CON PEDANTERÍA CIENTÍFICA Y SERIEDAD CASI INEXISTENTE por EKELEDUDU

Portada de EL ENIGMA DE LOS ANIMALES DE LA PREHISTORIA

Libroexprés supo publicar , a comienzos de los '80, toda una serie de libros cuyos títulos comenzaban con tres palabras que siempre consiguen atraer público: El enigma de..., a las que había que añadir el tema de turno: el espiritismo, la isla de Pascua, los grandes sistemas adivinatorios, etc. Muy pocos de estos libros me parecieron fiables; no obstante, acabé adquiriendo dos, EL ENIGMA DE LA DESAPARICIÓN DE LOS DINOSAURIOS, de Jorge Blaschke, y el que ahora nos ocupa. El primero, el de Blaschke, seguramente fue un buen libro en su momento; ahora, EL ENIGMA DE LOS ANIMALES DE LA PREHISTORIA fue, es y será un fiasco, se lo mire por donde se lo mire. Partamos de la premisa de que quien adquiera este libro o alguno parecido, lo hará sin duda con intenciones de informarse acerca del pasado biológico de nuestro planeta. Ello, sobre todo, teniendo en cuenta que éste no es ni pretende ser un libro de texto para estudiantes de paleontología, sino que está destinado al hombre de la calle.

Por lo mismo, el hecho de tirar nombres estrafalarios sin hacer las aclaraciones pertinentes, como lo hace Barloy, sólo puede ser calificado de pedantería científica. Eso admitiendo, con inmenso optimismo, que al propio Barloy se lo pueda llamar científico; porque, la verdad, no he podido hallar en Internet referencias suyas, excepto como autor de este libro. Como veremos, hay motivos para pensar que no pasa de ser un simple aficionado que hace una ensalada rusa. Pero volvamos por ahora a lo de la pedantería científica: ¿cuál es el objeto, por ejemplo, de decir que los reptiles mamalianos hacen su aparición en el Jurásico inferior, con el género Morganucodon, si no se nos dan detalles acerca del dichoso y querido Morganucodon? ¿De hablar de docodontes, tricodontes, simetrodontes y pantoterios, si no se nos dice cómo eran esos animales? ¿De los lepospóndilos, si la mera palabra nos es tan inteligible como el idioma chino y no viene acompañada de la imprescindible traducción?

Todavía más graves con los capítulos finales, los que ponen en dudas las credenciales científicas de Barloy. Nada más examinemos, en primer término, los títulos de los mismos: "El enigma de la serpiente de mar", "La larga vela en el lago Ness", "El enigma del hombre congelado", "Otras supervivencias misteriosas", "La literatura y el cine intervienen en el asunto". Obviemos el hecho de que la criptozoología, para muchos, es una ciencia marginal o una pseudociencia; aun así, ¿sería mucho pedir que no se mezcle paleontología y criptozoología? Parece que sí, así que pasemos a la segunda pregunta: incluso aceptando que la criptozoología pueda considerarse como una ciencia seria por derecho propio; incluso admitiendo que no está mal mezclarla con la paleontología, ¿qué tan serios son esos capítulos? Nada serios, queridos lectores. Apenas después de admitir que el célebre Ivan Sanderson habló de un supuesto animal desconocido que lo habría atacado en un río de Camerún y que resultó ser un simple Baleniceps o pájaro de pico de zapato, añade: "No obstante, todos estos encuentros, estos rumores, muestran que unas especies famosas y desaparecidas han podido sobrevivir durante mucho tiempo, o incluso pueden estar todavía con vida". ¿Es un chiste? Fotografías de animales mal identificados o directamente falsas prueban sólo errores de observación en el primer caso y fraude en el segundo. Y nada más. Yo sería el primero en celebrar que se descubriera por ahí un dinosaurio vivo, sería también el más ansioso por verlo, pero dejémonos de gansadas...

El capítulo final, como su nombre lo indica, tiene que ver con la literatura y el cine... ¿en relación a animales prehistóricos? No necesariamente. Barloy nos hablará de películas en las que intervienen dinosaurios, pero también de grizzlies, tiburones, orcas y otros animales que son más "históricos" que "pre". Y ninguna de ellas para tomar muy en serio, por más que uno disfrute a lo grande viendo "El valle de Gwangi" o similares.

Luego de tanta mezcolanza, retrocedamos páginas y volvamos a capítulos que resultaban interesantes, como aquél donde se hablaba de la locomoción y hábitat de los dinosaurios saurópodos (los clásicos "cuello largo"). Tenía yo sólo dieciocho años al leer este libro; pero confieso que a pesar de ser joven y mucho más crédulo que ahora, me quedé preguntando si también allí estaría Barloy hablando disparates. Según comprobé más tarde merced a otros libros, resultó ser que no. ¿Pero cuál es el mérito de un libro que inspira tanta desconfianza y cuya información pasa por charlatanería antes de constatar, cotejandola con otras obras, que aporta datos valiosos en medio de tanta paparruchada?

Escrita hace 12 años · 3 puntos con 1 voto · @EKELEDUDU le ha puesto un 3 ·

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