ARRORÓ MI NIÑO, ARRORRÓ LECTOR... por EKELEDUDU

Portada de CREPÚSCULO

Bella Swan es una adolescente, hija de padres separados, que toma la decisión de irse a vivir a Forks con su padre, jefe de policía local. Mientras intenta adaptarse a su nueva vida, en el colegio al que asiste conoce -o más bien, observa de lejos- a una familia compuesta por cinco hermanos, tres varones y dos mujeres. Uno de ellos, Edward, llama su atención, pero él parece esquivarla. Por otra parte, tanto un amigo indio de Bella, Jacob Black, como el abuelo de éste, parecen sentir recelo hacia los Cullen. Cuando más tarde Bella y Edward hagan contacto, se sabrá que los Cullen no son personas normales, sino vampiros que subsisten gracias a la sangre de animales salvajes. Entre los dos tiene lugar una historia de amor que se verá amenazada -ya en el último tramo del libro- por James, otro vampiro que juega en el rol de visitante y que no ve a Bella más que como a una posible presa, un bocadillo.

Tal el archiconocido argumento del primer eslabón de esta no menos archiconocida saga fantástica, que hasta donde sé superó en ventas a Harry Potter. Como todo libro, éste tiene sus lectores. No sé si decir que el grueso de los mismos está entre las mujeres y preferentemente adolescentes, o entre los adolescentes, preferentemente de sexo femenino, o bien entre adolescentes de sexo femenino y punto. El libro está escrito en primera persona, obviamente desde la óptica de Bella; y buena parte del libro, una vez que Bella inicia su idlio con Edward, aburre gracias a los reiterados comentarios de la joven, que no para de babosearse por el atractivo físico de su novio vampiro. De más está decir que sólo alguien que quiera estar en su lugar soporta sin gritar más allá del décimo de estos comentarios.

Como vampiros, los Cullen resultan aburridos, y más cercanos a émulos de Superman que a verdaderos vampiros. No son siniestros como Drácula ni atormentados como Louis de Pont du Lac, y el hecho de que puedan pasearse a pleno día sin que el sol les haga daño les resta todo encanto. Es cierto que al personaje de Bram Stocker el sol no le hacía daño, pero al menos se lo veía sobre todo en las horas de oscuridad, cuando sus diabólicos poderes alcanzaban su clímax. Al vampiro, criatura cuyo mejor hábitat es el llamado falsamente gótico, le sientan bien las tinieblas. A Edward y su familia se los ve sobre todo a pleno día, y eso resulta un tanto incongruente con su especie.

En resumen, aparte del público ya mencionado, esta novela -considerablemente más tediosa que su adaptación fílmica, que igual hastía, pero no tanto- puede estar dirigida a quienes tengan sueños imposibles de inmortalidad y juventud eterna. Casi diría que a nadie más. Lo irritante es que Stephenie Meyer sabe escribir, y lo prueba en el mismo momento en que entra en escena James, el vampiro malo. Uno ya pensaba que lo mejor que podía pasar era que se murieran todos, comenzando por la propia Bella, para que llegara el ansiado final, cuando Meyer introduce a ese personaje y se inicia un bienvenido suspenso, que por desgracia no dura todo lo que uno quisiera. La escritora, entonces, no carece de talento. Simplemente, opta por escribir acerca de cosas que resultarán aburridas para la mayoría de los lectores. Habrá que ver qué hace cuando concluya por fin esta horrorosa saga que, supuestamente, llegó a su fin, y de la que sin embargo continuamente sale algún nuevo ejemplar -ahora desde otras ópticas diferentes de Bella-, consecuencia quizás del arrollador, increíble éxito que cosechó.

Escrita hace 12 años · 3.8 puntos con 4 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 3 ·

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