EL REINADO DEL TERROR por sedacala

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LOS DIOSES TIENEN SED es una novela de sencillo entramado argumental, personajes dotados de escasa entidad y desarrollo lineal y predecible; visto así, es uno de esos libros, que ni entusiasman, ni dejan demasiada huella en la memoria. Pero, podría deducirse de lo anterior, que no es muy recomendable su lectura y sería injusto plantearlo así. Queda por mencionar una razón de peso, que hace muy interesante su lectura, el tema de que trata: la Revolución Francesa; su autor, tiene el acierto de sacarle muchísimo jugo al asunto, sobre todo, a base de estudiar las reacciones de sus aterrorizados personajes.

El reinado del terror surge, en el Paris de 1793, cuando los jacobinos se hacen con el control de la revolución, dando lugar al comienzo de una espiral que afecta, primero a sospechosos de pertenecer o simpatizar con el antiguo régimen, luego a cualquiera acusado de acaparar cualquier producto y al final, termina por caer sobre los propios republicanos denunciados por cualquier absurda desviación.

El libro tiene el interés divulgativo de permitir acceder al conocimiento de aquella época, cuya complejidad, hace que sea inevitablemente mal conocida, incluso por aquellos que gustan de enterarse bien de los asuntos históricos. Está escrita de manera correcta y su lectura resulta amena, aunque sin destacar tampoco en ese sentido; su autor recibió el premio Nobel en 1921.

Pero donde, a mi juicio reside el mayor atractivo, es en el choque moral y ético, que para muchos, supuso aquella situación. Decía yo al principio de la reseña, que los personajes tienen poca entidad, en el sentido de poca fuerza, poca garra, parecen estar ahí, por una caprichosa decisión del novelista. Pero en el momento en que se empiezan a ver sometidos al desmedido furor justiciero, empiezan a dar el juego que Anatole France busca. Así, ciudadanos corrientes, religiosos, delatores, jueces, carceleros, aristócratas y cortesanas venidos a menos, meretrices, monárquicos, simples sans-culottes, incluso los propios jacobinos, conforman un rosario inagotable de personajes, que se vieron, de una manera u otra salpicados, por la presión asfixiante del furor revolucionario. Y cada uno de ellos reaccionó en esa situación límite, de una manera diferente; Anatole France expone con acierto la evolución de sus pensamientos, sus conflictos interiores, sus penurias y su sufrimiento físico; en ello se emplea con imparcialidad, su punto de mira es el alma del torturado, bien sea inocente o culpable, monárquico o republicano, incluso si se trata del propio juez, que, sin temblarle el pulso al condenar, padece luego la tortura de su atribulada conciencia. Todos, viven una situación tan desquiciada, que lleva a más de un partidario de la Revolución a gritar ¡Viva el Rey! cuando los vaivenes de los jueces se vuelven en su contra y le mandan al cadalso. Sorprendente y terrible paradoja.

La recreación de cómo cada cual se ve afectado en su ser más profundo, por el régimen del terror, es el sentido último de este libro, es donde su autor pone el acento y es la razón que faltaba, decía yo al principio, para convertirlo en interesante y por tanto, muy recomendable.

Escrita hace 12 años · 0 votos · @sedacala le ha puesto un 7 ·

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