Sinopsis
En un recodo de la carretera de Pollensa y mojándose los pies en las aguas de su glauca bahía, el vagabundo se encontró en la mañanita del día de San Filemón, naciendo aún la primavera, con don Fabián Remondo y Larangas, su viejo conocido y, todavía mejor, amigo, sacamuelas de pro y hombre de muy diversas sabidurías, que se despiojaba digna y confiadamente al sol, con el severo estilo de los paladines de los tiempos antiguos.
Don Fabián tenía el mirar ido y descarnado, y de mal ver –y aun de color tierra- el pálido semblante. El vagabundo, que goza guardando en su corazón las más ancianas atrabiliarias fidelidades, una vez cruzados los extremosos saludos de rigor ante tan grato y providencial encuentro, inquirió por las andanzas de don Fabián en latitudes tan remotas para la afición que siempre demostrara, desde tantos años atrás, hacia el secano.
– Fue una mala mujer, don Camilo, una mujer bella como la luna pero pérfida como el mismo demonio… No quiero ni acordarme… Se llama Paquita y trabaja en un bar del Grao, en Valencia. ¿Usted no conoce el Grao de Valencia? ¡Buen país de mujeres hermosas, don Camilo! La Paquita no es valenciana. La Paquita es un mal bicho, don Camilo, es un zorrón que no se lo salta un gitano.
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