidad y la ficción. Ofrece mucho en pocas páginas, a mi juicio.