(CASI) EVITANDO LA PARADOJA MILLÁS por arspr

Portada de EL MUNDO

Por fin un libro de Millás que me ha gustado. No es me haya fascinado, no va a convertirse en mi libro de cabecera, pero ha cumplido al menos con las mínimas expectativas puestas en él de antemano.

Y es que mi relación con Millás es bastante paradójica. Por un lado de Millás me gusta absolutamente todo. Me atrae irremediablemente su estilo, su facilidad para ligar, tanto plásticamente como conceptualmente, metáforas e ideas. Me sorprende una y otra vez la facilidad, la suavidad, la soltura con que consigue que fluyan frases y párrafos tan ingeniosos, bellos y complejos al mismo tiempo. Vamos, que enmarcaría cada página escrita por Millás como una Obra de Arte (con sus dos mayúsculas). Y para muestra un botón del inicio del libro: “En el principio fue el frío. El que ha tenido frío de pequeño, tendrá frío el resto de su vida, porque el frío de la infancia no se va nunca.” Simplemente perfecto.

Y por otro lado, como en la canción de Serrat, me gusta todo de los libros de Millás pero los libros de Millás no. Tampoco es que haya leído mucho de él (aparte de sus artículos periodísticos), pero los tres o cuatro perpetrados, (este es el verbo exacto), me defraudaron grandemente. Ejemplo del poco poso dejado es que realmente ni me acuerdo cuantos o cuales han sido (¿No mires debajo de la cama? ¿Dos mujeres en Praga? ¿El orden alfabético?…)

Es como si sus libros se me escapasen entre los dedos, como si, (y parafrasenado conceptos suyos), sus libros fuesen zurdos y yo diestro o como si él o yo nos encontrásemos al otro lado, pero nunca los dos a la vez.

Y que conste que me gustan los libros “oníricos” y/o “surrealistas” (o “hiperrealistas”, según se mire, como el propio Millás indica), por ejemplo recuerdo gratamente el reciente Océano mar de Alessandro Baricco, pero no acabo de comprender el motivo, el fin, de los libros de Millás, aunque solo sea que no existe tal fin, sino que lo importante era el viaje.

Y algo de esto hay en esta autobiografía soñada o novelada (desconozco donde comienza la ficción, aunque la frontera entre lo real y lo imaginado quizás carezca de importancia). No acabo de intuir por qué aparecen tales o cuales aspectos en la novela, o por qué acaba en ese punto y no en otro cualquiera. De nuevo la novela se me quiere escurrir como una sombra.

Pero a su favor cuenta que los aspectos reconocibles, duros, aprehensibles de esa infancia franquista con sus luces y sus sombras sirven de faro, de pilar de anclaje, de forma que la novela ha conseguido llegar a puerto (mi corazón) sin haber perdido demasiada tripulación o carga por la travesía. Y las perlas dejadas en puerto son suficientemente preciosas como para efectivamente ponerse en la piel de ese niño que crece en un ambiente hostil en que no comprende nada, ni la pobreza de su familia, ni el frío que pasa, (emocionalmente sobre todo), ni los pecados, ni los golpes, ni los sexos (o el sexo), ni nada de nada.

Así pues, por fin un libro de Millás que no me defrauda, aunque seguiré aferrado a sus artículos. Bueno realmente miento: de vez en cuando seguiré pegándome bofetadas con sus novelas porque no puedo evitar caer en ellos como la polilla en el fuego.

Escrita hace 11 años · 5 puntos con 6 votos · @arspr le ha puesto un 7 ·

Comentarios

@Faulkneriano hace 11 años

Pues a mí este Millás me gusta. Y lo dice alguien que no es precisamente un entusiasta de su obra.

@sedacala hace 11 años

A mí, también me gustó este libro. Pero debo decir que tiene truco la cosa, porqué esta novela está ambientada en el barrio de la calle López de Hoyos y aledaños, es decir en el barrio de "Prosperidad" y en los años sesenta. Y casualmente, ese era el barrio de mis abuelos, así que en esa misma época transité bastante por la "Prospe"; era casi como mi barrio. De manera, que con esos antecedentes no es extraño que me gustase; además creo que Millás supo captar muy bien aquel ambiente del barrio, que lo tenía y muy marcado. Sin embargo, después no me ha vuelto a asaltar la tentación de leer otro libro suyo de cualquier otro tema. Me gusta su forma de escribir en el periódico, pero reconozco que me da pereza leer libros suyos.

@Faulkneriano hace 11 años

¿De manera, sedacala, que puede ser que hayas tomado el autobús al otro mundo? Qué espeluzno.

