ODIFREDDI, CON MUCHAS VIGAS EN EL OJO PROPIO por EKELEDUDU

Portada de POR QUÉ NO PODEMOS SER CRISTIANOS Y MENOS AÚN CATÓLICOS

Siempre es interesante y sano escuchar los argumentos esgrimidos por los arquéologos e historiadores refutando la veracidad de la Biblia, como lo hizo Charlotte Booth con el Exodo en un capítulo de EL SECRETO DE LA ESFINGE, que ya comentado aquí. También vale la pena atender la argumentación de ciertos creyentes -ex sacerdotes especialmente-contra la Iglesia, el Papa y demás. Pero cuando un ateo recalcitrante asume para sí estas tareas a fin de demostrar su punto de vista según el cual la religión es sólo engaño, más vale huir en dirección contraria. Y ello porque a diferencia de todos los nombrados antes, los ateos más fanáticos suelen recurrir a insultos e ironías, lo cual resulta chocante para los lectores, algunos de los cuales tal vez no tendrían inconveniente en examinar sus argumentos y admitir que han sido idiotas si llegan ellos mismos a esa conclusión, pero que, como cualquier humano normal y corriente, no gustan de que de verse denigrados y se encerrarán herméticamente en sus creencias, por oscurantistas e ilógicas que puedan ser y sin que les importe que lo sean, en cuanto aflore esa desagradable veta en el autor.

Piergiorgio Odifreddi escribe precisamente en ese estilo y uno se pregunta a qué público pretende llegar. Quizás a otros ateos tan poco respetuosos de las creencias ajenas (hay ateos que sí las respetan) como él, para burlarse juntos de la fe cristiana; porque si quería volcar al ateísmo a lectores creyentes, es obvio que no lo logrará y que, es más, éstos abandonarán la lectura a las pocas páginas, hartos de insultos y burlas no tan dirigidos a ellos como al cristianismo y la Iglesia, pero que los alcanza igualmente por tratarse de algo que por mucho tiempo fue parte importante de sus vidas.

Ahora bien, lo cómico es que Odifreddi, en medio de todo eso, encuentre "agresivo" el principio cristiano de hacer a los demás lo que se querría que le hicieran a uno. Que me disculpe, pero me empieza a parecer un marica susceptible, si le molesta tan loable propósito, y además, ¿cómo andamos por casa? ¿Justo él, después de tanto insulto y mofa, viene a deplorar la agresividad ajena? Y encima, tras resaltar los inconvenientes de que un masoquista llevara a la práctica ese principio (vemos que elige los mejores ejemplos...) reproduce una variante a su juicio menos agresiva, extraída de religiones del Lejano Oriente: NO HAGAS A LOS DEMÁS LO QUE NO QUIERAS QUE TE HAGAN A SI. ¿Nos toma el pelo este hombre? Si el masoquista de su ejemplo odia que lo traten suavemente y por consiguiente trata de manera opuesta a su prójimo, ¿cuál es la diferencia respecto a la versión cristiana?

En realidad, a Odifreddi nada del cristianismo parece venirle bien, bueno o malo, por el hecho precisamente de provenir del cristianismo. Esto ya es el colmo. Coincido con él en su opinión básica de que la inerrancia bíblica no se sostiene; coincido con él en que fue escrita por hombres, y no por Dios; repudio tanto como él la intolerancia eclesiástica y los excesos de los sucesivos Papas; coincido con él, en suma, en muchísimas cosas, y de su libro rescato como notablemente lograda, sobre todo, su argumentación a favor del aborto. Pero aparte de que no me gusta cómo realiza en general sus críticas, incurre en el absurdo una y otra vez, lo cual es tanto más grave cuanto que no para de tildar de absurdas las creencias cristianas; por ejemplo, cuando acusa al Dios bíblico de ser acientífico. Repito una vez más que no creo en la inerrancia bíblica, pero el hecho es que los fines de Dios, en la Biblia, no son divulgativos y científicos, y trata con un pueblo ignorante que cree que los murciélagos son aves; y si no viene al caso para sus fines, ¿por qué aclarar que no lo son y dar lugar a interminables interrogatorios de niño curioso que lo harán irse por las ramas? Lo cual no demuestra que Dios sea el autor de la Biblia, pero sí que la pretensión de Odifreddi de que, si lo fuera, debería mostrarse más versado en ciencias, con frecuencia se revela endeble.

Todo lo cual, quizás sería lo de menos; lo más grave, en realidad, es la enorme bestialidad en la que incurre en la página 57, después de tanto tildar de "chapuceros" a los escritores Bíblicos. Habrá que reconocer, eso sí, que su burrada no altera a favor ni en contra su argumentación en sí, excepto sospechándolo de chapucero a él también. Cito textualmente: "...él podría ser Ramoses, príncipe heredero de la reina Hatshepsut, que a su muerte, desapareció misteriosamente de la historia egipcia". No, no, ¡NO! Estupefacto he revisado todos mis libros sobre el Antiguo Egipto, algunos de ellos muy actualizados, he buscado y rebuscado en Internet y no sé de qué príncipe heredero Ramoses me está hablando: jamás existió, al menos como probable sucesor de Hatshepsut o bajo su reinado.

Odifreddi es matemático. Le sugeriría que se dedique a eso, que en sus ratos libres expurgue un poco este libro suyo, que se quite múltiples vigas del propio ojo y que luego se explaye cuanto quiera sobre las que vea en los ojos del prójimo. Entonces quizás hablemos de nuevo.

Escrita hace 12 años · 5 puntos con 3 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 5 ·

Comentarios

@lucero hace 12 años

Creo que no lo voy a leer.....detesto la intolerancia y el fanatismo. Reseña muy clara. Gracias

@EKELEDUDU hace 12 años

Gracias a vos. Sí, la verdad es que no lo puedo recomendar aunque contenga algunos datos interesantes.