UN ZORRO MALO COMO ÉL SOLO por EKELEDUDU

Portada de LOS SUFRIMIENTOS DEL JOVEN WERTHER/ REINEKE EL ZORRO
El autor de esta reseña ha idicado que contiene spoiler, mostrar contenido.

Este libro reúne dos famosas obras de Goethe. Al adquirirlo, yo ignoraba todo acerca de la primera de ellas; mi interés se centraba en la segunda, que ya conocía desde hace bastante tiempo (en su momento me prestaron el libro), pero que no es tan fácil de conseguir. Despacharemos pronto a LOS SUFRIMIENTOS DEL JOVEN WERTHER, diciendo que me aburrió soberanamente y no fui capaz de terminarla. Es una novela epistolar donde el protagonista, el Werther del título, le cuenta a un amigo sus peripecias en un imaginario pueblo campesino, donde se enamora de una joven ya comprometida con otro. A la hora de puntuar el libro, ni tuve en cuenta a LOS SUFRIMIENTOS DEL JOVEN WERTHER, que pese a la inmensa fama de que goza, me pareció olvidable. Olvidémosla, entonces, y pasemos a REINEKE EL ZORRO.

Empecemos diciendo, ante todo, que la figura del zorro como astuto burlador es prácticamente universal en las fábulas. En la Edad Media ya circulaban varias historias que lo tenían por protagonista. Si bien no he tenido acceso a ninguna de ellas, hay motivos para creer que deben haber sido un tanto crueles, sobre todo teniendo en cuenta de qué epoca proceden. En todo caso, varias de ellas fueron recopiladas por un poeta anónimo en una obra que se intituló REYNKE DE VOS y que apareció en Lübeck en 1498 (aunque cabe aclarar que existe también, sobre el mismo personaje, una colección de poemas franceses compuestos entre los siglos XII y XIII e intitulada ROMAN DE RENART). Johann Christoph Gottsched publicó en Alemania, en 1752, una versión en prosa de dicho poema, la cual tendría gran influencia sobre Johann Wolfgang Goethe. Este decidió reformular el poema y de ese modo apareció, en 1794, su REINEKE FUCHS o, en castellano, REINEKE EL ZORRO; la obra que nos ocupa, en suma..

Hablábamos de la posible crueldad de las historias medievales originales, y volvemos a hacerlo aquí, ya que si alguien piensa que éste es un lindo libro para el público infantil, tierno y moralizante, vaya sacándose esa idea de la cabeza.Reineke, el protagonista, no es sólo pícaro; directamente es malo, si bien, según lo veremos, muchas de sus víctimas tampoco son muy inocentes que digamos.

La acción se inicia, en el primer canto, en la Pascua de Pentecostés, en la corte del rey Nobel que es, como corresponde, un león. Este ha convocado a todos sus vasallos, pero hete aquí que uno se ha ausentado: Reineke, quien tiene sobrados motivos para no asomar la nariz por allí. Y es que parece que no hay animal al que no le haya hecho una trastada, por lo que se ha hecho malquerer y muchos le tienen poco menos que jurada venganza. Es más, su ausencia da pie a que todos ellos, uno a uno, vayan exponiendo al monarca sus quejas sobre el malhechor. Entre sus más temibles enemigos están el lobo Isegrim, el oso Braun y un lince (o un gato montés, según la traducción que toque en suerte), Hinze. El zorro cuenta con defensores, pero pocos; entre ellos, su sobrino Grimbart, un tejón. Pero el desfile del gallo Grimbart, con lo que le queda de su prole (buena parte de ella ha sido asesinada por Reineke) exhibiendo el cadáver de una de sus hijas, la más reciente víctima del zorro, hará que el rey monte en cólera contra este último; y se elige allí mismo un alguacil, que será Braun, el oso, para que lo aprehenda y lo traiga para ser llevado a juicio.

Braun es grande y fuerte, pero el zorro, ya se ha dicho, es temiblemente astuto, y malo como él solo por añadidura; así que consigue burlarlo y evitar el juicio. Por lo tanto, Nobel envía a un segundo alguacil, eligiéndolo por ser "listo y leído": Hinze. Igual que Braun, el nuevo emisario regresa engañado y malherido. Finalmente, Grimbart -quien demostrará ser un redomado imbécil defendiendo tanto a su innoble tío- se ofrece a ir a buscarlo. Este, al menos, sale del cometido físicamente bien parado, por el camino confiesa a Reineke y consigue al menos que éste comparezca ante el rey, aunque el zorro no tendrá empacho en acusar a su sobrino -o a cualquier otro- de lo que sea para salvarse él. Cuando parece que ya van a colgarlo, un astuto ardid del zorro, que apela a la codicia del soberano lo deja de nuevo en libertad, mientras sus enemigos Isegrim, Braun y la esposa del primero, Gieremunda, terminan parcialmente desollados y con grandes dolores como una sucia venganza de Reineke.

Como se ve, ésta no es, efectivamente, literatura infantil, y decididamente conserva una crueldad muy propia del Medioevo (a quien dude de que este período era en efecto cruel, recomendamos la lectura de A HIERRO Y FUEGO de Sean McGlynn) y decididamente no es muy optimista (quizás no haya motivo para serlo) respecto a la sociedad. Unas cuantas víctimas de éste, en efecto, entran en el juego de Reineke porque éste apela a algún vicio suyo: codicia, glotonería, etc. Tampoco es muy grata, aunque bastante acertada, la imagen que este libro ofrece del discernimiento de la sociedad, que es nulo. No importa cuántos y cuán malvados sean los embustes de Reineke, siempre alguien le cree, aunque se trate de alguien que ya haya sido previamente embaucado por el zorro. Reineke se parece mucho, por ejemplo, a tantos estafadores que hacen su agosto por Internet enviando mails que anuncian que uno se ha ganado por sorteo medio millón de euros, o cosa por el estilo, y que son verdaderos maestros en eso de desplumar incautos.A estas alturas, nadie debería creerles, pero siempre hay otro que cae.

Es más: teóricamente, al final del libro Reineke se reforma. Pero a estas alturas...

Escrita hace 12 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 8 ·

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