Sinopsis
En el preámbulo, el autor advierte: «Nada querría yo más que mis modestas vidas sean para leerlas, para gozarlas y para evitar, en muchos casos, la aciaga suerte de muchos que vivieron, cortesanos renuentes, y murieron para, por la literatura». Existe en este comentario un matiz de complicidad con los lectores, subrayado con la parodia del título plutarquiano. También esboza el contenido del libro: una colección de historias personales, retrato de presencias identificativas de la vida cultural cubana.
En contraposición con la biografía curricular, el autor se complace en la narración ingeniosa, interpretativa, para introducimos en episodios vitales de gran atractivo literario, sean o no escritores los protagonistas. Y el efecto conserva la verosimilitud, aunque no convenga refutar aquí la conocida exageración de Shaw, cuando afirmaba que al leer una biografía debiera recordarse que la verdad no se presta nunca a ser publicada.
No hay que olvidar tampoco el modo en que Vidas para leerlas describe el clima intelectual cubano desde la forma de ver de su autor, guiada por convicciones muy arraigadas. Cabrera Infante nos habla de las trayectorias vitales con una formidable amenidad. Y agrupa los pequeños hechos, la menudencia feliz. Le divierte, como biógrafo forzado a la brevedad, desgranar un selectivo repertorio de anécdotas donde se revela como un maestro en graduar elogios y reproches.
Con ese acento variado, facilita la evocación y sus palabras llevan hasta los lectores la existencia de José Lezama Lima, Virgilio Piñera, Calvert Casey, Lydia Cabrera, Enrique Labrador Ruiz, Carlos Montenegro, Lino Novás Calvo, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Antonio Ortega, Néstor Almendros, Reinaldo Arenas, Severo Sarduy, Federico García Lorca, José Raúl Capablanca ... y al conjuro de los nombres, también regresa entre líneas el pasado del autor: un pasado descrito a pinceladas por quien estuvo en compañía de los biografiados y desea engastar la experiencia personal en la narración de la ajena. De ahí que, al biografiar, interprete, opine y descubra las posibilidades lúdicas de construir literariamente vidas como éstas.
Por todo ello, es sobremanera atrayente su colección de semblanzas, este acervo copioso de acuerdos, tanto por las propiedades formales de la narración como por su estilo, expresivo y fluyente.
Guzmán Urrero, CUADERNOS HISPANOAMERICANOS.
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