Sinopsis
El tema de España, España como problema, el mal de España, la decadencia, la degeneración, la enfermedad… son temas tratados hasta la saciedad durante todo el siglo XIX y en la mayor parte del siglo XX, entre la mayoría de los intelectuales del lugar. Unamuno como Ortega y Gasset, Menéndez Pidal o Sánchez Pelayo, o Madariaga, Sánchez Albornoz, Costa, Ganivet, también el propio Baroja, se dedican a adornar las grandezas del pasado y a lamentar las penurias de la época, empezado por los tradicionalistas y fascistas declarados hasta los supuestos progresistas y liberales.
La peculiaridad, sin embargo, no es la preocupación por la situación y el futuro de España, sino el modo en que lo tratan: todos quieren encontrar la esencia del pueblo, el espíritu de la nación, el genio de la raza, el espíritu de la patria… lo que aparece en la historia pero es anterior a ella, propio e inalterable, una esencia material pero a la vez metafísica, convirtiendo al Estado en iglesia, un ideario político en fe religiosa, con todos sus dogmas e inquisiciones.
Desde España se acusa a los nacionalismos periféricos de preocuparse solamente por su propia identidad; se nos acusa a los vascos de convertir en un problema la identidad nacional, de seguir enganchados a un linaje basado en el Volksgeist o espíritu del pueblo. Este libro de Azurmendi no es de por sí un ensayo político, no defiende los objetivos y deseos de los vascos; ha analizado los escritos de todos los pensadores y apóstoles de la hispanidad con rigor, erudición y precisión académicos, ha mostrado la falsedad y torceduras, y dejado al descubierto, finalmente, la ideología imperial y muchas veces racista que necesita apoderarse y aplastar otros pueblos para ser lo que es.
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