¿QUÉ IMPORTA SI TODO FUE INVENTADO?... por EKELEDUDU

Portada de BICHOS Y DEMÁS PARIENTES

No he leído ningún libro de Lawrence Durrell, el hermano mayor de Gerald, pero los comentarios que me han hecho distan de ser halagüeños. ¿QUÉ FUE DE MARGO?, único libro de Margaret, hermana de los dos mentados, me resultó un tanto decepcionante. En cualquier caso, creo que ni Larry ni Margo gozan como autores de la inmortalidad obtenida como personajes por MI FAMILIA Y OTROS ANIMALES, aquella ya legendaria obra que combinando el relato de viajes, la obra de historia natural y el humor más desopilante lleva deleitando a tres generaciones de lectores y sin duda hará lo propio con otras aún por llegar. En lo personal, sin embargo, siempre me planearon ciertas dudas acerca de la veracidad de las historias incluidas en lo que terminaría convirtiéndose en el primer volumen de una trilogía conformada por aquella obra inicial, BICHOS Y DEMÁS PARIENTES -es decir, el que nos ocupa- y EL JARDÍN DE LOS DIOSES; dudas que ahora regresan a reclamar lo suyo con más ahínco que la primera vez.

El comienzo de BICHOS Y DEMÁS PARIENTES nos trae de vuelta a Mamá Durrell y su prole, en este caso varios años después de sus aventuras en Corfú, y añorando el dulce clima de dicha isla, toda vez que los húmedos rigores londinenses se abaten sobre ellos como en las primeras páginas de MI FAMILIA Y OTROS ANIMALES. Mientras se lamentan al respecto surge un motivo secundario de quejumbre: Gerry ha publicado, no sabemos hace cuánto, aquel libro en el que satirizada sin piedad a la familia, con lo que ésta es objeto de bromas y comentarios irónicos de toda índole, si no es que se mortifican ellos mismos sin necesidad de ayuda por parte de terceros. Entre tanto lloriqueo, cada uno empieza a lamentarse, sin embargo, de que Gerry no eligió las mejores historias de aquellas plácidas épocas en Corfú. Ahora bien, lo que cada miembro de la familia entiende por las mejores historias debe entenderse por aquellas que no lo tienen por protagonista. Así, por ejemplo, Leslie lamenta mucho que Gerry no haya mencionado una sola palabra acerca del así llamado romance de Mamá Durrell con cierto Capitán Creech al que ni se nombraba en MI FAMILIA Y OTROS ANIMALES, pero está aliviado de que haya omitido, además, la descripción de cierto absurdo juicio que lo tuvo a él mismo en el banquillo de los acusados. Y viceversa. Y para horror de la familia, Gerry termina persuadido de que sí, de que le quedaron en el tintero las mejores historias de aquella ahora lejana época, y decide narrarlas en un segundo volumen. Que es, por supuesto, BICHOS Y DEMÁS PARIENTES.

Al final de este preludio, Gerald admite que la redacción de un libro así resulta un tanto embarazosa, porque el escritor tiene que presentar a viejos personajes a quienes no conozcan la primera parte, pero a la vez hacerlo sin resultar demasiado reiterativo para quienes sí la hayan leído. En esto creo que obtuvo resultados impecables. El problema es otro. ¿De veras Gerry Durrell y su familia habían olvidado las anécdotas de esta segunda tanda? Pero olvidarse de este tipo de cosas es como olvidar que uno un buen día abrió la puerta del propio hogar y encontró un elefante en el living. Parece imposible. Es más, de muchas de las anécdotas podríamos decir lo mismo, y que por fuerza tienen que ser inventadas. El tema es que la realidad puede y suele ser más extraña que la ficción, eso ya se sabe bastante, de modo que no podemos estar seguros, ni aun cuando lo insólito venga en cantidades prodigiosas, como es el caso. Pero que las hayan olvidado es lo decicidamente increíble. Además de las ya citadas, hay un fallido intento de Larry por capitanear un viaje en velero, un episodio espiritista en Londres con Margo como protagonista y dos excéntricas parientas como invitadas especiales, una cena de Gerry con una condesa que habla hasta por los codos y devora como preparándose para luego repetir el ayuno de cuarenta días de Jesús en el desierto, y otras historias por el estilo.

Eso es lo que uno se queda preguntando tras concluir el libro y reflexionar. ¿Y se pregunta uno lo mismo mientras todavía lo está leyendo? ¡Qué va!... En plena lectura, y durante las anécdotas en cuestión, lo único que puede uno hacer es reír a mandíbula batiente, reír y reír hasta que le salten las lágrimas. Y quizás eso dé por finalizado el debate acerca de la discutible veracidad de estas historias. Gerry es un maestro para caricaturizar a todo el mundo y desatar el aluvión de carcajadas, y eso es lo que definitivamente no admite discusión. Y en lo personal, me basta para tener este libro en mi biblioteca y no separarme jamás de él.

Escrita hace 12 años · 4 puntos con 1 voto · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

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