Da igual, los temas de El Mundo son bastante universales: la capacidad de fabular, las aristas de la realidad, las relaciones paternofiliales, la infancia... Yo soy extremeño, de una pequeña ciudad de provincias, y vaya si me identifico con el protagonista y su amigo el Vitaminas (un personaje del mismo nombre aparece en Visión del ahogado, lo más interesante que he leído, hasta ahora, de Millás) Por cierto, resulta absolutamente convincente la descripción que el hipocondríaco Millás hace de un ataque de pánico (la escena de la fiesta) adornado, eso sí, con vislumbres fantásticos. Quizá lo que más aprecie de esta novela es su sinceridad y su extraña mezcla entre realidad y ficción, entre autobiografía y evocación literaria: no me importa saber qué es real y qué es inventado, porque el resultado final es satisfactorio.

@arspr hace 11 años

Pues confiando en tu criterio, me apunto Visión del ahogado como mi próximo Millás. (Juraría que no lo he leído)...

@_567_ hace 11 años

Comparto contigo, arspr, la atracción por el estilo literario de Millás. De ahí que siga recurriendo de tanto en cuanto al encuentro de sus siempre sugerentes novelas, esta ha dejado de ser una asignatura pendiente cuyo resultado paradójicamente me ha parecido bastante irregular: muy bueno en sus primeras partes (El frío y La calle) y bastante menos interesante en la mitad final (Tú no eres interesante para mí y La academia); bien es cierto que el propio autor, supongo yo que una vez releída su obra y justo antes de edición, incluye un brillante epílogo con ese estupendo regreso a Valencia… acompañado de dos bolsas de plástico de El Corte Inglés. Por cierto, observo que sus otros libros que has leído son justo algunos de los que a mí me faltan, pero espero leer en un futuro. En cuanto a encuentros y desencuentros con su obra supongo que va a gustos personales, utilizando yo también un concepto suyo sobre los zurdos: todo se hace complicado de entender en un mundo diseñado con normas tan estrictas para una gran mayoría… esto dicho desde la perspectiva de un zurdo, yo, o sea de un elemento de minoría. Si se te escurren las sombras biográficas del autor, te recomendaría que probaras con Cerbero, su primera novela, tan cortita como intensa, una carta al padre en toda regla que sin duda haría las delicias del mismísimo Kafka pero que a mí no me acabó de gustar; creo que Millás es de ese tipo de escritores que han aprendido el oficio con los años, de los que mejoran conforme su trayectoria literaria va sumando etapas.

Faulk, me alegra que hagas referencia al pasaje hipocondríaco (¿real?) que sucede en aquella fiesta con “dos mundanos áticos” como escenario, es mi escena favorita de la novela por lo bien descrita que está y por todo lo que acontece entre copitas, taquitos de jamón, conversaciones literarias y falsos e hipócritas contactos de la muchedumbre humana acorralada en un espacio reducido. El vislumbre fantástico que comentas se ensalza, sin ninguna duda, a través de las volutas de humo blanco procedente de esos canutos de marihuana de la wena que los personajes de Millás suelen fumarse en sus novelas…

@Faulkneriano hace 11 años

Krust, los vislumbres fantásticos de la fiesta que tanto nos gusta a los dos tienen que ver, supongo, con esa especie de irrealidad que describe tan bien la novela, esos privilegiados escondites que permiten ver con el rabillo del ojo "el otro mundo" y no con los efectos de algún canuto. O a lo mejor es que soy muy ingenuo...

@_567_ hace 11 años

¡Joder, tío! Con lo cansado que ando y me haces repasar, pero mola mola

Pág. 97 y 98. “En un momento determinado me pasaron un porro al que dí una calada. No era hachís, sino marihuana, y muy buena, porque bastó esa calada para hacerme flotar… la segunda calada reforzó la sensación de estar levitando…”
Bueno, es un pasaje estupendo de la novela porque no hace falta que te recuerde que es lo que había en el ático contiguo; así casi evitando la paradoja intelectual en que se desarrolla la fiesta… ¿verdad?

@Faulkneriano hace 11 años

Correcto. Ya sé que hay porros de por medio, pero la salida de Millás a la calle POR DONDE NO ES, por el otro ático en el que hay lo que bien recuerdas, le devuelve al mismo mundo que contempla desde el sotabanco del Vitaminas, esa realidad que es y que no es o que se mira diferente, produciéndose el mismo efecto de extrañamiento. Que en este caso sea efecto de los porros, no lo dudo, pero es la misma idea central que anima toda la obra que, muy atinada y bellamente, se llama El mundo.