EL TRAMPOSO MARCO DENEVI... por EKELEDUDU

Portada de ROSAURA A LAS DIEZ
El autor de esta reseña ha idicado que contiene spoiler, mostrar contenido.

Ha ocurrido un asesinato y declarará en primer lugar la señora Milagros Ramoneda, dueña de la pensión "La Madrileña", cuyo testimonio se iniciará a partir del día en que un hombrecito de aspecto timorato e insignificante llamado Camilo Canegato vino a hospedarse en su establecimiento. Decía ser pintor, de ésos que pintan cuadros, no casas. Para la mayoría de los demás pensionistas (David Réguel, la pacata y solterona señorita Eufrasia, etc.) y para las hijas de la propietaria, pasaría a ser un mueble más u objeto de chismorreo malicioso; la señora Milagros, en cambio, le iría tomando cierto afecto. Entonces, un buen día, Camilo Canegato pasó a ganar protagonismo en la pensión debido a cierta extraña, increíble historia de amor que decía estar viviendo con una bellísima rubia llamada Rosaura cuyo retrato estaba pintando, y que empezó a enviarle cartas con olor a violetas. Al parecer, modelo y pintor estaban enamorados, pero un padre tiránico y una tía chaperona estorbaban la relación. Que una mujer tan hermosa quedara prendada de un hombre apocado y de apariencia trivial resultaba insólito, increíble e hizo redoblar la naturaleza del chismorreo. La señora Milagros estaba encantada de que Camilo se hubiera enamorado, pero irritada ante la poca resolución del pintor para defender ese amor. Amor que, tal vez, existiera sólo en la fantasía y el alarde tímido (si se acepta la contradicción) de Camilo, cosa que éste pareció confirmar más tarde al anunciar que la relación había terminado, porque el padre de Rosaura planeaba casar a ésta con un primo. Era de preguntarse si con esto Camilo no pretendía terminar con una mentira que estaba tomando demasiados vuelos.

Pero poco tiempo después, una noche, cuando el reloj marcaba las diez, la enigmática rubia -a quien todos conocían físicamente a través del famoso retrato- se apersonó en "La Madrileña" preguntando por el señor Camilo Canegato. Al reconocer a la famosa Rosaura, la señora Milagros gritó su nombre, y tanto sus hijas como los pensionistas acudieron al encuentro haciéndose eco de ese grito. También acudió el mismo Camilo, pero al hallarse ante su enamorada, colmo de la timidez, se limitó a tomarle las manos y preguntarle cómo estaba. Era obvio que si de él dependía, la historia de amor no llegaría jamás a un feliz desenlace, de modo que la dueña de la pensión y sus huéspedes se encargaron de garantizar la protección de Rosaura y de ocuparse del casamiento. Luego de unos días, durante los cuales la señora Milagros presenció una misteriosa escena cuya causa no llegó a explicarse (Rosaura lloraba sobre el hombro del pedante David Réguel, quien insultaba de pies a cabeza a un silencioso y sombrío Camilo), la pareja contrajo al fin el tan esperado matrimonio y fue a pasar la noche de bodas en un hotel. Esa misma noche, David Reguel traía la noticia: Camilo Canegato acababa de matar a Rosaura.

Hasta aquí el testimonio de la señora Milagros. Seguirán los del insoportable David Réguel y de la señorita Eufrasia, que contribuirán más a espesar el misterio que a esclarecerlo, hasta que por fin un inspector policial toma la declaración al propio Camilo, quien se descuelga con una revelación sorprendente: Rosaura no existió nunca, y la inventó él para ganar cierto respeto en la pensión y, sobre todo, dar celos a cierta persona. Pero si el lector está imaginando una solución fantástica para el intrigante caso, puede ir olvidándola. ¿Quién es, entonces, aquella rubia a quien Camilo asegura no haber asesinado? Y si no él, ¿quién la mató y por qué? La clave para responder a estas preguntas es bien de este mundo y consiste en cierta carta que ha ido a parar a las manos menos pensadas.

ROSAURA A LAS DIEZ es la novela que allá por 1955 lanzó al éxito a su autor, Marco Denevi, haciéndolo ganar un merecido premio, el Kraft, que anualmente otorgaba la ya desaparecida editorial homónima. Teniendo en cuenta el año en que apareció, no debe sorprender que la declaración de la señora Milagros, una humilde mujer del pueblo raso, esté plagada de términos populares ya muy anticuados que obligarán a más de un lector a recurrir al diccionario, más allá de que sea un habla popular muy adecuada para el personaje. En este último sentido, otro tanto puede afirmarse de las declaraciones de David Réguel y de la señorita Eufrasia: la primera revela a un estúpido al cubo tratando de darse aires de sabio y docto, en tanto que la segunda describe plenamente a la solterona amojamada que es ella según lapidaria opinión de la señora Milagros. Ese es uno de los dos grandes aciertos de la obra.

El segundo, que tengo entendido es muy de Denevi (pero no lo puedo corroborar, porque hasta el momento esta excelente novela es lo único que leí de él) es la presentación de una falsa realidad que de a poco va quedando al descubierto como tal a través de pequeñas incoherencias primero y luego en un estrepitoso desmoronamiento que viene de la mano de la declaración de Camilo y la famosa carta de la que hablábamos antes.

La novela fue llevada a la pantalla grande en 1958 bajo la dirección de Mario Soffici, con Juan Verdaguer interpretando a Camilo Canegato y Susana Campos en la piel de "Rosaura". Resta agregar sólo que, increíblemente, por una vez la película fue tan buena como el libro que la inspiró.

Escrita hace 12 años · 4.5 puntos con 2 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

Comentarios

@FAUSTO hace 9 años

Gratísima sorpresa me he llevado con esta novela, tanto el libro como el autor eran completamente desconocidos para mí. La casualidad (la búsqueda de información sobre una novela de Pardo Bazán) y después mi curiosidad me han llevado a leer este ameno relato. Tanto su aparente trivialidad del principio: una historia costumbrista con retazos de humor sobre una aventura de amor caduca y rancia (la punta del iceberg) que te lleva a otros derroteros (misterio, intriga, drama, psicología, pintura, literatura), como su original estructura narrada en 5 partes con diferentes versiones y voz narrativa de la acción (tienes razón en lo cargante del estudiante), me han parecido magnificas ambas facetas. Realmente fascinante el juego realidad-ficción y el poder de la apariencia.
Solamente discrepo en la adaptación del cine, si bien es correcta y buena, para mí, es bastante inferior a la calidad del texto.

@EKELEDUDU hace 9 años

Bueno, Fausto, la verdad, no sos la primera ni serás la última persona que queda desconforme con la adaptación de un libro. De hecho, no sé si no me sobran los dedos de una mano para contar las adaptaciones fílmicas con las que he quedado satisfecho. La de ROSAURA A LAS DIEZ es una de esas contadas excepciones, pero estás en todo tu derecho de disentir. ¿Te gustó la de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS por Jackson? Porque ésa, por ejemplo, me pareció horrorosa.