Sinopsis
Los mejores libros de Historia solían sentarse en los sillones de nuestras casas. Cada surco en su frente, cada lágrima petrificada bajo sus ojos -arrugas les llamaba nuestra ignorancia-, las venas inflamadas o algún dedo ausente eran una lección dictada por la vida, un suceso expresado entre temblores de barbilla, un pasado que despobló sus sienes pero dejó una huella indeleble en su memoria.Hoy, los sillones están vacíos; de una u otra forma, la memoria colectiva se ha quedado huérfana. Afortunadamente, hubo nietos e incluso bisnietos que prestaron oídos a sus mayores, y gracias a ellos el olvidó no se adueñó de sus historias.
Todavia no hay ninguna reseña.