Sinopsis
Otrora los paradores de campo representaban una suerte de oasis dispersos en el medio rural argentino. Contaban con un almacén multirrubros, servicio de fonda, algunas habitaciones y un bar. Sin lugar a dudas, el sector más popular era el boliche. Allí la clientela se distendía, hacía sociales y si la ocasión ameritaba hasta alguna transacción comercial. Con el correr del tiempo fueron perdiendo funcionalidad y ya unos pocos mantienen abiertas sus puertas adaptados a la demanda actual. Aún las paredes de los que quedan en ruinas tienen algo para contar, historias de la patria chica que hablan del esfuerzo de los que abrieron la brecha y de su legado.
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