EXPLORANDO EL LADO SINIESTRO DE LA NATURALEZA HUMANA por EKELEDUDU

Portada de LAS RAÍCES DEL MAL

No es fácil explicar por qué existe el mal, a menos, claro, que se elija interpretarlo desde un punto de vista religioso. Pero religiones hay miles, y ninguna de ellas puede demostrar nada, sólo emitir postulados para que los fieles los acepten o rechacen. La ciencia, en cambio, elaboró toda suerte de teorías, que John Kekes analizará en esta obra, pero previo examen de algunas de las más grandes maldades (y estamos hablando de auténticas atrocidades) que se han perpetrado a lo largo de la Historia, para evaluar los motivos que impulsaron a sus autores a cometerlas. Dicho examen insume la primera parte de este libro, la más interesante y que yo calificaría como de lectura obligatoria. Para que no queden dudas, Kekes hace una distinción entre la persona dañina, por ejemplo un ladrón, y la verdaderamente mala, que no vacila en matar de formas a veces realmente escalofriantes, y elige para su análisis a un desfile de engendros que, si hubiera Infierno, a no dudar que allí estarían todos en la más profunda de las fosas, si nos atenemos a los méritos que hicieron para ello. A saber: los cruzados que marcharon contra los herejes cátaros en el sur de Francia en el siglo XIII; Maximiliano de Robespierre, el famoso impulsor de la Revolución Francesa; Joseph Stangl, comandante, durante el nazismo, del campo de exterminio de Treblinka; Charles Manson, autor intelectual y en parte material de los crímenes de Tate-La Bianca; los militares de la última y más sangrienta dictadura que padeció la Argentina entre 1976 y 1983; y por último, un sicópata llamado John Allen. En cada caso, Kekes indica de qué fuentes obtuvo la información, y merece subrayarse que las mismas son de gran calidad; para las actividades de los militares, argentinos, por ejemplo, se casó, entre otros, en un libro del conocido periodista Horacio Verbitsky, mientras que, para los cátaros, recurrió sobre todo a una obra de Stephen O'Shea que ya se ha comentado: LOS CÁTAROS, LA HEREJÍA PERFECTA.

Se pueden, por supuesto, hacer objeciones, como por ejemplo que su análisis de los móviles de los crímenes de Tate-La Bianca difiere de otros que andan dando vueltas por ahí, sin que necesariamente eso signifique que el equivocado sea Kekes: Se puede también recalcar que se equivoca al escribir que Argentina se independizó de España en 1810, porque ello ocurrió en realidad seis años más tarde, aunque ese año los criollos empezaron a intervenir en política y eso es lo que interesa a Kekes a efectos prácticos. Pero más allá de esos detalles, el autor sólo merece elogios por la forma en que va desentrañando los posibles móviles de esos horrendos crímenes, y saliendo al cruce, con argumentaciones lógicas, para refutar cualquier excusa que pueda oponerse para justificarlos. La conclusión, sumamente inquietante, es que en la mayoría de los casos los malos no quieren ser vistos como malos ni considerarse a sí mismos como tales, y que buscarán siempre engañarse a sí mismos considerando que lo que hacen está justificado por razones superiores, como la fe en el caso de la cruzada contra los cátaros, la ideología en el de Robespierre o el honor en el caso de los militares. Y más inquietante aún, que personas comunes pueden, en determinadas circunstancias, convertirse en responsables de crímenes espantosos.

Kekes es muy eficaz también a la hora de precisar la diferencia entre comprender a un eventual hacedor del mal, y excusarla. Más adelante, precisamente, aborda el tema de la responsabilidad y establece con mucha lógica en qué casos las excusas son admisibles y en cuáles casos no lo son.

La segunda parte del libro, la que aborda las posibles causas del mal en general, es ya más complicada de entender y posiblemente a más de un lector le exija volver una y otra vez sobre un mismo párrafo para entender, como me ocurrió a mí; si bien en ella hace planteos muy inteligentes y que quizás molestarán algunos, por ejemplo cuando refuta la teoría de la influencia del mal como corrupción, o como cuando objeta la creencia -indudablemente de origen religioso y como tal, cierta o no, acientífica, pero defendida por varios autores de renombre- de que el Diablo es el verdadero responsable del mal: "... si uno busca la improbablemente causa única del mal, ¿por qué debe ser el Diablo?",se pregunta el autor. "¿Por qué no una malvada divinidad maniquea; por qué no un funcionario celestial menor que malinterpretó sus instrucciones; por qué no los dioses griegos... O, efectivamente, por qué no un dios tan perfecto como los cristianos creen que es?" Quedando así demostrando que algo subjetivo como la fe no puede inmiscuirse en algo como la ciencia, que apunta a la objetividad.

Además de examinar teorías ajenas, Kekes ensaya una propia y finalmente intenta establecer, quizás sensatamente en teoría pero sospecho que ingenuamente en la práctica, los requisitos para que la sociedad sea capaz de vérselas de manera eficaz contra el mal. Pero si la segunda parte del libro es un tanto confusa y tiene algunos tramos prescindibles, la primera no es confusa ni prescindible, aunque por desgracia no creo que muchos, tras leerla, tengan el valor de examinarse a sí mismos para ver en qué medida, quizás, no sean tan buenas personas como creen. A lo que más temen muchos individuos es a explorar su propio y desconocido mundo interior.

Escrita hace 12 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

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