BARCELONA Y PLA por sedacala

Portada de BARCELONA, UNA DISCUSIÓN ENTRAÑABLE

Este libro que voy a reseñar, tenía para mí un doble atractivo previo. Por un lado, el interés de conocer la obra de un escritor como Josep Pla, muy extensa, pero también escasa en obras de ficción. Así, un libro de ensayo, sería quizá más representativo del conjunto de su producción. Por otro lado, el libro en cuestión, es una aproximación a la ciudad de Barcelona desde múltiples puntos de vista, urbanísticos, climatológicos, costumbristas, políticos y muchos otros; pero con la particularidad de que la ciudad que analiza, es la Barcelona de los años de la Gran Guerra, del catorce al dieciocho más o menos, tiempo en el cual, cursó sus estudios universitarios en la ciudad; siendo recuerdos de aquella época, están sin embargo escritos en 1956. En resumidas cuentas, que este pequeño libro de Pla, que encontré en la biblioteca, me permite a la vez descubrir al escritor, y por otro lado, hurgar un poco más, en las características de una ciudad que me atrae mucho, en una época que también fue apasionante.

Pero no pude suponer, antes de comenzar con las primeras páginas, que fuese a encontrarme con un escritor que va a figurar, sin dudarlo ni un momento, en la lista de mis diez autores favoritos y además, no en los últimos puestos de esa lista.

El objetivo, en lo que a Barcelona se refiere, del disfrute de sus espacios urbanos y del pálpito del sentir de sus gentes a través de la mirada certera de Josep Pla, está perfectamente cumplido, quedando para mi gusto mucho más atinado el cuadro, que el salido de la pluma de Eduardo Mendoza, que suele ponerse frecuentemente como ejemplo, en este sentido. Desde luego, son escritores muy diferentes y su único punto en común, en este caso, es que el libro de esta reseña y LA CIUDAD DE LOS PRODIGIOS, se refieren al mismo lugar. Y en esa dualidad, mi opinión se decanta por Pla, por preferir su estilo, sobrio y acerado, antes que el barroco y un poco petulante de Mendoza.

Cuando llevaba ya unos cuantos, de los treinta o más capítulos que tiene el libro, me empecé a percatar de que leía, sintiendo un extraordinario interés, que me hacía liquidar las páginas a una velocidad no demasiado alta, para disfrutar del texto y sobre todo para que no se me acabase enseguida, que era el temor principal en ese momento. Se le entiende todo a la primera; jamás tuve que retroceder al renglón anterior, para tratar de captar bien una idea leída y no comprendida. Utiliza un lenguaje muy sencillo, elemental, quizá un poco seco y cortante a veces. Pero sobre todas esas maneras recias de su lenguaje, que ya me encantan, acumula una formidable ironía, cáustica en algunos casos, más campechana en otros, pero siempre atinadísima, dando en plena línea de flotación de esos personajes recurrentes, de la ciudadanía barcelonesa, machacándoles con el solo ejercicio de la palabra justa. Una sola pista, muy reveladora, era un barojiano convencido.

Por otro lado, su carácter ampurdanés, no se diluyó fácilmente en el mundo urbano, donde no llegó a sentirse en su salsa. Quizá eso influya en que su prosa, no sea la de un cronista castizo de la ciudad que se dedica, complaciente, a ponderar sus valores. Al contrario, su criterio es libre y critica cuanto cree criticable y pondera lo que le parece, tanto en personas como en cosas. Aquí llama la atención, que su criterio en muchos casos está bastante pasado de moda, pero eso me parece normal; es un gran escritor, no un vidente, que adivina el curso de los gustos futuros. Al respecto, es especialmente interesante el capítulo en que habla de Gaudí, y su impacto en aquella Barcelona, de principio de siglo.

Leyéndole, uno se sorprende (pocas veces menciona nada relacionado con el resto de España) de cómo su mundo escrito es, tan catalán y sin embargo no sacas la conclusión de que sea nacionalista. Su discurso parece estar presidido por una catalanidad de carácter abierto y universal, alejada de las formas del catalanismo al uso. De hecho, su trayectoria fue tan extraña, como para llevarse bien con Cambó, luego con la dictadura de Primo, de la que salió posteriormente escaldado y vivió en Madrid del 31 al 36 con inicial entusiasmo republicano y posterior desencanto. Después de la guerra, se acopló al régimen, que le impidió escribir en catalán durante unos años y le convirtió de un plumazo, en el apestado de los nacionalistas y de la izquierda.

Uno concluye, que su carácter prudente, a la vez que escéptico y socarrón, le guió a lo largo de su vida, dictándole un comportamiento, más adaptable que acomodaticio y sucesivamente cambiante; indómito en el fondo, ese carácter le llevó, a la larga, a hacer lo que le dio la gana, que no significa, dado su talante pragmático, incurrir en la rebeldía sino más bien, en el conformismo.

Pero su carácter de escritor de atrayente lenguaje y altísima calidad, está inequívocamente ahí. Antes o después volveré a él, con el convencimiento de encontrar de nuevo el placer de una singular e interesantísima lectura.

Escrita hace 13 años · 5 puntos con 3 votos · @sedacala le ha puesto un 9 ·

Comentarios

@Tole hace 13 años

Magnífica reseña Sedacala, me han entrado ganas de leer el libro, no me imagino un ensayo sobre una ciudad, y eso me atrae mucho. Yo desde que leí "la Sombra del Viento" he estado enamorado de Barcelona y además la Barcelona de esa novela también se centra en periodos similares, así que puede ser muy interesante la lectura.

@sedacala hace 13 años

No creo que sea un libro fácil de encontrar, porque en Internet, no fui capaz de localizarlo, de hecho los datos necesarios para crear la ficha, los saqué del propio ejemplar que leí, incluso escaneando la portada. Ediciones Destino debe tenerlo descatalogado y sí yo lo encontré, es gracias a que estaba en la Biblioteca Manuel Alvar, que es donde yo suelo coger los libros que leo.

En la reseña yo mencionaba como referencia inmediata, el libro de Eduardo Mendoza, que a mi, particularmente, no me entusiasmó; pero, tienes toda la razón, existe también esa otra referencia que es LA SOMBRA DEL VIENTO, que a mi me dejó mejor sabor de boca como recreación de la ciudad, que por la historia en sí misma. De todas formas, la época no es la misma, como dices, Pla vivió una época económicamente boyante, por el efecto favorable para la economía española, que supuso la Primera Guerra Mundial. En cambio, Fermín Romero de Torres y compañía, callejeaban por la Barcelona de la posguerra española, pasando hambre. Treinta años separan los dos relatos.

@_567_ hace 12 años

Soberbia reseña, sedacala.

No sé si conoces la entrevista que Soler Serrano le hizo a Josep Pla en aquella TV de 1976, si no es así te recomiendo este ejercicio que pueda complementar la idea que tienes hacia este genial escritor. Pla en su estado más puro. El enlace que te dejo es de la parte 1, pero si te apetece seguirlo verás que está completo y puedes ir saltando a sus sucesivas extractos. Creo que son 9, si no recuerdo mal. Saludos.

www.youtube.com/watch?v=Mrpc9U9C5bE&feature=colike