LAS ESTRELLAS SE PUEDEN CONTAR por Shorby

Portada de LAS ESTRELLAS SE PUEDEN CONTAR

Estamos en Roma, en la actualidad y no falta nada para los exámenes de Selectividad, así que todos andan histéricos con el tema.
Entre ellos, tenemos a Alice, la protagonista de la novela, que, como adolescente que es, nos cuenta sus problemas existenciales, sus sentimientos, su día a día. La autora lo narra de tal forma mediante la chica, que es perfectamente creíble todo lo que estamos leyendo, cosa que me gusta bastante.
Pero por otro lado, también tenemos a Carlo, el protagonista y la otra voz, pues la historia se cuenta bajo el punto de vista de ambos. Sin embargo no resulta repetitivo ni aburrido, como desde un principio se puede pensar; y debo añadir que para mí fue toda una sorpresa, pues Alice nos cuenta la historia de principio a fin y en lo que parece que va a ser una segunda parte, Carlo toma el relevo, dejándonos ver todo desde otra perspectiva y haciéndonos atar algunos cabos y comprender detalles que anteriormente habían quedado en el aire.

Aquí cobra protagonismo la amistad, los profesores cafres, el primer amor, los estudios, la primera relación sexual… inquietudes y experiencias por las que hemos pasado todos e incluso más de uno está en ello.
Aunque ya se sabe quién es la pareja sobre la que gira la trama principal, no se nos presenta como tal desde un principio, si no que cada uno tiene sus experiencias aparte con otras personas, tópicos –me atrevo a decir- que hay en todos los institutos del mundo: por un lado está Ludovica, la chica popular y guarrona de clase; por otro, Giorgio, el rebelde pasota por el que media clase está colada… pero que es un cabroncete.

Vemos evolucionar a los dos protagonistas, teniendo en cuenta que la historia transcurre en un periodo de tiempo de apenas unas semanas.
Alice sólo quiere buenas notas y encontrar el amor y viajar en su nube rosa y que todo sea muy bonito. En medio de todo, se lleva un par de chascos que le harán cambiar de opinión y ver las cosas de otra manera, madurar.
Carlo pasa de ser el chico despistado que hace gracias, a integrarse en el grupo de la gente popular a partir de un pequeño –bastante curioso- tropezón… para volver atrás y de nuevo ser un chico normal, también más maduro.

Así, tenemos una novela juvenil muy tierna que, si bien no es el libro del año ni una lectura imprescindible, nos hará pasar un buen rato entretenidos, pues como cuenta Carcasi en sus páginas, esta una historia de dos miradas, pero de un solo amor. Historia que por cierto, fue escrita con maestría y tan sólo veinte años.

Escrita hace 12 años · 0 votos · @Shorby le ha puesto un 5 ·

Comentarios