UNA PESADILLA LLAMADA RIGORISMO por EKELEDUDU

Portada de DIOS CONTRA LOS DIOSES. HISTORIA DE LA GUERRA ENTRE EL MONOTEÍSMO Y POLITEÍSMO

Cuando en la antigüedad un pueblo, tras vencer en una guerra, llevaba cautiva la deidad principal del panteón del pueblo vencido, poco tenía que ver en el gesto la religión. Se trataba, simplemente, de un simbolismo político. Por lo demás, lo habitual solía ser que se adoraran a los dioses de todas las naciones, no sólo a los de la propia. Las guerras religiosas, tal como las entendemos hoy, no existían... Hasta que llegó el monoteísmo.

El culto monoteísta es excluyente. Mientras el politeísmo admite otros dioses además de los propios, el monoteísmo -al menos en su forma más estricta- entiende que sólo existe un Dios, y que por ende todos los demás tienen que ser falsos. La primera revolución monoteísta que conocemos tuvo lugar en Egipto, bajo el reinado del faraón Amenofis IV, quien impondría el culto a un solo dios, Atón, y cambiaría su propio nombre por el de Akhenatón. Con él inicia Jonathan Kirsch su recorrido por la lucha entre el monoteísmo y el politeísmo, el forcejeo que concluyó con la sustitución de la creencia en muchos dioses por la fe monoteísta.

Kirsch no ataca la fe en un solo Dios per se, sino el rigorismo: la interpretación escrupulosamente literal de las Escrituras, la misma que desató la brujomanía, la misma que provocó luchas -y a menudo más crueles y sangrientas que entre politeístas y monoteístas- entre judíos y musulmanes, entre musulmanes y cristianos, entre cristianos de distintas denominaciones: el vergonzoso fanatismo que ha dado, da y dará lugar a lo que se llama "Guerra Santa" y que es tan incongruente como un perro que maúlla o un cerdo que vuela. Nos cuenta que no siempre los credos politeístas incluían las orgías que se describen en las Escrituras, sino que había entre ellos verdaderos puritanos. Nos informa que el término "pagano" originalmente identificaba all habitante de las zonas rurales del Imperio Romano, y que los soldados lo utilizaban de manera despectiva para designar a los civiles. El cristiano se consideraba a sí mismo un "miles Christi", un soldado de Cristo, en oposición al adepto de los viejos cultos politeístas... que así pasó a ser también él un "pagano".

Buena parte del libro se ocupa del período que va desde Constantino el Grande -primer Emperador de Roma que permitió el culto cristiano e incluso se convirtió a él- hasta el fin del reinado de Juliano el Apóstata, quien quiso revivir la fe politeísta, objetivo frustrado por su prematura muerte. Ello es lógico, porque fueron los años cruciales para la victoria del monoteísmo sobre el politeísmo, y de esa época data también el conflicto, que se explica en detalle en la obra, entre arrianos y atanasianos, sucia lucha entre dos bandos cristianos por simples conceptos de fe -muy próximos entre sí, por otra prte- que constituyen uno más en la larga lista de escarnios que abochornan al Cristianismo. La verdad es que cuando se lee acerca de tales vergüenzas dan ganas de renunciar a la propia fe y unirse a cualquiera de los tantos cultos neopaganos que han surgido en la actualidad.

En resumen, estamos ante un libro interesante y ameno, que incluye la imprescindible bibliografía, en la que figuran autores de fama mundial, como Robert Graves y Edward Gibbon. Extrañamente, sin embargo, figura también en ella Gore Vidal, autor de una novela sobre Juliano. Suponemos que Vidal se documentó minuciosamente para escribirla, pero aun así creemos que de ninguna manera debería usarse como fuente de cnsulta para un ensayo. Pero como hasta ahora cuanto leí en el libro de Kirsch ha sido confirmado por otras fuentes, intentemos pasarlo por alto esta vez.

Escrita hace 12 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

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