NOVELA HISTÓRICA AMBIENTADA EN UN PERÍODO POCO CONOCIDO DE LA HISTORIA ROMANA por EKELEDUDU

Portada de LA LUZ DE ORIENTE

El joven Félix quizás sea tan tonto como cualquier otro adolescente, es cierto, pero hay que admitir que también tiene mala suerte. Nacido en una buena familia, hijo de un antiguo soldado llamado Trásilo Turno, estudia leyes inicia a instancias de su padre pero también con verdadero entusiasmo, un entrenamiento como auriga para competir en las carreras de carros del circo, y todo va bien hasta que el muchacho y su entrenador, Lico, se mudan a Emerita, cerca de la casa del hermano de Trásulo, Hiberino. Este se ha casado con una mujer hermosa y mucho más joven que él, llamada Eolia, y sin duda no atraída exactamente por el magnetismo sexual de su esposo, ni nada que se le parezca. A ojos vista, el interés de Eolia por el joven Félix intentará parecer casi maternal, orientándolo en lo que hace a la moda y cuidado del aspecto exterior, pero el chico está en una edad en que hay demasiados bríos, y su tía es demasiado bella y provocativa. Así que, pese a que unos cuantos lo ponen en guardia contra ella, Félix cae seducido ante los encantos de Eolia, desatando una ola de rumores que finalmente acabarán llegando a oídos de un desconsolado Hiberino y de un furioso Trásilo, quien echa de su casa a su hijo. Ante esto, Félix recurre a su abuelo Quirino, quien lo provee de dinero y lo envía a Roma para que concluya sus estudios de leyes. Por el camino, un pariente intenta disuadir a Félix de seguir viaje hasta Roma, que ya no es la orgullosa urbe de antaño sino apenas una corrompida parodia de sí misma en la que se suceden emperadores efímeros entronados y derribados por los soldados; de lo que el joven, que es un provinciano de Lusitania, se entera recién ahora, porque las noticias llegan despacio a los rincones más apartados del Imperio. Como sea, su ansia de aventura lo lleva a seguir adelante, aunque encontrará más desventuras que aventuras. Apenas llegado a Roma, unos astutos embaucadores lo despojan del dinero que lleva encima, cambiándoselo, con engaños, por otro de mucho menos valor; por lo que queda sin fondos para continuar sus estudios. Tras un breve período como sacerdote de un templo en honor de Salus, se enrola en el ejército aprovechando sus dotes de auriga, y de esa manera la acción se traslada a Oriente, donde se combate contra los persas ahora gobernados por Sapor I y donde Félix hallará nuevas maneras de complicar su vida; para lo que parece provisto de un talento nato...

Es probable que LA LUZ DE ORIENTE no sea demasiado innovadora. También es cierto que no hay en ella nombres convocantes a nivel histórico. En QUO VADIS?, el chiflado Nerón podría no ser simpático pero sin duda se trataba de alguien famoso, en ALEXANDROS estaba el siempre carismático Alejandro Magno, ESPARTACO, VIRIATO y JULIANO EL APÓSTATA son novelas cuyos títulos hablan por sí mismas; en cambio Gordiano y Filipo el Arabe son figuras oscuras, aburridas y poco conocidas o directamente ignoradas por el gran público, que de todos modos tampoco bramará de entusiasmo cuando, quizás por primera vez, se encuentre con ellas en las páginas de esta novela. Pero donde LA LUZ DE ORIENTE suma puntos es en la descripción de las múltiples y distintas corrientes religiosas del tiempo en que se ambienta, muchas de ellas monoteístas o de tendencias monoteístas y de origen oriental, lo que explica el título de la obra. "Mi abuelo Quirino no confiaba en los dioses. A veces me parece que tampoco creía en ellos..." Estas son las dos frases con que Félix inicia su historia y que de alguna manera le imprimen su sello característico, el de una especie de itinerario por distintos credos que van suscitando atracción o rechazo en el joven cuando los conoce a lo largo de sus tribulaciones. Por lo tanto, aunque al principio pueda parecer un tanto insípida, La luz de oriente termina interesando vivamente al lector, o por lo menos al lector que ahora efectúa el presente comentario.

Claro que no todo es positivo. Tampoco es que lo que hay para recriminar sea tremendo, pero es subestimar a un autor, o tomarlo por estúpido, no señalarle fallas que pueden corregirse, y en este caso el tema pasa sobre todo por algunas palabras y nombres que desfilan a lo largo de la obra. Tratándose de vocabulario de objetos de uso corriente de la época hay poco que decir, porque con palabras como "loriga", "biga" y "triclinio" quizás los lectores estén más familiarizados de lo que imagino; pero nombres de ciudades como Gades (Cádiz) y Olisipo (Lisboa) creo que ya no están tan divulgados. Es más: Malaca IMAGINO que debe ser Málaga, y Tarraco ha de ser Tarragona, SUPONGO; pero ya Cartago Nova tuve que buscar en Internet en este mismo momento para enterarme de que es la actual Cartagena. Y con el término gnóstico "Pleroma" me temo que nadie que no haya leído libros sobre el gnosticismo entenderá de qué rayos se está hablando. Nada de esto impedirá seguir adelante con la lectura, pero creo que sería interesante dar las explicaciones pertinentes mediante notas al pie, ¿verdad, señor Jesús Sánchez Adalid? En cambio, felicitaciones por la Cronología inicial y la Nota histórica final.

Escrita hace 12 años · 4 puntos con 1 voto · @EKELEDUDU le ha puesto un 10 ·

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