UNA VIEJA REVISTA DE CHISMES SIN RIGOR HISTÓRICO por EKELEDUDU

Portada de LOS REYES HOMOSEXUALES

Evidentemente, la calificación que reciba un libro puede variar según el punto de vista de quien lo evalúe. En el caso de LOS REYES HOMOSEXUALES, por ejemplo, un aficionado al chisme histórico lo encontrará excelente ya desde el mismo título, que huele a escándalo en las altas esferas del poder. El contenido de la obra no es en realidad tan sensacionalista, pero sólo lo que se diga bastará al chismoso de turno para fantasear y agrandar los hechos concretos conforme a su gusto. Para un voyeurista que quiera hacer de este libro un sustituto de la pornografía homosexual, en cambio, resultará un tanto desabrido, porque a Henri Rigault, el autor, se le podrán reprochar muchas cosas, pero no que haya escrito este libro como literatura caliente. Ahora bien, para lectores cuyos intereses sean menos frívolos, me temo que este libro será intrascendente o directamente olvidable. Uno de estos posibles intereses sería observar la reacción de los contemporáneos -y de la misma Historia- cuando algún monarca era homosexual sospechoso o declarado. En el caso de los lectores homosexuales, el interés es particular y quizás mayor, ya que cuantos más personajes históricos se hayan sentido atraídos por gente de su mismo sexo -especialmente si dichos personajes son célebres y de buena reputación- más posibilidades hay de que caigan los últimos prejuicios que aún subsisten en torno a la homosexualidad. Ahora bien, en este último caso, debe tenerse en cuenta que eso a los homófobos no les causaría ninguna gracia, e intentarían -es más: intentan- demostrar, por todos los medios, que todos los homosexuales que existieron, existen y existirán a lo largo de la Historia son simplemente pervertidos, aberrantes, abominables y, en fin, cuanto otro término denigrante puedan imputarles. Por consiguiente, creo que un tema así debe ser abordado con sensatez e inteligencia, precaución que, temo, Rigault no ha tenido al escribir esta obra. Su primer gran error es no citar las fuentes, ni incluir la bibliografía final; el segundo, agravado por el primero, consiste en la selección de reyes cuya supuesta homosexualidad examina a lo largo de este libro.

El primero de ellos es Ricardo Corazón de León. Sin embargo, que éste haya sido realmente homosexual no es seguro; todavía se sigue debatiendo la cuestión. Así, Piers Paul Read, en su libro LOS TEMPLARIOS, opina que "...ahora parece que Ricardo no era homosexual" ; que ningún contemporáneo del rey inglés lo acusó abiertamente de homosexualidad, y que él llevaba ya más de un siglo muerto cuando se empezó a rumorear sobre el tema . Frank McLynn, en HÉROES Y VILLANOS, afirma que se ha especulado sobre la homosexualidad de Ricardo sólo sobre evidencia circunstancial. Un tanto en contradicción con ambos, pero no tanto, Jean Flori, en RICARDO CORAZÓN DE LEÓN dedica al tema más espacio y es más útil y concreto que Rigault. Sostiene que "...ningún historiador parece haber afirmado claramente la homosexualidad de Ricardo antes de 1948. Sin embargo, hoy se acepta generalmente por los historiadores contemporáneos, con ayuda de la moda". Acto seguido pasa a examinar la evidencia, descartándola toda, excepto una sobre la que se explaya considerablemente, pero que aquí sólo mencionaremos: la fama de inmoral que tenía el monarca. Su conclusión final es que "más que un homosexual absoluto y exclusivo, Ricardo parece haber sido ante todo, como su padre y sus abuelos, un gozador. Menos pedófilo, sin duda, que su padre, pero probablemente bisexual". Ahora bien, ese "probablemente" deja lugar para muchas dudas. La reputación de Jean de Flori, más el hecho de que su obra se dedica exclusivamente a Ricardo y por lo tanto hace suponer que investigó a éste muy a fondo, permiten concluir que no hay nada probado en un sentido ni en otro.

No se entiende, por lo tanto, que Rigault, en vez de abordar el tema como lo hizo Flori, nos hable de hechos concretos que... ¡Nada dicen! En efecto, si Ricardo fue realmente homosexual, de todos modos la exposición de Rigault no permite apreciarlo de verdad. Tenemos que contentarnos con la afirmación del autor, según la cual sí lo era. ¿Valía la pena?

El siguiente en la lista es Eduardo II de Inglaterra. Bueno, ése sí; casualmente, en este caso nadie hay que afirme que NO era homosexual, porque protagonizó resonados escándalos. Claro que, si yo fuera homosexual, no sé si tendría mucha prisa por usarlo como publicidad gay. Y es que en realidad, tanto en el caso de Ricardo Corazón de León como en el de Eduardo II o cualquier otro personaje histórico, la inclinación sexual representa apenas una parte de su personalidad. La de Eduardo II, manejado a gusto y antojo por sus favoritos, no resulta muy grata. Quizás tampoco la de Ricardo, si lo pensamos bien; pero éste al menos ha sido engrandecido por la leyenda.

Los restantes reyes en la lista son Enrique III de Francia, Jacobo I de Inglaterra, Luis XIII de Francia, Guillermo III de Inglaterra, Federico el Grande de Prusia, Maximiliano de México, Luis II de Baviera y Guillermo II de Prusia. Francamente, sé poco sobre ellos; en el caso de Federico de Prusia y Enrique III de Francia, lo que pude averiguar (sólo me tomé la molestia de hacerlo con ellos) me deja tan en ascuas como en lo referente a Ricardo Corazón. Tal vez lo eran, tal vez no, ¡qué sé yo!... Pero una cosa es segura: no puedo recomendar este libro cuyo autor hace afirmaciones, digamos, controvertidas, sin cuando menos explicar en qué se apoya para hacerlas, y logrando que el resultado se parezca más a una revista de chismes algo pasados de moda que a algo dotado de rigor histórico.

Escrita hace 12 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 4 ·

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