ROBIN HOOD Y SU FINAL POCO CONOCIDO por EKELEDUDU

Portada de ROBIN HOOD

Cada tanto, alguien reedita algunos volúmenes de la vieja y querida COLECCIÓN ROBIN HOOD. Aquí tenemos un tomo que se ocupa, casualmente, de la leyenda del famoso héroe de Sherwood, el que robaba a los ricos para dar a los pobres. Esa leyenda aparece sin duda resumida, porque completa tengo entendido que es vastísima. Como para corroborarlo, en su obra LOS BRITÁNICOS, que ya hemos comentado, M. I. Ebbutt narraba algún episodio no incluido en el libro del que tratamos ahora. No obstante, están algunos de los hitos más memorables de la gesta de Robin, desde que se convierte en proscrito por ponerse de parte de un sajón que había infringido la ley al cazar un ciervo para que él y su hijo tuvieran qué comer. Sucedía esto, desde luego, en los tiempos en que el Príncipe Juan Sin Tierra había usurpado el trono de su hermano Ricardo Corazón de León, un monarca justo y por entonces prisionero del Rey de Austria, y cuya ausencia aprovechaba la nobleza normanda para cometer todo tipo de tropelías contra sus vasallos anglosajones. Bah, bueno, al menos algo así se explica en un prólogo intitulado La Inglaterra de Robin Hood del que no podemos decir que mienta, pero sí que, haciendo juego con el cuerpo principal del libro, es más leyenda -en este caso, precisamente la de Ricardo Corazón de León- que Historia auténtica: los normandos eran abusivos con la población anglosajona, sí, y Juan Sin Tierra no era el mejor de los gobernantes, pero su carácter de usurpador lo inmortalizó para siempre mucho más infame de lo que probablemente fue; y como por otra parte todo tiempo pasado fue mejor, el tiempo de Ricardo, por haber él partido a la Cruzada hacía ya muchos años y por considerarse que las Cruzadas eran empresas santas, su recuerdo fue muy embellecido mucho más allá de los méritos del soberano.

Pero volviendo a lo que nos interesa ahora, decíamos que este volumen recorre los momentos más destacados de la leyenda de Robin Hood: su huida a los bosques junto a Will Scarlett, Much y otros hombres, las sucesivas incorporaciones de Little John y el fraile Tuck a la banda, el rapto de Maid Marian, la captura y rescate de Will Scarlett, las repetidas humillaciones infligidas a los enemigos y el esperado regreso de Ricardo Corazón de León. Estos son momentos muy conocidos de la leyenda, pero en este caso el penúltimo capítulo se ocupa de la muerte de Maid Marian, y el último, de la del propio Robin. Estos episodios suelen obviarse por no ser muy gratos a nuestra mentalidad actual y porque Hollywood es muy exitista en materia de héroes, aunque en estos casos no hace más que bailar al ritmo que le impone el público. Ese mismo público quizás se muestre renuente ante una versión con un final tan definitivo, pero los narradores de historias de tiempos pretéritos, ajenos a la era del cinematógrafo, no compartían esa mentalidad. El héroe, fuese Héctor, Sansón, Cúchulainn, el Rey Arturo, Beowulf, Roldán, el Cid Campeador o, en este caso, Robin Hood, era mortal, podía morir y de hecho acababa muriendo. Pero eso no importaba demasiado, especialmente si moría de una forma valiente y/o abnegada en defensa de su pueblo o de nobles ideales: lo que contaba era que hubiese hecho de su vida algo sobresaliente y digno, que le confiriera cierta aura de inmortalidad. Como comparto ese punto de vista, esta versión me parece superior a otras, aunque es un punto de vista, lo admito, muy personal.

Nadie espere, por supuesto, un estilo refinado o grandilocuente. Se trata de la transcripción de una leyenda pensada originalmente para públicos infantiles y/o juveniles, no de una obra con pretensiones de Nobel o de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS. Entretiene, instruye y no más que eso.

Escrita hace 12 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 8 ·

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