Que algo tan atroz como la guerra pueda ser considerado un arte es algo que se presta a debate, especialmente teniendo en cuenta que trae muerte y daños físicos y psíquicos irreversibles también entre los no combatientes, y que a ella a menudo marchan no sólo tropas profesionales, sino también civiles reclutados ad hoc muy en contra de su voluntad; y sin embargo, mal que nos pese, hay algo fascinante en el hecho de que ejércitos en abrumadora inferioridad numérica o logística sean capaces de infligir derrotas humillantes a fuerzas muy superiores, merced a un inteligente uso de la estrategia y la táctica. Luego está la valiente resistencia de huestes que, aunque condenadas de antemano, eligieron no rendirse; caso por ejemplo de los célebres defensores griegos de las Termópilas durante la segunda de las Guerras Médicas, o de los Niños Héroes durante la guerra entre México y los Estados Unidos. Ante tales paradigmas de coraje extremo -o de soberana estupidez y fanatismo, según se prefiera- uno no puede menos que admirarse.
Esto es lo que puede ofrecer de interesante la guerra, por mucho que despotriquemos contra ella y odiemos admitir, y éstos son asimismo los parámetros a los que yo recurriría a la hora de seleccionar historia bélica a comentar en un libro como el que nos ocupa ahora. La gente de Tikal Ediciones, responsable de la misma, concedió cierta atención a estos aspectos, pero no fue ése el criterio primordial empleado para la selección, como se aclara con toda honestidad desde la misma presentación a cargo de Néstor Labanca. Ellos buscaban "...lograr un panorama lo más completo y amplio posible... con la mirada puesta por igual en la guerra por tierra, mar o aire, e incluso atendiendo a las formas más recientes de combate...2. No se puede decir que sea un mal criterio, aunque no lo compartamos; pero sí puede afirmarse con propiedad, creo, que algunos hechos tratados en este libro, como Hiroshima o el ataque a las Torres Gemelas, no pueden llamarse batallas, de la misma manera que no podría decirse que me batí a duelo con alguien si en realidad lo que hice fue disparar a quemarropa contra un pobre peatón que ni imaginara siquiera mis intenciones. No son batallas, son carnicerías horrendas e inexcusables, acciones terroristas o como quiera llamárselas y, en mi opinión, simplemente hechos en extremo deplorables y que nada tienen que ver con el pretendido -con fundamento o no- arte de la guerra.
Junto a éstos, se examinan -con mayor o menor detalle, a veces simplemente haciendo un resumen muy sucinto- otros episodios bélicos que uno quizás se pregunte qué ameritan de especial para figurar en este libro.. Es extraña, por ejemplo, la inclusión de Malvinas, que no fue una única batalla sino directamente una guerra, y una no demasiado trascendente a nivel mundial, sino sólo para argentinos y kelpers; los británicos, en el saldo, tampoco se conmovieron demasiado. Por otra parte, para comentarla tan sucintamente como se hace aquí, tampoco valía la pena: no se dice nada que no se sepa ya a través de cualquier otro medio. En todo caso, si interesaba el tema, mejor hacerlo en un libro aparte. También llama la atención que se haya incluido la Batalla de Mogadiscio; ésta al menos sí fue, como su nombre lo indica, una batalla, pero tampoco de relevancia; sospecho que el motivo de que figure en esta obra es la desconcertante -desconcertante incluso para mí, que no soy precisamente pro-yanqui-, inusitada furia desplegada en ella por miles de iracundos somalíes contra sólo alrededor de un centenar de soldados norteamericanos. Pero de ella ya se ha escrito y visto mucho, en especial a través del libro de Mark Bowden, LA CAÍDA DEL HALCÓN NEGRO, y de su dudosa adaptación cinematográfica. En cambio, acciones bélicas como Isandlwana o Colenso, también comentadas en BATALLAS DEL MUNDO, tal vez tampoco sean demasiado significativas en sí mismas, pero al menos son poco conocidas y por lo tanto interesan más.
Junto a éstas, por supuesto, figuran Kadesh, Maratón, Cannas, Zama, Hastings, Agincourt, Constantinopla, Lepanto, Trafalgar, Waterloo, Gettysburg, Midway, Stalingrado, El Alamein, Normandía, Iwo Jima y muchas otras batallas más, algunas quizás en forma demasiado escueta en relación a su relevancia (me parece, por ejemplo, que la Batalla del Metauro merecía un tratamiento más amplio) y todas ellas agrupadas por orden cronológico en cuatro partes. Estas vienen cada una con introducción previa comentando el rumbo tomado por la evolución de la guerra en la etapa a tratar. En el caso de enfrentamientos que lo merezcan o incluso lo exijan, hay gráficos ilustrando la disposición de las tropas y el orden de ataque.
En conclusión, el objetivo que se propuso la gente de Tikal, creo, fue ampliamente alcanzado; pero insisto en que esta obra debería llevar un título más acorde a su contenido.
Escrita hace 13 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 6 ·