PRESCINDIBLE por Tharl

Portada de ALVIN EL APRENDIZ

Por fin lo hice, me leí el tercer tomo de la saga de Scott Card que más me ha decepcionado y desengañado de él. Me planteé abandonar la saga después el segundo tomo, pero como ya tenía el tercero y soy de esos que una vez han invertido su tiempo en algo prefieren malgastar el doble o el triple antes que abandonarlo –y aceptar el error- existiendo una mínima posibilidad de que merezca la pena, me he puesto con el siguiente.
Tenía ganas de leer algo convencional y de no muy altos vuelos. Lo he logrado, pero a la mitad ya echaba de menos algo de más calidad. Aunque sigue apeteciéndome algo convencional o decimonónico.

De todas formas, creo que lo primero que debo aclarar en la reseña es mi opinión del estilo del autor, que tanto critique debido al desengaño que me llevó la lectura de la entrega anterior. Desde que leí –hará 5 años- mi primer libro de Card -“El Juego de Ender”- lo definí similar a la escucha de un cuento que cuentan los padres a sus hijos antes de acostarlos: Ligero, adictivo, entretenido y sencillo sin sacrificar por ello la emoción que controla bien y de forma efectiva –o tal vez sería mejor efectista- y con la cual sabe dotar engrandeciendo los momentos oportunos convirtiéndolos en lo mejor de cada una de sus obras. Sin duda ese es el mejor punto del autor junto a sus ideas: El control y el uso de las emociones. Todo esto es cierto, y lo mantengo hoy en día –después de haberme leído más de diez de sus obras- aunque tal vez habría que sustituir el término sencillo por el de simple. Aun así si a esto se le unen unas ideas frecuentemente bien trabajadas y en ocasiones brillantes, reúne todos los componentes para ser al menos un buen artesano (según el termino cinematográfico que me aclaró Hamlet) o escritor de ideas, o escribidor, o como se quiera llamar.
El problema del estilo, y lo que advertí sin ser capaz de definirlo en la entrega anterior –de ahí mi desencanto y desagrado- es su simpleza y lo mucho que machaca todas las ideas y acontecimientos. No deja nada al lector, jamás sugiera nada, explica hasta el exceso todo, como si realmente todos sus lectores fueran sus hijos pequeños escuchándole desde las sabanas. Lo que podría contar en un párrafo de una forma cuidada, bella y eficaz –en alguna ocasión (menos frecuente de lo que me gustaría) demuestra que podría ser capaz de ello- lo prolonga tanto y le quita tanto el encanto que lo destroza. Se puede leer perfectamente el libro leyéndose párrafo sí y párrafo no, probablemente no se notaría gran diferencia.
Esto hace que si bien antes me atrapaban sus obras y podía leer un capitulo tras otro –esto último sigue ocurriéndome gracias a la ligereza- ahora no pueda debido al contenido hecho papilla.
Resumiendo, que en el momento que el lector está dispuesto a poner algo más de sí mismo pero también de exigirle más a él, se vuelve incapaz de ofrecer nada más. Aun así, me he reconciliado con el su estilo.

En cuanto al libro en cuestión, es más similar al primer tomo que al segundo. Me explico, el primero se centraba más en los personajes, el mundo y la vida en los pueblos del oeste del oeste de los futuros EEUU de la ucronía, dejando el componente histórico/ucrónico en un segundo plano, y manteniendo un fondo latente de toda su ideología mormona, probablemente esta sea la saga donde más se nota. Por el contrario el segundo daba más peso a lo histórico/ucrónico (el conflicto de los EEUU con los indios y los franceses) y a la acción en sí –en el primero, como en éste [el tercero], no pasaba prácticamente nada. Acción nula- con las desafortunadas consecuencias que ya comenté en su día, pero también con un ritmo de acontecimientos mucho más interesante.
Pues bien, “Alvin el Aprendiz” retoma las características del primero pero con algunas diferencias. En primer lugar es el doble de largo, por lo que le pesa mucho más su falta de acción y el parafraseo del autor. Además al conocer ya a los personajes y la vida de estas comunidades, se hace más lento y falto de interés. En segundo lugar las ideas mormonas cobran un excesivo protagonismo. Así nos tenemos que zampar la reconciliación de Card entre la ciencia –los átomos…- y Dios (dos páginas dedicadas a decir cómo aunque la materia ni se crea ni se destruye al principio era el caos hasta que él la puso en orden, la dio leyes –Newton- y les dijo como debían ser), debemos leer su interpretación del libre albedrio que libera a Dios de la responsabilidad de las malas acciones humanas (durante las mismas páginas de antes y unos pocos párrafos más dedicados a decirnos cómo Dios nos puede mostrar cómo deberíamos ser, pero nosotros al contrario que la materia somos libres de elegir o no su camino y es solo responsabilidad nuestra), su creencia respecto a las distintas razas y la esclavitud (por suerte cree que todos somos iguales independientemente de la piel y cree que los negros tienen alma –¡Que sorpresa! Yo que pensaba que solo tenían mente y órganos, menos mal que me dedica tantas páginas a decir que son iguales que yo…- y son iguales a los blancos ante los ojos de Dios, etc. Todos deben ser libres bla bla bla… Tema recurrente en toda la obra), su idea de la esposa perfecta (libre, siempre amada y amante, con carácter pero dedicada al marido, etc…. Un capítulo entero titulado “La buena esposa”) y así con otros temas, en su mayoría religiosos como la interpretación de la biblia, el ídolo de Roma, etc. Tal vez suene más exagerado de lo que es, pero es que son tantas cosas que están todo el rato de fondo que es difícil no acabar cansado. Por otro lado, se diferencia del primer libro en que Alvin es adolescente, por lo que ha perdido la desesperante inocencia y santidad de los libros anteriores, o eso pretende, porque el resultado es que Alvin sigue siendo un bendito pero con alguna lucha interior, que por supuesto supera y vuelve a ser el alma cándida de siempre, ahora con músculos. Pero como Alvin está en ésta etapa Card se siente en la obligación de meter un ligero, edulcorado e infantil contenido sexual, y algunos momentos que tratan de reflejar la rabia adolescente de San Alvin. Por último, deja un fondo ucrónico/histórico: El tema de la esclavitud, ideal para reflejar, bueno reflejar si no te lo estuvieran gritando constantemente, eso es arrojar, la importancia y necesidad de libertad y de sentirse adultos y aceptados que sienten los adolescentes. Vamos, que los recursos literarios de Card –parábolas, metáforas, elipsis, etc.- al menos en ésta novela son de la escuela secundaria para escritores.

En resumen, un libro que cómo toda la saga, es totalmente prescindible. Si te interesa el autor tienes otros muchos libros suyos mejores –Maestro Cantor y la saga Ender entre ellos- y si no te ha gustado ningún otro libro suyo mucho menos te gustará éste o ninguno de ésta saga. Recomendable para una lectura muy poco exigente, y/o para seguidores del autor que además están especialmente interesados en la formación de los EEUU a principios del XIX.
Por mi parte dudo que tarde demasiado en olvidarlo salvo por la decisión de si continuar o no con el cuarto… Conociendome acabaré cediendo…

Escrita hace 12 años · 3.5 puntos con 2 votos · @Tharl no lo ha votado ·

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