ESCLARECEDOR Y ENTRETENIDO por EKELEDUDU

Portada de HISTORIA DE LA BRUJERÍA

Desde la misma aparición de los primeros homínidos capaces de intuir un mundo espiritual, el pensamiento mágico siempre ha existido en el mundo. La noción de que en el entorno había fuerzas invisibles susceptibles de ser canalizadas para hacer el bien o el mal dio lugar a la hechiería, que sería el arte o ciencia de canalizar tales fuerzas. Ahora bien, en determinado momento de la Historia, y ya con el cristianismo como religión preponderante, se consideró que la práctica de magia estaba inspirada por el Diablo. Allí nació el concepto de brujería, que luego daría lugar a la brujomanía, que tuvo su auge y ocaso. Posteriormente, la aparición de cultos neopaganos como el wicca dio un nuevo sentido a la palabra brujería, al tiempo que un creciente interés por lo sobrenatural vinculaba todo lo anterior a temas como la astrología, el tarot y el vudú. El resultado práctico es que todas estas cosas se mezclaron en la imaginería popular como en una coctelera, y devinieron en confusa melange llena de desaciertos tanto en lo que concierne a la brujería diabólica como a la actual, que nada tiene que ver con la otra.

En este libro, Jeffrey B. Russell comienza, por lo tanto, por separar a la brujería -a ambas brujerías- de cualesquiera otras cuestiones mágicas, esotéricas u ocultas se la haya intentado relacionar, para luego abordar el tema de la hechicería tal como de forma muy elemental la definimos más arriba, y concluir con la brujería actual, que, repitámoslo, nada tiene que ver con el Diablo; ya que, de hecho, las brujas modernas ni siquiera creen en éste, por más que fanáticos y supersticiosos todavía insistan en pintarlas con pinceladas dignas de la paleta de Heinrich Kramer Institor. Previamente, desvinculándola de esta brujería y de la otra, Russell había tratado brevemente el tema del satanismo, que también es un fenómeno o tendencia aparte.

Y entre medio tenemos, por supuesto, a la brujería tradicional , expuesta en todos sus detalles: el surgimiento de la figura de la bruja, la relativa moderación del Canon Episcopi, los terribles excesos impulsados por el Malleus Maleficarum, las distintas formas de la brujomanía, los métodos de interrogatorio, el declive de la histeria... Por fin, el análisis de las causas que llevaron a la muerte, en diversas y muy espantosas formas, a tantas personas acusadas de fabulosos, absurdos crímenes, de los cuales el primero era el pacto con el Diablo. la opinión del autor-muy similar a la de Marvin Harris en VACAS, CERDOS, GUERRAS Y BRUJAS, es que todo se debió más que nada a la necesidad humana de encontrar chivos expiatorios a los que responsabilizar de sus desgracias. El concepto de brujería diabólica, aunque muere en el campo, nace, increíblemente, en los medios cultos, y creo que ése es un importante punto de reflexión: ¿en qué medida la llamada cultura no es más que un compendio de estupideces dañinas, si entre sus frutos se dan fenómenos peligrosos como la brujomanía? Y algo que, creo, también es para meditar, es la frase del autor, en mi opinión acertada, según la cual muchos sinceros creyentes en la brujería no eran locos ni enfermos, aunque su sociedad sí lo fuera. Claro que extendernos al respecto excedería los límites de esta crítica.

Tal vez, sólo por hacerle algún reproche al autor, podríamos lamentar la brevedad de su alusión a la misa negra. Según él, sólo se celebró una en toda regla a lo largo de toda la Historia, en Francia, bajo el reinado de uno de los Luises; "pero ni siquiera entonces tuvo que ver con la brujería", aclara.Lástima que aunque así sea, y tal vez bajo la influencia de Hollywood, una imagen típica en la mente de muchos de nosotros será la de los adoradores de Satán celebrando una misa negra en parodia del rito cristiano. Que ahora se nos diga que dicha imagen es inexacta o incluso falsa, y que sólo se celebró una misa negra una vez en toda la Historia, inevitablemente nos deja estupefactos, y con múltiples dudas que el autor no despeja. Claro que, en vista de que el resto de la obra es amena y muy, muy informativa, crucificar a Russell por ese detalle sería inaceptable.

Escrita hace 12 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

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