Sinopsis
La acción se sitúa en Arieka, planeta natal de los alienígenas Ariekei. En este mundo se encuentra Embassytown, ciudad donde reside un asentamiento humano. La historia es narrada por Avice Benner Cho, una humana que regresa a Embassytown después de sus viajes como tripulante espacial justo a tiempo de presenciar los dramáticos e inesperados hechos que cambiarán para siempre la historia de Arieka.
Sin embargo, el verdadero protagonista de la novela no es Avice, sino el lenguaje de los Ariekei, un idioma tan peculiar que sólo algunos humanos, los Embajadores (Ambassadors), son capaces de hablarlo. No quiero desvelar más acerca de las particularidades de este lenguaje porque precisamente uno de los puntos fuertes de la lectura de Embassytown es descubrir qué hace tan especial a este idioma. Baste decir que es uno de los más originales y perturbadores que he encontrado nunca en una obra de ficción.
El autor utiliza este extraño lenguaje como pretexto para especular sobre aspectos como la teoría de la mente, la relación entre lenguaje y verdad, la correspondencia entre símbolo y significado, y otros muchos temas lingüísticos y filosóficos. Pero, sobre todo, Miéville se sirve del encuentro entre dos culturas, la de los humanos y la de los Ariekei, mediado necesariamente por los Embajadores, para hacernos reflexionar sobre el colonialismo, la influencia de unas sociedades en otras y la pérdida de la inocencia.
Si a esto le unimos una cuidada y precisa prosa, un desarrollo casi perfecto de los personajes y algunos giros argumentales sorprendentes, el resultado es una novela de lectura imprescindible para cualquier aficionado a la ciencia ficción de ideas y, en mi opinión, la obra más redonda de Miéville hasta el momento. Como tal, es una de las candidatas más firmes a los premios del género este año y mucho me extrañaría que no apareciera entre los finalistas de todos los grandes galardones (por el momento, ya está nominada a los premios de la BSFA)
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