EL MÁS FLOJO DE LOS TRES, PERO UN DIGNO FINAL PARA LA TRILOGÍA por EKELEDUDU

Portada de REGRESO AL NORTE

EL CABALLERO TEMPLARIO, segundo volumen de la TRILOGÍA DE LAS CRUZADAS, de Jan Guillou, dejaba a sus lectores prácticamente carcomiéndose las uñas, ya que en el preciso instante en que su protagonista, Arn Magnusson, amagaba retornar al fin a su tierra natal para reclamar al fin la mano de su amada Cecilia Algotsdotter, Birger Brosa, tío de Arn y canciller del rey Erik, abordaba a esta última para instarla a convertirse en abadesa y posteriormente obtener de ella una declaración que invalidara la de la difunta madre Rikissa. Quien, recordemos, había divulgado infundios comprometedores para la reina, amiga y tocaya de Cecilia, los cuales podían restar validez a los derechos al trono de los hijos de Erik.

Es interminable el inicio de REGRESO AL NORTE, tercer y último volumen de la saga, que nos tiene en ascuas durante un buen rato, a la espera de que se revele en qué quedó aquel asunto. Mientras tanto, asistimos al diferido retorno de Arn a su tierra, trayendo consigo, no sólo el dinero que le obsequió Saladino y destinado originalmente al monto de un rescate de hombres prisioneros de Ricardo Corazón de León, sino también una pequeña comitiva de extranjeros que se han plegado a él mayormente pidiendo protección y a cambio de servirlo durante cinco años. Ya no es el muchacho inocente que partió a luchar en Tierra Santa, excomulgado por un acto de amor tildado de pecado abominable y castigado con mayor rigor que un homicidio para alejarlo de un modo muy conveniente. Conserva bastante intacta su pureza de alma, pero se ha vuelto más astuto y, sobre todo, su carácter se ha vuelto más firme. Ha vuelto para reclamar a Cecilia, y esta vez, no se lo hará desistir así nomás de su propósito. Al margen de todo ello, vuelve con grandes e innovadores proyectos que acarrearían grandes beneficios para los Folkung, su gente, y para el reino entero; pero precisamente por novedosos, dichos proyectos podrían ser objetados o resistidos en esa tierra más apegada a lo tradicional.

Antes que nada se reencontrará con su padre Magnus y su hermano Eskil. El primero se encuentra enfermo, por lo que Arn lo confiará a los excelentes cuidados de dos médicos árabes que vienen entre su comitiva. Eskil lo irá actualizando respecto a los asuntos familiares y del reino entero, y finalmente nos enteraremos de lo que, por el momento, es lo único que nos importa: Cecilia ha logrado dar vueltas y más vueltas para evitar convertirse en abadesa, pero Birger Brosa sigue insistiéndole y pronto ella no podrá seguir negándose. Por lo tanto, en breve tiempo Arn se entrevista con su tío, logrando imponer su voluntad por encima de sus presiones y de cualquier intriga política. Todo indica que la boda entre Arn y Cecilia se celebrará esta vez, ya que, con ayuda de la reina, dicha unión obtiene no sólo el beneplácito, sino casi el apremio de la Iglesia, cuyos representantes más próximos acaban persuadidos de que Dios mismo la ha pergeñado desde su trono celestial. Sin embargo, inspiran desconfianza los Sverker, quienes continúan nostálgicos del poder y a quienes, por lo tanto, no conviene que continúe la alianza entre los Erik y los Folkung, y que tal vez no vacilarían en asesinar a Cecilia (tal vez convendría más deshacerse de Arn, pero no es tan fácil abatir a un templario tan ducho en el arte de la guerra) si ello pusiera enemistad entre ambos linajes. Pero incluso si se celebrasen normalmente las nupcias, teniendo en cuenta que tanto Arn como Cecilia fueron forzados a veinte años de castidad y censurados por unirse carnalmente fuera del matrimonio... ¿qué sentirán cuando se tengan mutuamente, por fin, luego de tan larga espera? ¿Experimentarán algún tipo de nefasta inhibición, o conseguirán al fin amarse como siempre lo merecieron?

No revelaremos qué sucede a continuación, porque sería aguarles la fiesta tanto al autor como al lector. Sí vale la pena destacar que, aunque la trama de esta TRILOGÍA DE LAS CRUZADAS sea ficticia, no lo son algunos personajes, caso de Magnus Minnisköld, a quien se presenta en ella como hijo de Arn y Cecilia, y sobre todo el nieto de estos últimos e hijo de Magnus, Birger Jarl. A lo largo de la trama de los tres libros predominó el realismo y un ritmo lento que en el caso de este tercer volumen debo reconocer que por momentos me aburrió un poco. El realismo, no obstante, persiste, y quizás precisamente por ello este libro -y tal vez los dos precedentes- no sea recomendable para los entusiastas de la acción sin pausa. Fuera de los universos netamente fantásticos, a veces no sucede nada más que lo cotidiano, aun en la vida de hombres de acción como Arn.

Pese a que este tercer volumen sea un tanto desparejo, se lamenta el final, que es el inevitable, ya que en definitiva todos somos polvo que vuelve al polvo y cenizas que retornan a las cenizas. Extrañaremos a Arn, por más que tenga la despedida que se lo honre con una despedida como él merece: la de un auténtico héroe.

Escrita hace 12 años · 0 votos · @EKELEDUDU le ha puesto un 9 ·

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