TESTIMONIO DE UN HONROSO SERVIDOR PÚBLICO por EKELEDUDU

Portada de UN POLICÍA BONAERENSE

Aun apreciando la labor de Editorial Dunken en la financiación de obras de autores desconocidos, o precisamente por ese aprecio, debemos señalar que debería tomar urgentemente dos medidas. En primer lugar, contratar correctores que se encarguen de hacerles a dichas obras el necesario lavado de cara para poder presentarse dignamente ante los lectores; y en segundo, enseñar a esos mismos correctores a decir "No" cuando la obra no precise simplemente unas correcciones, sino directamente ser reescrita de nuevo. Este último no sería el caso de UN POLICÍA BONAERENSE, pero sí el de muchas otras obras que renunciamos a comentar para ahorrarles un papelón y porque el papel de crítico odioso y demoledor de ilusiones nunca es agradable, menos en el caso de autores que debieron ahorrar para pagar la publicación de sus libros.

Centrándonos específicamente en UN POLICÍA BONAERENSE, debemos reconocer, sin embargo, que se habría beneficiado bastante contando con un corrector. Así como está, su estilo oscila entre la simple corrección y una cierta desprolijidad, incluso hay un horror de ortografía, repetido dos veces para colmo.. Sin embargo, vale más hacer la vista gorda, por un lado porque, si no estamos ante una obra maestra de la literatura, al menos tampoco pretende serlo, y por otro,. porque con todo lo que pueda achacársele, es a pesar de todo un libro que llega al alma, algo que muchos literatos cargados de títulos y diplomas no consiguen por más que el esnobismo los eleve al tope de los pedestales.

Esto no quiere decir que la lectura de UN POLICÍA BONAERENSE sea en todo momento fácil o agradable, pero esto ya no es culpa del autor ni de correctores inexistentes. De hecho, el libro presenta dos aspectos. El más duro es la sucesión de crímenes que empieza a desgranar Gabriel Guerrero al poco tiempo de iniciado el libro. No es que Guerrero sea morboso, ni nada por el estilo, pero su visión de los hechos casi hace que uno termine asqueado del género humano. Uno de los más terribles, por ejemplo, tiene que ver con la desaparición de una niña; el relato estremece de una forma que no lo lograría una simple crónica policial en un diario cualquiera. No le va muy en zaga, aunque por distintos motivos, la historia del Pelusa. Ya sea porque el crimen de turno nos resulte horrible e incomprensible o, por el contrario, porque comprendamos demasiado bien y nos sintamos en parte culpables en nombre de toda la sociedad, la mayoría de estos relatos nos golpearán muy fuerte. Sinceramente, me dejan preguntando qué tan recomendable es este libro para espíritus sensibles.

El otro aspecto tiene que ver con ese muchachito provinciano (dicho sea con el mayor de mis respetos, ya que a veces en las provincias hay más dignidad moral que entre los capitalinos) que al poco tiempo de concluido el servicio militar obligatorio ingresó en la Bonaerense con el sólo fin de servir a la comunidad; que se preguntó si de verdad estaba hecho para un oficio tan riesgoso; que por ser ignorante en cuestiones de política y, quizás, más sabio en materia de humanidad, no podía entender por qué grupos subversivos atacaban la dependencia donde él prestaba servicio a principios de los '70. El joven creció, pero en cada uno de los crímenes de los que fue testigo después volvemos a encontrarlo preguntándose el motivo de tanta violencia innecesaria y decidido a no ejercerla. Y tal vez sea precisamente eso lo que impacta de manera tan dura en UN POLICÍA BONAERENSE: que el policía en cuestión no se escinde del ser humano. Por espeluznantes que resulten los crímenes que se suceden a lo largo de la obra, ésta dice menos de quienes delinquen que de quienes militan en el bando opuesto, o al menos de una persona que durante treinta y tres años militó en ese bando y enorgulleció al mismo. Y quizás esta sea la mayor razón para leer este libro. El autor podrá no tener el mejor estilo literario, podrá no siempre ser correcto al escribir, pero conserva en estado impecable algo mucho más importante: su propia alma. Vale la pena asomarse a ella.

Escrita hace 12 años · 4 puntos con 1 voto · @EKELEDUDU le ha puesto un 7 ·

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